(Publicado en la Carta Semanal 762 – ver en catalán)
La Constitución del 78 otorga al rey poderes amplios, que le constituyen como la clave de bóveda del régimen. Es heredero de la dinastía borbónica y, a la vez, heredero del dictador Franco, que designó a su padre, Juan Carlos I, tras educarle en los “principios fundamentales” del Movimiento, a los que juró fidelidad, como su heredero como Jefe de Estado. No debe olvidarse que fue coronado apenas dos días después de la declaración del fallecimiento del dictador. Y en 2014 abdicó en favor del actual rey, Felipe VI. Como heredero de Franco, es el jefe y custodio de todo el aparato de Estado heredado del franquismo y, como tal, es el único con mando real sobre el aparato militar, judicial y policial concreción de ese aparato de Estado heredado del franquismo. Como se demostró en el golpe de estado del 23 de febrero de 1981, cuando todos los altos mandos militares, tanto insurrectos como pasivos, sólo obedecieron las órdenes que finalmente, tras muchas dudas, dictó su padre Juan Carlos, tras haber pasado por encima del gobierno y del ministro de defensa, el teniente general Gutiérrez Mellado.