Carta Semanal 904 en catalán
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Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania, aparece como el héroe del momento. Durante meses, el jefe de Estado ucraniano ha estado en los titulares, abriendo noticieros, inaugurando el Festival de Cine de Cannes, arengando parlamentos, felicitando y amonestando a sus colegas al frente de estados diez veces más poderosos que él. El último episodio ha sido la reunión que mantuvo- por videoconferencia- con mandatarios de 60 países, que le aplaudieron y animaron a continuar la guerra “hasta la victoria final”, hasta la expulsión de las tropas rusas del Donbas y de Crimea. Es decir, acumulando nuevos sufrimientos para los pueblos ruso y ucraniano y para todos los pueblos de Europa.
De las promesas… a los hechos
Este actor y productor de cine y televisión fue elegido presidente en 2019, con el 73,2% de los votos prometiendo poner fin a la corrupción, llevar a Ucrania por el camino del progreso y la civilización, y sobre todo firmar la paz con los rusoparlantes del Donbas.
Pero, tan pronto como fue elegido, traicionó todas sus promesas, de manera que su índice de popularidad caía al 23% en enero de 2022.
En mayo de 2019, para satisfacer a sus patrocinadores oligarcas, el nuevo presidente lanzó un programa masivo de privatización del suelo de cuarenta millones de hectáreas de buenas tierras agrícolas con el pretexto de que la moratoria sobre la venta de tierras habría hecho perder miles de millones de dólares para el PIB del país. A raíz de los programas de “descomunización” y “derusificación”, lanzó una vasta operación de privatización de activos estatales, austeridad fiscal, desregulación de las leyes laborales y desmantelamiento de los sindicatos, lo que enfureció a la mayoría de los ucranianos que no habían entendido lo que su candidato quería decir con “progreso”, “occidentalización” y “normalización” de la economía ucraniana.
Cuando se trata de corrupción, el historial no es mejor. En 2015, The Guardian estimó que Ucrania era el país más corrupto de Europa. En 2021, Transparencia Internacional, una ONG occidental con sede en Berlín, clasificó a Ucrania en el puesto 122 en el mundo por corrupción, cerca de la odiada Rusia (136). No es brillante para un país que pasa por un dechado de virtud frente a los bárbaros rusos. ¡La corrupción está en todas partes, en ministerios, administraciones, empresas públicas, parlamento, policía e incluso en el Tribunal Superior de Justicia Anticorrupción según el Kyiv Post! No es raro ver a jueces conduciendo Porsches (En un país que en 2020 tenía un ingreso per cápita de $ 3726), observan los periódicos.
Hechos probados de corrupción
El principal patrocinador de Zelensky, Ihor Kolomoisky, no es el menor de esos oligarcas que se benefician de la corrupción imperante: el 5 de marzo de 2021, Anthony Blinken, que probablemente no podría hacer otra cosa, anunció que el Departamento de Estado de los Estados Unidos había bloqueado sus activos y le había prohibido la entrada en los Estados Unidos debido a “una participación por un hecho significativo de corrupción”. Es cierto que Kolomoisky fue acusado de malversar 5.500 millones de dólares del Privatbank, de propiedad estatal. Casualmente, el bueno Ihor también era el mayor accionista del holding petrolero Burisma, que empleaba al hijo de Joe Biden, Hunter, por una modesta compensación de 50.000 dólares al mes, y que ahora está siendo investigado por el fiscal de Delaware (…)
Es este mismo Kolomoisky, quien ha hecho toda la carrera de actuación de Zelensky y quien está implicado en el caso Pandora Papers revelado por la prensa en octubre de 2021. Estos documentos revelaron que desde 2012, el canal de televisión 1+1 perteneciente al oligarca había pagado nada menos que 40 millones de dólares a su estrella Zelensky desde 2012 y que este último, poco antes de ser elegido presidente y con la ayuda de su estrecha guardia de Kryvyi Rih , los dos hermanos Shefir, uno de los cuales es el autor de los escenarios de Zelensky y el otro el jefe del Servicio de Seguridad del Estado (SBU) y el productor y propietario de su sociedad de producción conjunta Kvartal 95, había transferido prudentemente sumas considerables a cuentas offshore abiertas a nombre de su esposa, al tiempo que adquiría tres apartamentos no declarados en Londres por la suma de 7,5 millones de dólares. Su casa en Italia se ha alquilado por 50.000 euros al mes… a unos rusos.
Este arte de la optimización fiscal y esta asociación asidua con oligarcas que son polémicos por decir lo menos no argumentan a favor de un compromiso presidencial incondicional contra la corrupción.
Represión
No parece Zelensky un entusiasta de la libertad de prensa. En febrero de 2021, cerró tres canales de oposición considerados prorrusos, NewsOne, Zik y 112 Ucrania. El Departamento de Estado da la bienvenida a este ataque a la libertad de prensa al afirmar que Estados Unidos apoya los esfuerzos ucranianos para contrarrestar la influencia maligna de Rusia.
Un decreto presidencial obliga a todos los canales a emitir una sola campaña, progubernamental por supuesto. Recientemente, la caza de brujas incluso se ha extendido al bloguero crítico más popular del país, el ucraniano Navalny, Anatoliy Shariy, que fue detenido el pasado 4 de mayo por las autoridades españolas a petición de la policía política ucraniana.
La purga fue aún más dura para los partidos políticos. Diezmó a los principales oponentes de Zelensky. En la primavera de 2021, la casa del principal de ellos, Medvedchuk, acusado de ser cercano a Putin, fue saqueada y su propietario puesto bajo arresto domiciliario. El 12 de abril, el diputado fue internado por la fuerza en un lugar secreto, visiblemente drogado, privado de visitas, antes de ser exhibido en la televisión y ofrecido a cambio de la liberación de los defensores de Azovstal, desafiando todos los Convenios de Ginebra (…).
En diciembre pasado, fue Petro Poroshenko, el rival derrotado por Zelensky en las presidenciales, y que subía en las encuestas, quien fue acusado de traición. El 20 de diciembre de 2021, el sitio web oficial de SBU declaró que era sospechoso de cometer delitos de traición y apoyo a actividades terroristas. El ex presidente, que era un feroz antirruso, fue acusado de “hacer que Ucrania dependa energéticamente de Rusia y de los líderes de las pseudo-repúblicas controladas por Rusia”.
El 3 de marzo, fueron los activistas de la izquierda Lizvizia quienes sufrieron una redada por parte del SBU y fueron encarcelados por docenas. Luego, el 19 de marzo, la represión golpeó a toda la izquierda ucraniana. Por decreto, once partidos de izquierda están prohibidos: el Partido por la Vida, la Oposición de Izquierda, el Partido Socialista Progresista de Ucrania, el Partido Socialista de Ucrania, la Unión de Fuerzas de Izquierda, los Socialistas, el Partido Sharyi, el Nuestro, el Bloque de Oposición, el Bloque Volodymyr Saldo.
Una reforma laboral que arrasa los derechos
En este año, Zelensky ha promulgado dos leyes que suponen una reforma laboral que arrasa los derechos de la clase trabajadora de Ucrania.
La ley 2136, “ley sobre relaciones laborales en condiciones de guerra”, presentada como una medida de excepción, elimina derechos elementales de los trabajadores ucranianos. Permite a los patronos “suspender el contrato de trabajo” alegando motivos de fuerza mayor provocados por la guerra. Pueden, sin despedir al trabajador, dejarlo sin salario y convocarlo cuando sea necesario. También las libera de pagar el trabajo ya realizado, es decir, que pueden pagar cuando lo deseen. Bastará con que digan que por hechos de guerra no pudieron pagar a tiempo. De la misma manera, habilita a las empresas a suspender los convenios colectivos. También prohíbe las protestas callejeras de los sindicatos.
La ley 5371 permite a las empresas de hasta 250 trabajadores establecer contratos individuales que no respeten las condiciones mínimas exigidas por la ley, incluso las normas mínimas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En estos casos, los empresarios tendrán vía libre para negociar con el trabajador de manera individual los salarios, las horas de trabajo y las condiciones del contrato. Afectaría, de entrada al 70% de los trabajadores, que laboran en pequeñas y medianas empresas. Pero los sindicatos denuncian que las grandes empresas podrán subdividirse en pequeñas sedes para acoplarse a la norma y así eliminar los convenios colectivos. También permite el Estado confiscar las propiedades y las sedes de los sindicatos.
Como señalan los propios autores del proyecto, se trata de eliminar las conquistas sociales ganadas bajo la URSS: Para ellos, las relaciones laborales en Ucrania “siguen estando reguladas por el anticuado Código Laboral aprobado en 1971 y desarrollado bajo las condiciones de la economía de comando soviética”.
Según Nataliia Lomonosova, del thinktank ucraniano Cedos, en los círculos gubernamentales se habla de que el Estado ucraniano “no puede permitirse la asistencia social, las prestaciones laborales o la protección de los derechos laborales” a causa de la guerra.
Zelenski y su régimen tienen características comunes con Putin y el suyo. La principal, el dominio de los oligarcas salidos del antiguo partido estalinista, que viven del saqueo de la propiedad del pueblo y buscan su lugar en el mercado mundial. En el caso de Zelenski, al servicio directo del imperialismo y la OTAN. Y es al servicio de ellos que liquida su país, privatiza las tierras e intenta desmantelar todas las libertades y derechos.
La OTAN y LA UE dicen que defienden Ucrania porque defiende “nuestros valores” y en efecto la política de Zelenski es la expresión más acabada de los “valores” de la UE: dominio absoluto de las multinacionales, valores que todos los gobiernos de la UE y la OTAN intentan aplicar.
En la guerra de Ucrania solo hay un campo que defender: el de los pueblos ruso, ucraniano, y de toda Europa, que sufren las consecuencias de la guerra.
¡Ni OTAN, ni Putin!
¡Abajo la política de guerra, ni un euro para la guerra!
* Buena parte de la información utilizada en esta Carta se ha extraído de un artículo publicado por Guy Mettan, diputado democratacristiano suizo y antiguo redactor en jefe de La Tribune de Genève.