Para derogar las contrarreformas y conseguir las reivindicaciones es necesaria la movilización

(Publicado en la Carta Semanal 748ver en catalán)

Declaración del Comité Ejecutivo del POSI – 23 de septiembre de 2019

El pasado 28 de abril, casi 13 millones de personas dieron su voto a las distintas candidaturas de la izquierda. Esperaban que con su voto se cerrara el paso a las derechas franquistas y a sus políticas, se abriera la vía para derogar las contrarreformas laborales y de pensiones, para poner fin a los recortes, y se allanase el camino a una salida democrática a las aspiraciones del pueblo catalán y de todos los pueblos. Era una exigencia clara a todos los políticos que dicen representarles.

Cinco meses después, ven con estupor e indignación cómo Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han cerrado las puertas a la formación de un gobierno que respetara ese mandato y llevan a la celebración de unas nuevas elecciones de resultado incierto. Muchos de ellos recuerdan que en el año 2015 también dilapidaron una mayoría suficiente para formar gobierno y abocaron a una repetición de elecciones tras la cual la inflexibilidad de las izquierdas dio lugar a un gesto para con Rajoy. Los trabajadores tampoco olvidan que después de la moción de censura del 31 de mayo del 2018 y la caída de Rajoy –en buena medida producto de la movilización de los pensionistas– el Gobierno de la moción de censura no respondió a prácticamente ninguna de las promesas y reivindicaciones.

A nadie se le oculta que el aparato de Estado (con el Rey y la judicatura a la cabeza), el capital financiero y sus instituciones han presionado para que no se formara un gobierno que revocara algunas de las medidas contra los trabajadores que, bajo la forma de contrarreformas y recortes, se han aplicado en los últimos años. Por el contrario, quieren un gobierno que aplique nuevos recortes, los 15.000 millones que les exige Bruselas, una nueva “reforma” de pensiones, otra reforma laboral…

En el año 2018, cientos de miles de pensionistas se movilizan contra la reforma de pensiones impuesta por Rajoy en 2013 y también la de Zapatero en 2011[1]  y en defensa del sistema público de pensiones. Se organizaron en plataformas y coordinadoras ante la ausencia de iniciativas y el bloqueo impuestos por los dirigentes de los principales partidos y sindicatos obreros. Su movilización puso al gobierno Rajoy contra las cuerdas y propició la presentación de una moción de censura, apoyada por todas las fuerzas de la izquierda y las principales fuerzas nacionalistas, que acabó con el gobierno Rajoy. Lo que no fue posible en 2015 se hizo realidad entonces.

Ahora, ante la repetición de elecciones, millones de trabajadores y jóvenes se preguntan qué hacer, dudan si volver a dar su voto a los que lo han desperdiciado en beneficio de las derechas, se sienten seducidos por la idea de “¡que se vayan todos!”, y, al mismo tiempo, temen que vuelva un gobierno de la derecha, de las derechas, que no sólo mantenga todos los recortes, sino que imponga otros nuevos.  Muchos se preguntan: si volvemos a votar a los mismos, ¿volverán a desperdiciar nuestro voto en sus discusiones de palacio o esta vez van a formar un gobierno? Y se preguntan también, ¿con qué programa? En última instancia, se plantean qué hacer para que no vuelva a suceder lo mismo que en 2015 o tras las últimas elecciones.

Gobierne quien gobierne…

Muchos miran a los pensionistas, que, a través de su coordinadora, la COESPE, convocan una movilización unitaria en Madrid para el 16 de octubre, con un lema bien claro: gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden. Para cada vez más compañeros y compañeras, se abre camino la idea de que, para conseguir las reivindicaciones, para derogar las reformas laborales y de pensiones, para derogar la LOMCE y la Ley-mordaza, para acabar con todos los recortes, hay que luchar por la unidad en defensa de las reivindicaciones, y a la movilización unida. No se puede dejar en manos de las combinaciones pretendidamente parlamentarias y las conversaciones de los dirigentes con los banqueros y las derechas. Cada vez son más los que piensan que para encontrar una salida favorable a los trabajadores y a los pueblos, éstos tienen que tomar la iniciativa. Que sólo la movilización unida puede cambiar las cosas. Que sólo presionados por la fuerza de los trabajadores y las calles se atreverán los dirigentes a enfrentarse al Régimen, al capital financiero y a Bruselas y a dar satisfacción a las reivindicaciones. Y si no lo hacen, peor para ellos.

No hace falta ser adivino para saber que la próxima campaña electoral (que ya se ha iniciado) va a versar sobre quién tiene la culpa de la nueva convocatoria electoral. Un “gran” tema que va a ser utilizado a fondo por unos y otros, sobre todo para no hablar de lo que interesa: cómo se defienden las pensiones, cuándo se derogan las reformas laborales, cuándo el 315.3 del Código Penal …

Sin duda muchos candidatos de los partidos que representan a los trabajadores y los pueblos consideran que la campaña y su trabajo en las Cortes pueden ser una ayuda a las reivindicaciones. Qué duda cabe de que todo paso en este sentido será apoyado por la mayoría que busca poder vivir con trabajo, en paz, con derechos y libertades, sin prisioneros políticos. La experiencia de la clase trabajadora dice que lo que no es posible obtener desde los gobiernos, se conquista en las movilizaciones en las calles, las fábricas y los centros de estudio. Sin la movilización de los trabajadores y trabajadoras, de la juventud, de los pueblos, no es posible una salida favorable a los intereses de la inmensa mayoría. Sin la movilización de millones de trabajadores, todo queda en manos de las intrigas, las negociaciones y las discusiones entre bastidores, a espaldas casi siempre de las reivindicaciones.

[1] No olvidemos el ASE, saludado por los dirigentes sindicales como un ejemplo para toda Europa, y que iba a “blindar las pensiones hasta 2027”

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