Carta Semanal 840 en catalán
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El lunes 14 de junio se celebró en Bruselas -sede de la OTAN-su cumbre anual. Recordemos que la OTAN es la alianza militar -presidida por los Estados Unidos – formada después de la Segunda Guerra Mundial para hacer frente o, como decían en términos coloquiales, “contener” a la Unión Soviética. La dislocación de la URSS en 1991, parecería auspiciar que la OTAN seria posteriormente disuelta. Pero ha ocurrido todo lo contrario, las diferentes administraciones norteamericanas -con la excepción del mandato de Trump- han obrado para extender sus funciones y sobre todo reforzar el control de los Estados Unidos sobre los países supuestamente “aliados”, en realidad agentes subsidiarios de la hegemonía americana a escala mundial, a quienes se exige incrementar su contribución militar a la Alianza. Hoy la OTAN se otorga funciones muy extensas, entre ellas la llamada lucha contra el terrorismo a escala mundial, en sus múltiples facetas. Lo que permite al gobierno norteamericano poner los ejércitos de los diferentes países que la componen a su servicio, alegando que la OTAN defiende la “seguridad” de todos (artículo 5 del tratado fundador de la OTAN).
Recordemos que, en 1982 en España, durante el interregno que significó el gobierno Calvo Sotelo, después de la dimisión de Adolfo Suarez y el golpe fallido de Tejero el 23 de febrero de 1981, el gobierno decidió, contra la opinión de la inmensa mayoría de la población, pedir la adhesión de España a la OTAN. Hará de esto 40 años. Recordemos también las masivas manifestaciones en contra de la adhesión y contra la presencia de bases norteamericanas -hoy,
Rota y Morón, entonces, además, Torrejón y Zaragoza-. En la campaña de las elecciones generales del 28 de octubre de 1982 el PSOE de Felipe González las ganó prometiendo, entre otras cosas, la celebración de un referéndum “para salir de la OTAN”. González convoco el referéndum, sí, pero tras una campaña en que chantajeó a la mayoría de los trabajadores y los pueblos para defender la permanencia en la OTAN, impuso la permanencia de España en esta Alianza imperialista, con unas supuestas condiciones que pronto incumplió.
A este respecto, y este es el papel que el gobierno norteamericano le da a la Monarquía borbónica y a sus gobiernos, la próxima Cumbre de la OTAN se realizará en España, para conmemorar el 40 aniversario de la adhesión.
La presencia del presidente del gobierno Pedro Sánchez en Bruselas fue alabada por la prensa afín porque, dicen, la celebración del año próximo vendría a reconocer el papel de España.
Cuáles son los objetivos del imperialismo
La “vuelta” de los Estados Unidos a la escena mundial, después del aislacionismo de Trump, tiene un contenido preciso, como así lo hizo constar J. Biden: establecer un nuevo concepto estratégico de la OTAN, para hacer frente al poder emergente de Pekín y a la “agresividad de Rusia”, o sea, poner a los gobiernos de la OTAN al servicio de la guerra comercial de los Estados Unidos. Lo cual no satisface a todos los “aliados” de la OTAN, pues la mayoría tiene importantes relaciones comerciales e inversiones en China (y, en menor medida, en Rusia), y se resiste a ser simplemente los agentes subsidiarios de la política comercial de los Estados Unidos. Aunque Biden ha ofrecido liquidar los aranceles para una serie de productos europeos que Trump había impuesto.
Al lado de ello, la administración norteamericana, consciente de la profunda crisis que sufre su propio país, exige a sus aliados, y en particular a los europeos, aumentar los gastos militares. Como media, les pide gastar un 2% del PIB (en estos momentos, España gasta oficialmente un 0,9%). O sea, se exige a todos llegar incluso a doblar el gasto militar, armarse hasta los dientes.
Vemos que durante este año 2020, teóricamente con los recursos dedicados a luchar contra la pandemia, el gasto militar no ha dejado de aumentar. Particularmente en el terreno de las armas nucleares. Según el Instituto por la Paz de Estocolmo (SIPRI), el arsenal nuclear del mundo aumentó durante la pandemia; las nueve potencias nucleares aumentaron estas armas de destrucción masiva un 2,7% más que el año anterior. Particularmente los Estados Unidos, que triplican el gasto de China. Lo cual no impide a estos gobernantes declarar cínicamente su empeño en “luchar contra el cambio climático y por una economía verde” (cuando, además, los ejércitos son una de las más importantes fuentes de producción de CO2. Añadamos que los presupuestos militares son sistemáticamente votados por los partidos que se autotitulan “ecologistas”.
La política del Gobierno Sánchez
Todos los teleespectadores han podido presenciar la actitud sumisa, si no pedigüeña, de Pedro Sánchez. Ofreciendo a Biden sus servicios y, en particular, los nuevos planes de ampliación de las bases de Rota y Morón. Estas bases tienen un papel esencial para permitir una intervención rápida y contundente en el Magreb y el resto de África. Al tiempo que sirven -como ha sido el caso- de punto de apoyo para sus intervenciones en Medio Oriente como fue el caso en la guerra contra Irak secundada por el nefasto gobierno Aznar. Es más, el ejército español se ha reconvertido en ejército de la OTAN, participando en misiones internacionales. Lo que no impide que siga siendo un ejército franquista, como demuestran los manifiestos que firman cientos de militares, esos sí, en cuanto pasan a la reserva y no pueden ser sancionados.
En estos momentos hay tropas españolas, en particular, en 7 países de África. En los pasillos de la OTAN se hablaba de aumentar esta presencia ante el “peligro terrorista” y el fracaso de la operación Barkhane emprendida por el ejército francés. Son múltiples los parámetros que se barajan, entre ellos el control del estrecho contra la libre circulación de personas y el reforzamiento militar de las colonias de Ceuta y Melilla, No es por casualidad que la administración norteamericana esté estudiando reconsiderar la posición de Trump sobre el Sahara Occidental. Los norteamericanos necesitan que sus “aliados” suplan o ayuden al orden mundial imperialista allí donde ellos no pueden llegar.
Ahora bien, hay que preguntarse qué tiene que ver esto con los derechos de los trabajadores y los pueblos. Y la respuesta es fácil: nada.
Desde tiempos inmemoriales la política internacional de un gobierno era el reflejo o iba al diapasón con la política interna. De un gobierno sometido al capital financiero y al régimen monárquico no se puede esperar que tenga una política exterior contraria a ello, y de un gobierno con una política exterior sometida al imperialismo no puede esperarse una política “interior” favorable a la población trabajadora.
Es curioso cómo las fuerzas políticas que se proclaman de izquierdas que apoyan o forman parte del gobierno se plieguen a la “real política”. Una buena expresión de ello es la posición del secretario general del PCE Enrique Santiago, secretario de Estado para la Agenda 2030 del gobierno: “si formamos parte de una organización internacional y tenemos obligaciones, es obvio que mientras formemos parte hay que cumplirlas”. Al parecer, el sillón ministerial hace olvidar pronto el programa de su propio Partido, y, sobre todo, la exigencia de la mayoría de los trabajadores de este país de salir de esta alianza militar y acabar con las bases extranjeras de nuestro suelo. Bases que son una amenaza para los pueblos de África y por ende de nuestro país. Más que nunca, OTAN NO, Bases fuera.