(Publicado en la Carta Semanal 751 – ver en catalán)
En el momento que esta Carta es publicada, está al caer la sentencia contra los republicanos catalanes. La prensa anuncia desde el viernes que el Tribunal Supremo descarta el delito de rebelión consumada y que el asunto se quedaría en sedición. Para cualquier observador imparcial el juicio ha sido una pura farsa.
Para nosotros, que no somos imparciales, el juicio y la probable sentencia son una evidencia de que la herencia franquista sigue bien viva, particularmente en las instituciones de justicia. Ante ello no sólo la movilización contra las probables sentencias es un deber, sino que es una necesidad democrática, una exigencia a todas las organizaciones que dicen defender los derechos sociales y democráticos.
La polémica del momento es la decisión del gobierno de sacar los restos del dictador genocida Franco del lugar de honor que ocupan en la Basílica del Valle de los Caídos para llevarlos a un panteón privado, una decisión a la que se oponen la familia del dictador, la Fundación Francisco Franco, y el prior benedictino de la Basílica (que ha sido candidato por la Falange en varias elecciones). También se opone el juez de Madrid José Yuste Bastarreche, que ha intentado paralizar la licencia de obra necesaria para desenterrar a Franco.