(Publicado en la Carta Semanal 519)
La evolución de la situación política francesa tiene un impacto directo en los acontecimientos del Estado español. El hecho de que las principales confederaciones obreras, la CGT y FO se negaran a participar en la Conferencia Social a fines del año pasado y no firmaran después el Pacto de Responsabilidad (equivalente al pacto social) y se pronunciaran contra la ley Macron (verdadero plan de austeridad) es uno de los elementos clave de la situación política que la inmensa mayoría de la prensa oculta.
Estas centrales sindicales, junto con Solidaires (comparable a la CGT española) y la FSU (sindicato mayoritario en la enseñanza) llaman a una jornada de huelga con manifestaciones, particularmente en París, el 9 de abril contra la ley Macron. Puede ser el punto de partida de la movilización general de uno de los proletariados más fuertes de Europa. La sección de la IV Internacional en Francia, que con otros sectores obreros construye el Partido Obrero Independiente, participa en la preparación de esta jornada a través de sus militantes, insertos en los sindicatos.
La búsqueda de la clase obrera de su acción como clase se combina con la crisis institucional, único aspecto que –de manera extremadamente deformada– presentan los medios de comunicación. Hay una crisis política abierta que sacude las instituciones del régimen de la V República y de todos los partidos. En las elecciones provinciales que se han desarrollado en dos vueltas el 22 y el 29 de marzo, al margen de la importancia de estas instituciones (equiparables a las diputaciones) lo que se juzgaba era la política seguida durante tres años por el gobierno Hollande. No olvidemos que el presidente Hollande intentó en un primer momento aparecer como una “esperanza” para la izquierda europea. Es importante por tanto señalar el resultado real de estas elecciones.
Debacle del Partido Socialista en el gobierno y abstención masiva
Repitámoslo, estas elecciones eran eminentemente políticas. Lo que estaba en juego era la aceptación o no de la política del Gobierno. La realidad, tanto en la primera como en la segunda vuelta (los porcentajes han sido prácticamente los mismos) es que la abstención ha alcanzado el 50%, y a ella se debe sumar un millón y medio de votos blancos y nulos. O sea, prácticamente el 53%. El partido del gobierno, el Partido Socialista, pierde la mitad de su electorado y casi la mitad de las provincias en las que gobernaba. Esta es la realidad por encima de los discursos de unos u otros. Pero no olvidemos que esta abstención se suma a la creciente abstención en todas las convocatorias electorales y tiene un carácter fundamentalmente obrero. según una encuesta del Instituto Ipsos el 64% de los obreros no fueron a votar, lo cual echa por el suelo la afirmación de que el voto obrero va a la extrema derecha representada por el Frente Nacional de Marine Le Pen.
Recomposición del voto de derechas
Al mismo tiempo hay un fenómeno de recomposición del voto de derechas, con un crecimiento del Frente Nacional a expensas de la UMP, el partido de Sarkozy, que ganando 10 puntos en porcentaje en relación con las últimas elecciones y con un crecimiento real sobre todo en el campo, a causa particularmente de la crisis económica, el endeudamiento del campesinado y el hundimiento de las fuerzas de la democracia cristiana. Paralelamente no hay un voto importante a lo que se podría llamar la extrema izquierda: el Frente de Izquierdas, equivalente más o menos de IU, sigue una curva descendente, del 7-9% en estas elecciones. Los trabajadores prefieren abstenerse. Por otro lado, el Partido de Izquierda y el Partido Comunista, que constituyen ese frente, han asumido en el pasado responsabilidades gubernamentales.
Son las dos caras principales de la moneda. La crisis de las instituciones del régimen, de los partidos que lo sustentan, y por otro lado la búsqueda de la acción directa de la clase a partir de los sectores más avanzados del movimiento obrero.
¿Y ahora?
Un régimen moribundo, un gobierno derrotado tras las elecciones provinciales. Pero a ese gobierno le quedan aún dos años para intentar aplicar las reformas que el capital le exige. Tarea muy dura…
La votación de este domingo solo es una expresión deformada del rechazo masivo de la política de este gobierno y de los que lo han precedido. Pero este gobierno es ante todo el gobierno de los patronos y del capital financiero y por lo tanto tiene que seguir atacando los derechos de los trabajadores.
Por su parte, los trabajadores, hayan votado el domingo o no, quieren vivir de su trabajo, tener los festivos libres, no quieren que desaparezcan las escuelas ni los hospitales. En una palabra, quieren vivir.
El pacto de responsabilidad y la ley Macron son el punto de partida de una ofensiva sin precedentes desde hace decenios contra las conquistas de los trabajadores.
Los militantes, los sindicalistas, los trabajadores preparan activamente la huelga general y la marcha a París del 9 de abril. La ven como el punto de partida central de una ofensiva para detener a este gobierno. Macron y Valls anuncian que van a “continuar y acelerar”. En esa situación, para los trabajadores franceses no queda otro camino más que la acción directa contra la política de este gobierno sometido a los intereses del capital financiero.
Esta cuestión, entre otras que se discuten en el movimiento obrero, figurará en el orden del día de la asamblea-debate nacional que se celebrará el 6 de junio en París a iniciativa del periódico Informations Ouvrières, que propone prepararla conjuntamente con militantes de orígenes y puntos de vista distintos, con el fin de que se abran camino las aspiraciones de la clase obrera.