Carta Semanal 834 en catalán
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La victoria del PP con Isabel Díaz Ayuso en las elecciones a la Comunidad de Madrid del 4 de mayo ha despertado muchos debates y, por ello, nos parece necesario hacer una valoración de lo que ha sucedido. A este respecto partimos del análisis inmediato que hacía el editorial de Información Obrera, que decía que “lo que habría que preguntarse es por qué una gestión de la sanidad, la educación y los servicios públicos nefasta por parte del Gobierno Ayuso le ha permitido, a pesar de todo, ganar de nuevo las elecciones. Habrá quien le eche la culpa a la población trabajadora, pero el resultado no es otra cosa que el balance que esa población hace del Gobierno del Estado que pretende llamarse progresista”.
Para este balance, partimos de un primer hecho: el carácter limitadamente democrático de estos procesos electorales, en particular por la influencia tan determinante de los medios de comunicación, es decir, del capital que los controla. Basta pensar en cómo se decidió alzar -y más tarde caer- a C’s.
No es la primera vez
Para quienes se rasgan las vestiduras tras la victoria de Ayuso, hay que recordar un hecho: desde hace 26 años, el Partido Popular gobierna en la Comunidad de Madrid, sin interrupción alguna, y con mayorías incluso mayores. Hubo mayorías absolutas del PP en 1995 y 1999 con Gallardón (con el 51% y el 52% de los votos); en 2003, 2007 y 2011 con Esperanza Aguirre (con el 49%, 53% y 52% de los votos). Este último, tras 2 años de conocerse el escándalo de corrupción de la Gürtel. Sólo en 2003 ganaron las izquierdas, una mayoría mínima por un diputado. Pero vino el “tamayazo”, la compra de dos diputados del PSOE, que rompió esa mayoría y obligó a repetir las elecciones.
Lo que ha habido en estas elecciones es, de alguna manera, una vuelta a la situación de 1995-2011, con una reorganización del mapa de las derechas, la desaparición de Ciudadanos, el estancamiento relativo de Vox y la suma de la inmensa mayoría de sus votos en la candidatura de Ayuso.
Para algunos, la cosa tiene una explicación simple: “Madrid es de derechas” Bueno, hay que reconocer la base material que aportan a las derechas en Madrid los cientos de miles de personas cuyos privilegios están ligados a la pervivencia del legado franquista en el Estado monárquico (fuerzas armadas y policiales, judicatura, jerarquía católica, etc.), así como los multimillonarios que se afincan allí buscando las ventajas fiscales que les han garantizado a lo largo de 26 años los gobiernos del PP. Pero esos votos “seguros” no pueden ocultar el hecho de que Madrid sigue siendo una Comunidad donde la clase trabajadora es amplia mayoría.
Más valdría, en lugar de invocar la fuerza del destino y echarle la culpa a la población trabajadora, analizar por qué esa población obrera ha vuelto a dar la espalda a las fuerzas políticas que dicen representarla.
Las cifras cantan
En estas elecciones, la participación ha sido del 76,25%, frente a un 64,27% en 2019. Han votado 3.644.577 personas. En 2019 votaron 3.251.386. Es decir, han votado 393.191 personas más.
El PP ha sacado 1.620.213 votos, frente a 719.852 en 2019. Ha ganado 900.361, más que duplicando sus votos. Ha concentrado el voto de las derechas y se ha comido los votos perdidos por Ciudadanos y, posiblemente, parte de los perdidos por el PSOE. Vox ha obtenido 330.660 votos, frente a 287.667 en 2019. Ha ganado 42.993 votos. Ciudadanos ha tenido ahora 129.216 votos, frente a los 629.940 que consiguió en 2019. Se le han ido 500.724.
En resumen, la suma de las tres derechas se ha incrementado en 442.630 votos. En total, suman 2.080.089.
Más Madrid ha sacado 614.660 votos, frente a 475.672 en 2019. Ha ganado 138.988 votos. El PSOE ha obtenido 610.190 votos, frente a 884.216 en 2019. Ha perdido 274.026 votos. Unidas Podemos ha tenido ahora 261.010 votos, frente a los 181.231 que consiguió en 2019. Ha sumado 79.779.
La suma de las tres izquierdas se ha reducido en 55.259 votos. En total, suman 1.485.860 votos. No solo pierden votos. Sino que no ganan de nuevos votantes y esto expresa un rechazo político. Y la ventaja de Más Madrid es que no está en el gobierno.
Las tres derechas sacan, en conjunto, 594.229 votos más que las izquierdas. Eso quiere decir, que el incremento de participación -393.191 personas- ha ido todo a las derechas. Dicho de otra manera, los llamamientos a “parar a los fascistas” no han movilizado el voto obrero en su conjunto (que ha bajado 55.259 votos), y probablemente han servido para movilizar a sectores de las derechas.
El PP, fuerza más votada en localidades y barrios obreros
Hay que señalar que el PP es la fuerza más votada en todos los municipios de Madrid, salvo en tres muy pequeños. Y lo es, incluso, en todas las localidades del cinturón obrero de Madrid (aunque, en casi todas ellas, la suma de las izquierdas supera a la de PP + Vox). Veamos las cifras:
Alcalá de Henares 42.645 al PP y 9.736 a Vox frente a 15.540 a Más Madrid, 19.926 al PSOE y 7.017 a Unidas Podemos.
Getafe 36.176 al PP y 8.663 a Vox frente a 19.880 a Más Madrid, 23.671 al PSOE y 9.758 a UP.
Leganés 37.667 al PP y 8.418 a Vox frente a 20.419 a Más Madrid, 24.525 al PSOE y 9.234 a UP.
Móstoles 46.180 al PP y 10.475 a Vox frente a 19.706 a Más Madrid, 22.719 al PSOE y 8.536 a UP.
Parla 18.494 al PP y 6.578 a Vox frente a 9.831 a Más Madrid, 11.618 al PSOE y 5.121 a UP.
Rivas-Vaciamadrid 18.125 al PP y 3.765 a Vox frente a 13,386 a Más Madrid, 9.142 al PSOE y 5.929 a UP.
Lo mismo sucede con los barrios obreros de Madrid:
Carabanchel 46.295 al PP y 8.874 a Vox frente a 23.826 a Más Madrid, 22.269 al PSOE y 10.709 a UP
Vallecas 29.909 al PP y 7.347 a Vox frente a 25.690 a Más Madrid, 25.461 al PSOE y 15.826 a UP
Villaverde 22.930 al PP y 5.206 a Vox frente a 14.717 a Más Madrid, 15.543 al PSOE y 6.658 a UP
¿Cómo se explica esto?
No cabe duda de que la pérdida de votos de las izquierdas, concentrada en el PSOE, es la expresión del rechazo obrero a una política, la del gobierno de coalición “progresista”.
El gobierno, con todas sus componentes, ha dejado a los partidos franquistas la bandera de la libertad, del trabajo, incluso de los derechos (ver la campaña el domingo por la noche de la supresión de la declaración compartida). Es inaudito, los partidos de izquierda han sido los valedores de los confinamientos irresponsables. De la ley mordaza, de la patada en la puerta, de culpabilizar a los jóvenes. Una política que apartaba a muchos jóvenes normales de la idea de votar por ellos…
Las promesas de derogar las reformas laborales siguen sin cumplir, y se habla ahora del “estatuto de los Trabajadores del siglo XXI”, pomposo nombre que encubre una nueva reforma laboral. La Ley Mordaza no sólo sigue en pie, sin que el ministro Marlaska se ha convertido en su más acérrimo defensor. Lejos de derogar las reformas de pensiones, el Ministro Escrivá multiplica las propuestas de una nueva reforma (que se han comprometido ya con Bruselas) con un solo objetivo: bajar el gasto en pensiones.
Se anuncian miles de despidos en la industria, el comercio, la banca, la hostelería, y el gobierno no hace nada.
Y está, además, la gestión de la pandemia. El gobierno ha dejado hacer a cada autonomía a su gusto, y no ha tomado ninguna medida ni en temas tan graves como lo sucedido en las residencias en la primera ola. A falta de cualquier otra medida, el gobierno y las “izquierdas” que lo sostienen y apoyan han actuado como acérrimos defensores de los confinamientos y los cierres, que han provocado la ruina de millones y graves consecuencias materiales y psicológicas para la inmensa mayoría.
El Gobierno saca pecho con el “escudo social”, pero los ERTE, principal medida de ese escudo, mantiene a cerca de 700.000 trabajadores, desde hace más de un año, perdiendo, como mínimo, el 25% de sus salarios. Y el Ingreso Mínimo Vital, la otra “gran medida” sigue sin llegar a las dos terceras partes de las personas que se prometió que iban a percibirlo. El delegado del Gobierno, José Manuel Franco –que acaba de dimitir como Secretario del PSOE de Madrid- prohibía las manifestaciones populares mientras permitía actos fascistas y antisemitas.
Las medidas que se anuncian son nuevos ataques a la población trabajadora, como la supresión de la bonificación por declaración conjunta en el IRPF o el anuncio de introducir peajes por el uso de las autovías. Todo menos hacer pagar a la banca y las multinacionales y subirles los impuestos a los ricos.
A esto hay que sumar la pasividad de las direcciones de los principales sindicatos, su apoyo al gobierno que no cumple ni una sola de sus reivindicaciones.
La situación de la juventud es desesperada. Al 40% en paro y sin perspectivas de trabajar, se suma la situación de la juventud escolarizada, a la que les han sustituido la enseñanza presencial, la única verdadera, por una pantalla. Y encima sufren una ofensiva de criminalización de la juventud, que lleva un año sin poder divertirse. ¿Se quejará alguien de la “irresponsabilidad” de estos jóvenes que han dado la espalda a las “izquierdas” en las urnas?
Una parte al menos del voto a Ayuso en los barrios y localidades obreros expresa el rechazo al confinamiento, a la ruina de miles de pequeños propietarios y comerciantes, la miseria de los ERTE (más de un año perdiendo, como poco, un 25% del salario).
Un profundo vacío político
Los resultados de estas elecciones ponen de manifiesto el profundo vacío político de la clase trabajadora y los otros sectores populares. En relación a la Mayoría social, no hay Partido que represente sus reivindicaciones. Ayudar a levantar esa representación política es la tarea más importante. Y sólo puede hacerse desde la defensa de los derechos, de los servicios públicos, de las conquistas democráticas, de los derechos de los pueblos, de las reivindicaciones, en suma, abriendo, a la vez, la vía a un cambio político y social, a la República del pueblo y para el pueblo.