Carta Semanal 955 en catalán
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En medio del debate sobre la investidura, y en vísperas de un nuevo 11 de septiembre, la situación política interpela a todo aquel que se reclame de los trabajadores y los pueblos a afirmar la vigencia de las aspiraciones democráticas y sociales del pueblo catalán, e invita igualmente a reflexionar sobre cuál es el mejor camino para conseguirlas.
La ANC llama a manifestarse para “proseguir con la confrontación y el embate” contra el Estado, pero interpelando solo a los catalanes, y más exactamente, a los que se reclaman del mandato del 1 de octubre. Mandato que, entre otras cosas, no es compartido en la actualidad por la mayoría de los catalanes.
Hay que partir de la experiencia: desde la sentencia del Tribunal Constitucional que anulaba partes del Estatuto catalán votado por el parlamento y las Cortes, todas las movilizaciones habidas han mostrado sin lugar a dudas un pueblo en pie. Al mismo tiempo, han quedado señaladas las limitaciones de una movilización que pretendía conseguir sus objetivos, pero dando la espalda a los trabajadores y pueblos de España, y esperando el socorro de Bruselas, de los gobiernos europeos y de las instituciones del capital financiero. ¡Como si éstas estuvieran a favor del derecho de los pueblos! Instituciones y gobiernos, que dicho sea de paso, están embarcados en una guerra criminal a las órdenes de Biden. De una guerra que sangra a los pueblos ucranio y ruso, y que está destruyendo los presupuestos sociales, la industria, y los servicios públicos de todos los países, en aras de una loca carrera de armamentos.
Hoy, después de la derrota electoral de los franquistas el 23 de julio, y después que el Rey acudiera al rescate del PP, ofreciéndole la posibilidad de organizar cualquier tipo de cambalache para impedir que se exprese la voluntad de la mayoría social, es más necesario que nunca levantar una verdadera alianza de trabajadores y pueblos, único muro, y el que ofrece más garantías, para frenar a la derecha, sea cual sea su versión. Alianza que más allá de las combinaciones y/o intereses electorales, plantee las reivindicaciones democráticas y sociales, la amnistía en primer lugar.
Frente a una constitución antidemocrática
Es un hecho y los portavoces de la Monarquía lo repiten. Hace unos días el periódico ABC decía que “la amnistía es incompatible con la constitución del 78”. No es por casualidad que el Rey, con los poderes que le da la Constitución (artículo 99) hace todo lo posible para que se constituya un gobierno de franquistas. La amnistía, como ya ocurriera en 1975-77, se ha convertido en una reivindicación democrática elemental. No es que los “nacionalistas” tengan ahora -por la coyuntura política- la llave de la gobernabilidad de España: es que no hay ninguna posibilidad de avanzar en derechos y libertades, no se puede parar a la derecha, a todas las derechas, sin el concurso de todos los trabajadores y pueblos de España. Y mucho menos, en contra de sus aspiraciones.
Este 11 de setiembre debe ser un grito por la amnistía y por el derecho a decidir.
Pero al mismo tiempo debe ser un llamado a todos los pueblos de España, a todos los trabajadores, para luchar juntos contra el enemigo común: la Monarquía albacea de las instituciones heredadas del franquismo (judicatura, alto mando del ejército, aparato represivo) y del capital financiero.
En una situación en que la pérdida del poder adquisitivo de los salarios es creciente, así como la precarización laboral, a pesar de la reforma parcial de Yolanda Diaz, y en la que el sistema público de pensiones sigue amenazado y las leyes represivas como la ley mordaza sigue en pie. Aunar las reivindicaciones de los pueblos, como el catalán y las reivindicaciones sociales y económicas de la mayoría social es una necesidad perentoria.
Retomando la tradición de la lucha antifranquista, de las movilizaciones de los últimos años, en particular de los miles y miles que marcharon sobre Barcelona el 19 de octubre de 2019 contra la sentencia a nueve dirigentes catalanes, este 11 de septiembre debe dar continuidad a estas exigencias.
Las espadas siguen en alto
Nada está decidido. La incertidumbre política llama no solo a estar alerta sino a tensar las fuerzas para profundizar la derrota de los franquistas. Sería impensable que no hubiera un acuerdo para una ley de amnistía. Pero nada está asegurado, porque sectores del aparato heredado del franquismo se oponen firmemente a ello. Sólo la movilización de los trabajadores y pueblos puede despejar el camino.
Sin embargo, las reivindicaciones no se reducen solo a la amnistía o al derecho a decidir. Defender la enseñanza y la sanidad, las pensiones, los salarios, contra la carestía de la vida, forma parte inseparable del combate por los derechos democráticos. Y aunque se oculte y no se hable de ello, hay que romper con el “consenso” en torno a la guerra y los gastos militares que comporta. Más que nunca, la consigna “Presupuestos militares para escuelas y hospitales” se erige en la única respuesta a la política belicista que se nos quiere imponer.
Todo partido u organización que diga defender los derechos de la mayoría social no puede seguir la política de guerra impuesta por Biden y sus intereses que no tienen nada que ver con los intereses de los pueblos.
La lucha en Catalunya por la amnistía y la autodeterminación apunta indiscutiblemente al corazón de la Monarquía heredera de Franco, y exige, para ser victoriosa, dirigirse y tejer lazos de unidad con los trabajadores y el resto de pueblos del Estado. Para marchar juntos por la República, por la UNION LIBRE DE REPUBLICAS SOBERANAS.
Semblanza de un revolucionario, un obrero, un internacionalista
Por Angel Tubau
Ha muerto un camarada, ha muerto un amigo.
Mil recuerdos, mil vivencias comunes acuden en tropel rememorando a un camarada y un amigo.
Mateo, para todos nosotros «el Canario», nos ha dejado. Y ha muerto como ha vivido, sereno, entero, sin una queja. No puedo olvidar cuando, expulsados de la LCR, para seguir siendo internacionalistas ingresamos en el POSI en abril de 1980. Cuántas luchas comunes, cuántas alegrías y algunas penas.
Porque Mateo ante todo amaba la vida, todo lo que ella nos puede dar de maravilloso. Es por esto que era un revo- lucionario, un obrero, un internacionalista.
Desde muy joven trabajó en la construcción como pintor, decenas de años de duro trabajo. Conocimos juntos lo que significó la Transición, esa trituradora de militantes abnegados que querían convertir la muerte de Franco en la victoria de la revolución, en la proclamación de la República con los derechos de los pueblos, como los del pueblo de Cataluña, causa que él, originario de Andalucía, abrazó con la comprensión de que es la clase obrera la que puede determinar la liberación de los pueblos. Mateo era un autodidacta, devorador de libros, buscando siempre los argumen- tos para el combate. Hasta el último momento participó en las movilizaciones de las plataformas de pensionistas.
Al mismo tiempo, Mateo tenía más pasiones. Quizás menos conocida: el “cante jondo”, a él le debo mi gusto por este arte. Y era difícil hacerle cantar, a veces lo conseguimos con la familia y los camaradas.
A Mateo todo el mundo lo apreciaba, era difícil no hacerlo, por su generosidad, su disponibilidad, su honradez… es por ello que hoy muchos no solo estamos tristes, sino que sabemos que a partir de ahora nos va a faltar algo, alguien tan cercano, tan noble.
Ha muerto acompañado hasta el último momento por sus camaradas más cercanos, a los cuales quiero agradecer su esfuerzo y rendir homenaje, así como a su compañera y camarada María Ángeles.
Hoy se prepara el próximo Congreso de la Cuarta internacional. Mateo siempre me preguntaba por ello, en su me- moria también haremos que sea un éxito, para avanzar en la conformación del instrumento para ayudar a liberar a la humanidad de las guerras, de la opresión y la explotación.
Su memoria estará siempre presente.
¡Que la tierra te sea leve, Canario!