De cara al nuevo año: La voluntad de lucha existe, sólo hace falta organizarla

(publicado en la Carta Semanal 507)

Carta-507El 8 de enero pasado, varios miles de personas desfilaban en Madrid acompañando a los trabajadores y trabajadoras de Coca-Cola que luchan por el cumplimiento de la sentencia de la Audiencia Nacional que anula su ERE y obliga a su readmisión. Los enfermos de hepatitis C mantienen un encierro en el Hospital 12 de octubre y han organizado el día 10 una marcha hacia la Moncloa. Decenas de miles han desfilado exigiendo tratamientos para todos y que no se sacrifique su vida por los recortes de presupuesto y para respetar los beneficios de las inversiones especulativas de una multinacional farmacéutica.

2014 ha sido un año de grandes combates de clase. Un año que ha visto la victoria de los vecinos del Gamonal en Burgos, la derrota de los planes de privatización sanitarios en Madrid y Castilla-La Mancha, las victorias en los conflictos de barrenderos de Madrid y Alcorcón, de Aserpinto, de alumbrado y jardinería. La defensa de la enseñanza pública ha tenido episodios tan relevantes como la huelga de Baleares. Y la lucha contra el procesamiento de sindicalistas ha dado pasos importantes en defensa de los de Airbus y otros. A finales de año la reforma laboral de Rajoy era herida de muerte por una sentencia del Tribunal Supremo que mantiene la ultraactividad de los convenios, una sentencia que sólo ha sido posible por la resistencia obrera contra la aplicación de esa reforma, resistencia que se apoya en la negativa de las dos grandes confederaciones a aceptarla. Del mismo modo que la sentencia que anuló el ERE de Coca-Cola era el resultado de la lucha de los trabajadores que se negaron a negociar sus despidos.

También en el terreno político general, la lucha de trabajadores y pueblos ha dado pasos muy importantes. El 2 de junio cientos de poblaciones veían concentraciones muy nutridas contra la sucesión del Borbón, por la República. El 11 de septiembre y el 9 de noviembre el pueblo catalán se movilizaba por millones para acabar con la opresión de este régimen, con participación decidida de los sindicatos de los trabajadores. Y las movilizaciones en defensa del derecho al aborto obligaron a retirar el proyecto de ley de Gallardón.

Los trabajadores mantienen su resistencia y buscan una salida a pesar del obstáculo que significa la política de «Diálogo Social» que ha impedido una acción de conjunto de la clase desde que tras la huelga general del 14 de noviembre de 2012 los dirigentes decretaron una tregua unilateral al gobierno.

Sin duda, en este año, la clase trabajadora ha sufrido graves golpes. Los salarios han seguido bajando, el porcentaje de trabajadores cubiertos por la negociación colectiva ha descendido, los recortes en la Sanidad y la enseñanza se han mantenido o incluso profundizado… pero a pesar de todo el gobierno Rajoy no ha conseguido el objetivo que le habían marcado el capital financiero y la Unión Europea: derrotar completamente a la clase trabajadora. De ese fracaso viene, precisamente, la crisis abierta en el régimen. Y no lo ha conseguido por la resistencia encarnizada de la clase trabajadora, que se ha apoyado en sus organizaciones para el combate, pasando por encima o imponiéndose incluso a la voluntad de algunos dirigentes que -estos sí- llevan la derrota en sus corazones.

La semana pasada El País publicaba un artículo en el que explicaba que el gobierno Rajoy no tiene ningún proyecto legislativo para el año 2015. Se trata de un gobierno zombi que no acaba de morir porque nadie se propone darle el tiro de gracia.

Entonces, ¿por qué esperar a 2016?

A pesar de la extrema debilidad del gobierno, de su altísima impopularidad, todos los dirigentes, desde el PSOE a Podemos, nos dicen que hay que esperar a las elecciones de finales de 2015 (o principios de 2016). El propio Ignacio Fernández Toxo explicaba a una delegación de la Plataforma de Sindicalistas que derogar la reforma laboral no estaba en la agenda inmediata, que había que esperar a un “cambio de ciclo político”. Cándido Méndez venía a decir lo mismo. ¿Y hasta entonces? Como mucho, paliar la situación de los “más desfavorecidos” con ayudas como los 426 euros.

Este respeto al calendario electoral tiene sus consecuencias: un año más de deterioro acelerado de los servicios públicos, más rebajas de salarios, mantenimiento de los procesos a 300 sindicalistas, tramitación de la Ley-mordaza que criminaliza las protestas sociales y la libertad de expresión, desarrollo de la campaña de enfrentamiento con el pueblo catalán….

La combatividad demostrada por grandes sectores de la clase trabajadora exigiría otra estrategia. Una estrategia que pasa por organizar en unidad la movilización contra el gobierno Rajoy, para exigir la derogación inmediata de las contrarreformas o su dimisión.

¡Por una gran marcha unitaria a Madrid!

Esta estrategia de organizar la movilización debería tener una concreción inmediata: la organización de una gran marcha de millones a Madrid que se base en esas exigencias. Una marcha que debe prepararse desde ya, en unidad, sin exclusiones (menos aún excluyendo, como pretenden algunos en nombre de la “pureza”, a las grandes confederaciones obreras). Una marcha que debe tener un objetivo preciso: obligar al gobierno Rajoy a ceder o a irse, y no la glorificación de tal o cual líder.

Todas las fuerzas de la clase trabajadora deben ponerse a disposición de este objetivo. En primer lugar, organizando la más amplia campaña para que los dirigentes de UGT y CCOO rompan todo lazo con el gobierno corrupto y reaccionario y dediquen todas las fuerzas de ambas confederaciones a organizar la marcha. Combatiendo al mismo tiempo la división que organizan algunos “desde la izquierda” para excluir a CCOO, UGT y sus militantes de esta movilización. ¿Cómo va hacerse una marcha de este tipo sin contar con los de Coca-Cola, que se han organizado con sus sindicatos, sobre todo a través de CCOO?

Vivimos la contradicción siguiente: en cada conflicto los trabajadores cuentan con y utilizan las secciones sindicales existentes, mayoritariamente de CCOO y UGT, pero la política de la mayoría de las direcciones de las confederaciones, de tregua al Gobierno, dificulta enormemente la necesaria solidaridad activa con los conflictos en curso además de una acción de conjunto.

Es una necesidad imperiosa unir fuerzas para acabar con este gobierno; la exigencia de Marcha unitaria a Madrid encabezada por las organizaciones sindicales y también políticas corresponde a las necesidades más inmediatas…

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