(Publicado en la Carta Semanal 792 – ver en catalán)
Cuando se firmó el acuerdo europeo en la madrugada del martes 21 de julio, Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, declaró que era «un buen acuerdo para España y para Europa».
Opinión compartida por los medios de comunicación –sin apenas matices–, el gobierno Sánchez, los partidos de la coalición, de la oposición, los secretarios de los sindicatos, los altermundialistas, y todo tipo de defensores del sistema de «mercado libre» (o sea el capitalismo imperialista) y el régimen monárquico. Tanta unanimidad, sin duda no puede más que ocultar gato encerrado.
En efecto al día siguiente las cosas ya no están tan claras.
Las protestas y la hipocresía del Parlamento Europeo
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tan sonriente el día anterior, el jueves 23 en la sesión del Parlamento Europeo parecía transformada. El hecho de que el «Acuerdo» incluía una reducción sustancial del Presupuesto plurianual (2021/2027 de la Unión Europea,) de 1,3 billones previstos a 1,074 no es un detalle. Ella declaró que esto era «una píldora difícil de tragar”. Y como se señaló en el debate del Parlamento, se reducían «programas comunitarios” en sanidad (7.700 millones) cuando al parecer hay una epidemia –quiere decir que cada Estado haga por su cuenta. En investigación, 8.500 millones. O sea, que la hagan las farmacéuticas. En Clima (donde está el discurso ecologista), Defensa, ayuda a las empresas en crisis 26.000 millones (o sea, que cada Estado apoye a las que quiera, en un marco de desindustrialización general. Alemania invierte 33 veces más que España en subvenciones a las empresas, acompañadas de despidos, en una economía solo cuatro veces mayor). 40.000 millones menos para la PAC, y otros tantos menos para los Fondos Regionales de Cohesión, que benefician sobre todo a los países del este (Polonia, Bulgaria, Rumania, Hungría), de ahí el «debate» hipócrita sobre que no respetan el «estado de derecho”. Como decía un funcionario de la UE en los pasillos, es una «excusa para no hablar de la reducción de subvenciones».
Porque, seamos claros, es como mínimo cínico que gobiernos como el francés (o el español) critiquen a estos países por irrespeto de las libertades después de la utilización represiva del estado de alarma (en particular en nuestro país con la ley Mordaza). Pero claro, para justificar el presupuesto todo vale.
Algunos diputados europeos amenazaron con no votar el presupuesto… aunque, claro, las negociaciones estos días han demostrado quién manda.
¿Quién manda?
Recordemos el plan del Fondo de Recuperación fue propuesto bilateralmente por Merkel y Macron a demanda de las patronales de esos países que contaba con apoyos sindicales (evidentemente sin ningún debate en ninguna instancia sindical).
Los gobiernos más potentes, respondiendo a los intereses del capital financiero, fijaron las normas, el montante, las proporciones (aunque, como se ha visto, después de una dura «negociación» hubo algunos cambios).
Pero acordar un Fondo, y promover captar en el mercado de capitales 750.000 millones es una decisión de una importancia capital. Por un lado, se recorta el presupuesto de la Unión Europea, se otorgan cheques de descuento a Holanda, Dinamarca, Suecia, Austria e incluso Alemania, y cuando se constata que no se precisa de donde saldrán los recursos, se concluye y confirma que será a costa del endeudamiento general que recaerá sobre la población, y enriquecerá de nuevo a la banca privada, que es la que negocia los créditos.
O sea, los grandes gobiernos reúnen a los otros gobiernos (recordemos el Consejo Europeo es la reunión de los jefes de Estado o de gobierno de los 27), les proponen e imponen unánimemente su plan con algunos reajustes para contentar incluso a los países proporcionalmente más ricos, como Holanda o Suecia.
Decir, desde el punto de vista de la economía e intereses capitalistas que esto es una victoria de los países del sur, o es producto del «papanatismo» o del engaño consciente (optamos por esta fórmula).
Y las instituciones europeas, la Comisión, el Parlamento, incluso el BCE, aun a regañadientes aplican las decisiones de los gobiernos, en particular del alemán y el francés. Potencias imperialistas que más que nunca intentan mantener el acuerdo y mercado de los 27 ante su retroceso en el mercado mundial, dominado por la competencia entre los Estados Unidos y China a expensas de Europa en el mercado mundial. Veamos, incluso que los acuerdos entre China y Estados Unidos son contrarios al acuerdo de Libre Comercio de la OMC. O sea que buscan expulsar a los competidores europeos. En estas condiciones, en particular, la industria alemana NO puede dejar que se hunda Italia (que además fabrica una buena parte de componentes) o España, que fabrica coches y exporta y nutre Europa de productos agroalimentarios a buen precio. En particular gracias a la sobreexplotación de la mano de obra facilitada por las reformas laborales.
El porqué de la posición del gobierno holandés
El discurso de Frank Rutte se dirige de entrada a su población. Está en marcha una nueva reforma de las pensiones ante el hundimiento financiero de los fondos de inversión (que es el pilar fundamental del sistema de pensiones en Holanda). El Gobierno propone que la cuantía de sus pensiones dependa «de la rentabilidad de los títulos y de la evolución de la bolsa de valores».
Los fondos de inversión holandeses tienen sus inversiones más rentables en la compra de bonos estatales en Italia y España. Una deuda mutualizada disminuye las ganancias porque hace que los intereses sean menores.
O sea, y el pueblo y trabajadores holandeses son las primeras víctimas; a los fondos de inversión holandeses les interesan que España e Italia se endeuden a mansalva. Como será el caso y además en nuestro país con la obligación –por el artículo 135 de la Constitución (gracias a Zapatero y Rajoy en el verano de 2011), el pago de los intereses de la deuda es la prioridad por ley.
¿Quién saldrá por tanto beneficiado de este acuerdo histórico si se cumple? Plantear la pregunta es encontrar la respuesta.
¿Sin condiciones?
Campanas al vuelo, NO hay condiciones… escritas.
Contrariamente a 2011, a 2012, entonces con la troika, no hay ahora –formalmente– planes de rescate, votados en los parlamentos nacionales, dictados por la troika (que ya no existe) y aplicados por los gobiernos.
La forma ha cambiado, ¿pero el fondo?
Nadie regala nada.
El Gobierno debe presentar sus proyectos, antes de octubre (de ahí la ofensiva de Sánchez/Montero para llegar a un acuerdo con el PP).
Y se ha encargado a la Comisión Europea que los analice, y responda en dos meses, para eventualmente empezar a financiar en primavera del 21.
Las declaraciones de unos y otros son claras: estaría mal vista una derogación de las reformas laborales (que ya no es una prioridad del Gobierno), hay que rediscutir sobre la «sostenibilidad de las pensiones. Por ello se activa confidencialmente el Pacto De Toledo y se intenta destrozar a la COESPE.
Y hay que buscar recursos para pagar los intereses de la deuda creciente. O sea, subir impuestos, sí. Pero ¿cuáles?
El miércoles 22 –¡qué rapidez!– la Airef recomienda una subida gradual de los tipos reducidos del IVA, con el apunte demagógico de que el alcohol o el tabaco tienen menos impuestos que en Europa. Pero los tipos reducidos del IVA afectan a los productos de primera necesidad; o sea, que paguen los que son más, la masa de trabajadores, pensionistas, jóvenes.
Y mientras tanto, como anuncia hoy la prensa, la «Asistencia Primaria está desbordada», al borde del colapso. No, no es un accidente, la epidemia solo ha demostrado el desmantelamiento del sistema sanitario provocado por decenios de recortes.
Ante esta grave situación, lo que la población necesita no son pequeñas medidas sino acabar con la política y el sistema, con las fuerzas que los apoyan, que han llevado a este desastre. Tienen nombres y apellidos.
Las movilizaciones en curso, desde los sanitarios, los pensionistas, los trabajadores del automóvil muestran su incompatibilidad con los planes del capital y las instituciones del régimen monárquico.