Carta Semanal 884 en catalán
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La decisión del gobierno Sánchez de modificar públicamente su posición sobre el Sahara Occidental ha levantado una ola de protestas en las diferentes fuerzas políticas del país. Así el miércoles 6 de abril una Proposición No de Ley (PNL) fue votada por la mayoría del Congreso (del PP a Bildu contra el PSOE y con Cs y Vox absteniéndose), cuyo texto condenaba la decisión de Sánchez, que arguye competencias presidenciales para decidir sobre el tema (decisión que difícilmente se puede hacer sin acuerdo con el Rey como jefe del Ejército)
Es normal que este tema de gran sensibilidad entre importantes sectores de los militantes obreros y demócratas de este país levante ampollas.
Para los que aprobaron la PNL, se trataría del derecho de autodeterminación, un principio elemental de la democracia. Derecho, sin embargo, que se ha olvidado cuando se trata de asuntos domésticos (como los pueblos de España) o que se ha manipulado a fondo para destruir estados construidos en la lucha contra el nazismo como la Federación Yugoslava.
La cuestión del Sahara Occidental, en su contexto
Para abordar esta cuestión, es necesario plantear, en primer lugar, una primera pregunta: ¿es posible separar el derecho de autodeterminación de un sector del pueblo saharaui del conjunto de los demás pueblos de Marruecos, país que sufrió hasta 1956 la opresión colonial de la dictadura franquista y el régimen francés?
Porque en primer lugar el pueblo saharaui no se limita a la antigua colonia española, sino que abarca varios países actuales (incluido Argelia). ¿Por qué, por tanto, no se reclama este derecho a todos los países de la región?
¿Por qué no se integra este derecho al combate común de todos los pueblos de Marruecos contra la Monarquía alauita, agencia del imperialismo? Monarquía que fue instaurada por el ejército español y francés contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN) que luchaba por la independencia, la unidad y la soberanía del país. Contra el ELN, los gobiernos francés y español organizaron una acción militar conjunta, la operación Ecouvillon, con la connivencia del rey de Marruecos, Mohamed V.
ELN en el cual participaban entonces los primeros fundadores del Frente Polisario, el cual gozó de las armas que el ejército español dejó, y hoy está encuadrado militarmente por el ejército argelino.
El Alto Mando del ejército argelino que sigue manteniendo el poder real en Argelia, ha anulado buena parte de las conquistas de la independencia (en particular la nacionalización del petróleo) y sigue manteniendo en los hechos un régimen de partido único. El ejército argelino utiliza la causa saharaui, sólo como parte de su competencia con Marruecos en relación con su sometimiento al imperialismo francés y norteamericano.
Al mismo tiempo la Monarquía alauita de Marruecos utiliza el Sahara como excusa para imponer la Unión Nacional en torno a si misma a todas las fuerzas políticas del país.
El papel de la corona española
La situación actual del Sahara es consecuencia de la retirada apresurada de las tropas españolas, en 1975, una operación organizada en persona por el entonces “Príncipe de España”, Juan Carlos de Borbón, de acuerdo con los EEUU. Próximo a subir al trono, quería a toda costa evitar implicar al ejército español en una guerra colonial contra Marruecos, viendo el ejemplo del vecino Portugal, donde la guerra colonial llevó a la revolución del 25 de abril.
El Borbón hizo, en noviembre de 1975, una visita sorpresa a las tropas españolas en El Aaiún. Mientras hace promesas públicas de que “España no dará un paso atrás, cumplirá todos sus compromisos, respetará el derecho de los saharauis a ser libres” y asegura que “vuestro comandante en jefe estará aquí, con todos vosotros, en cuanto suene el primer disparo”, organiza la “operación golondrina”, una evacuación apresurada de la colonia. Tan apresurada que deja en manos del Frente Polisario armas y bagajes que le permitirán iniciar la guerra contra Marruecos.
El entonces gobernador general del Sáhara Occidental, el general Federico Gómez de Salazar –que participó en la guerra civil al mando de tropas mercenarias marroquíes, y más tarde en la División Azul- declaraba entonces que “(…) En una conflagración armada puedo asegurarles que hubiéramos obtenido una gran victoria sobre Marruecos en menos de 24 o 48 horas, pero por no hacer esta matanza (sobre la Marcha Verde) y por salvaguardar la paz desistimos de la violencia y llegamos a un acuerdo”. Y añadía que “España tiene la conciencia tranquila por haber hecho todo lo posible por concederles la autodeterminación, pero las constantes acciones de este Frente (Polisario) nos han obligado a aceptar esta postura tripartita (…)”.
¿Quién manda en realidad?
Cierta prensa de derechas -curiosamente respaldada con algunos que se consideran de izquierdas- lanza sus ataques contra el sátrapa marroquí y la capitulación de Sánchez ante él. Aparte del tufo racista de estos epítetos, y como si el rey de España no fuera de la misma calaña al tiempo de ser el representante del país colonizador. Sin embargo, fácil es comprobar que ni el rey de Marruecos, ni el de España y menos Sánchez tienen en este caso poder decisorio.
La historia es larga y va desde la negativa de Franco a devolver a Marruecos, en el momento de su independencia, una parte importante de su territorio (Ceuta, Melilla, Ifni, el Sahara…) negando la unidad nacional marroquí, hasta que los EEUU se metieron en el asunto.
Partamos del plan Baker en 1997 hasta la versión modificada (tomando como ejemplo el Estado de las autonomías español) de 2007.
En diciembre de 2020, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una declaración reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. La Casa Blanca señaló entonces que esa decisión formaba parte del acuerdo para el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre Marruecos e Israel (decisión que cuenta con el rechazo masivo del pueblo marroquí). La administración Biden ha ratificado esa decisión.
A primeros de marzo la subsecretaria de Estado norteamericana Wendy Ruth Sherman viajó a Rabat, Argel y Madrid. De inmediato Sánchez escribe al rey marroquí para repetir lo que dice la actual administración Biden (que por cierto ya había avanzado el gobierno alemán bajo Merkel): que la solución más adecuada para el Sahara occidental es una autonomía en el marco del régimen. Por tanto, la “decisión” de Sánchez –por más que trate de presentarla como una concesión a Marruecos para que apoye el cerrojo a la inmigración tras las vallas de Ceuta y Melilla- no es sino una muestra de sumisión a los dictados del amo yanqui.
El régimen autonómico que se otorgaría al Sahara abre el melón de otras posibles autonomías, que se extendería a todo el territorio de Marruecos. Recordemos que el viejo proyecto de autonomización del país fue aplaudido en su momento por los capitalistas españoles que buscaban invertir en el RIF si se creaba una “zona franca”.
¿Por qué el imperialismo norteamericano ha optado por esta “solución”?
Hasta la declaración de Trump, el gobierno de los EEUU defendía formalmente el llamado Plan Baker, aprobado por la ONU en 2003 (no en vano su autor era el ex secretario de Estado de los propios EEUU, James Baker).
El cambio de posición, es consecuencia de la nueva situación internacional, marcada por la retirada de los EEUU de Afganistán, constatación de que ya no tienen la capacidad de actuar como gendarme mundial. Una situación agravada por la guerra en Ucrania. Para los USA el régimen marroquí ocupa un lugar importante en relación a la defensa de Israel y la opresión de los palestinos, y es un estado tapón en relación al África subsahariana. En esta zona, el hundimiento de todos los gobiernos títeres dependientes del imperialismo francés y el fracaso de su presencia militar hacen temer una emigración más que masiva. Reforzar la Monarquía alauita es una necesidad del “orden mundial” y la monarquía española tiene interés en ello.
Para Argelia, sin dejar de ser importante, la “cuestión saharaui” es simplemente una baza. Además le permite vender el gas y el petróleo al alza.
¿Quién pierde? De entrada, los trabajadores y los pueblos de Marruecos, incluidos los saharauis.
Una “legalidad internacional” contra los pueblos
Algunas críticas a la decisión de Sánchez se apoyan en una supuesta “legalidad internacional”. Pero esta legalidad se basa en el reconocimiento de la responsabilidad y el derecho del colonizador: España y Francia, en el caso de Marruecos. Una legalidad basada, por tanto, en las masacres de las guerras coloniales, de 1909, de 1922, de 1924 (incluyendo bombardeos con armas químicas) contra la población marroquí.
Se pretende presentar a la ONU como defensora de derechos. No nos dejamos engañar por ese argumento. La ONU creó el Estado de Israel masacrando y expulsando a la población palestina, permitió el embargo contra Irak (que tuvo como consecuencia que 1,5 millones de personas fallecieran entre 1990 y 1998 por esa causa, según la propia ONU), y la lista es larga. La ONU no es más que una “caverna de bandidos” utilizando la caracterización que hacía Lenin de su antecesora, la Sociedad de Naciones.
Sólo los pueblos pueden abrir una solución, sin injerencias imperialistas
La única legalidad que pueden reconocer los trabajadores y los pueblos es la que rechaza la injerencia imperialista de los EEUU y su subsidiaria Monarquía española y por supuesto en ningún caso su sub agencia la monarquía alauita.
Como militantes obreros internacionalistas consideramos que, viviendo en un país imperialista como España, “el enemigo está en nuestro país”. Es por ello que luchamos contra toda injerencia del gobierno español en Marruecos y por la devolución de Ceuta, Melilla y demás enclaves coloniales a Marruecos al tiempo que exigimos la devolución de Gibraltar y la retirada de las bases norteamericanas de la península ibérica.
Somos solidarios de todos los pueblos de Marruecos, de su lucha unida -incluyendo al pueblo del Sahara occidental -contra la injerencia imperialista y su agencia local, el rey de Marruecos que, además, apoya al Estado de Israel. Sólo los pueblos del Magreb, árabes, bereberes, saharauis, pueden abrir una solución democrática a la situación de la zona. La decisión de Trump, Biden y Sánchez intenta cerrar el camino a una solución democrática para el Magreb, solución que sólo puede partir de una unión libre de pueblos, liberados de toda injerencia extranjera, desde la Monarquía española a la ONU y la Unión Europea.
Y combatimos en nuestro país para que el millón de trabajadores marroquíes gocen de todos los derechos, contra el trabajo esclavo en la recolección de cosechas, contra el cupo machista de trabajadoras marroquíes, que sólo selecciona a mujeres con hijos menores de edad para el trabajo en la recolección de la fresa, contra toda manifestación de racismo, y, en primer lugar, contra la infame Ley de Extranjería. Recordemos que tras la entrevista de Sánchez con Mohamed VI se ha acordado que Marruecos acogerá a los inmigrantes “irregulares” que España expulse. (Hablaremos de ello con más detenimiento)