(…) 81 años después, la IV Internacional continúa su lucha para ayudar a la clase trabajadora a plantear la cuestión del poder y poner fin al sistema de propiedad privada de los grandes medios de producción.
Winston Churchill, Primer-ministro conservador de Inglaterra, escribió más de una vez sobre León Trotsky y deseó que tanto él como sus ideas muriesen y fueran olvidados por la Historia. Pero también se vio obligado a reconocer que tal vez Trotsky y Lenin sobreviviesen en la Historia como los más conocidos personajes y líderes de la revolución rusa de octubre de 1917. El odio brutal del principal líder de la burguesía inglesa hacia el líder bolchevique se dirigía, en realidad, contra la revolución rusa, contra la clase obrera que osara asumir el poder, contra la revolución socialista mundial que asombraba a los capitalistas. Ese mismo Churchill, como la mayor parte de la burguesía del mundo, elogiaba a Hitler y los nazis en los años 1930 por su capacidad para reprimir y aplastar a la clase obrera más poderosa de la época, la alemana.
Stalin fue más allá del odio y ordenó la ejecución de Trotsky. Todo el enorme aparato político de la Internacional Comunista, sus partidos, medios de prensa y dirigentes, y también la policía estalinista dentro y fuera de la URSS (el NKVD, la GPU) perseguirían de una manera implacable a Trotsky y a todos aquellos que se atreviesen a expresar su desacuerdo con la tiranía estalinista que se imponía. En Alemania, Stalin también ayudó a allanar el camino a Hitler dividiendo a la clase obrera alemana en 1933, impidiendo su unidad para derrotar al nazismo. El odio de la burocracia estalinista contra el revolucionario ruso – ex presidente del Soviet de Petrogrado en 1917 y creador del ejército Rojo – tenía cómo diana a la democracia socialista y la posibilidad de una revolución en todo el mundo. Aferrada a sus privilegios cada vez mayores y a una dictadura cada vez más brutal contra la clase operaria y el pueblo soviético, la burocracia estalinista temía a la revolución tanto como los capitalistas.
Para su gran acuerdo en defensa de la convivencia y la estabilidad con los capitalistas Stalin ofrecería el asesinato de Trotsky en 1940, pero antes buscó en plena década de los 1930 – cuando el mundo capitalista atravesaba una profunda crisis –acuerdos con la burguesía de los estados capitalistas principales. Se trataba de las políticas de colaboración de clases, o Frentes Populares, como fueron conocidas, y que, de hecho, colocaban a las organizaciones obreras en frentes controlados por los partidos de las burguesías. Esa política tuvo efectos desastrosos, por ejemplo, el de bloquear a la revolución española (1936-1939) o crear un frente con la burguesía francesa en el momento de ascenso de la lucha de clases en Francia. La 3ª Internacional, tras capitular y no combatir al nazismo, se sometió completamente al control de los dirigentes nombrados de arriba abajo por Stalin y se convirtió en un apéndice de las maniobras diplomáticas de la política exterior de la URSS.
La Oposición de Izquierda y la IV Internacional
Tras el ascenso de Hitler en Alemania en enero de 1933, la Oposición Internacional de Izquierda pasó a defender la propuesta de construir una 4ª Internacional a partir de una orientación de frente único, llamando a la más amplia unidad de las organizaciones obreras para luchar contra el fascismo. Las organizaciones dirigidas por el estalinismo defienden en ese momento frentes amplios con las burguesías, que, en la práctica, en nombre de la “unidad” o de la “democracia”, obligaban y presionaban a los sindicatos, por ejemplo, a ceder en el terreno de los salarios, los derechos y las huelgas. En Brasil esa política se tradujo en la creación de la ANL (Alianza Nacional Libertadora) impulsada por el Partido Comunista (PCB) y que, al contrario de lo que decía su nombre, buscaba someter a la clase trabajadora brasileira a los objetivos de la burguesía. Em 1936 Trotsky está empeñado también en impulsar el “Movimiento por la 4ª Internacional”, tras el completo fracaso y burocratización de la III Internacional comunista que no desarrolló ninguna reacción a la derrota del movimiento obrero alemán ante el nazismo. Tras ser expulsado de Francia y de Noruega, y ser amenazado de deportación a la URSS (donde sería fusilado por Stalin), el gobierno de Lázaro Cárdenas en México ofreció asilo al viejo revolucionario ruso. La herencia de la revolución mexicana (1910-1917) de Pancho Villa y Emiliano Zapata se hizo presente en ese gesto.
“La crisis de la humanidad se resume en la crisis de la dirección revolucionaria”
En los meses que antecederían a su muerte, Trotsky buscaba fortalecer a la recién fundada 4ª Internacional que se formara en 1938 daba sus primeros pasos. Como afirma su texto fundacional – el Programa de Transición – «la crisis de la humanidad se resume en la crisis de la dirección revolucionaria». las condiciones objetivas para la revolución socialista estaban dadas y era necesario construir una nueva dirección revolucionaria. Sin el socialismo, la humanidad estaría amenazada de ser arrastrada a la barbarie por la permanencia del capitalismo. la barbarie estaba bien próxima. la Segunda Guerra mundial (1939-1945) que mataría a decenas de millones de seres humanos en los años siguientes estaba a punto de comenzar. Trotsky señaló en sus últimas notas escritas poco antes de su asesinato: «La Segunda Guerra Mundial pone sobre la mesa la cuestión de un cambio de régimen de manera más imperiosa y urgente que la Primera. Es, sobre todo, una cuestión de régimen político. Los obreros saben que la democracia naufragó en todas partes, y que el fascismo los amenaza incluso allí donde es inexistente. La burguesía de los países democráticos va, naturalmente, a utilizar este miedo al fascismo por parte de los obreros, pero, por otro lado, el fracaso de las democracias, su desmoronamiento, su dolorosa transformación en dictaduras reaccionarias, obligan a los obreros a plantearse la cuestión del poder y los hace responsable de responderla. (…). Churchill y Stalin temían las sacudidas de la conjuntura internacional y a su inestabilidad política. Temían que se repitiese lo que ocurriera al final de la Primera Guerra (1914-1918), la explosión de las masas populares y las revoluciones. Esa era la apuesta de Trotsky y de la 4ª Internacional. El estalinismo se convirtió en un auxiliar de la estabilidad internacional, a pesar de todas las apariencias en contrario. Y el final de la guerra en 1945 llevó de nuevo a millones a las calles en una ola revolucionaria anticapitalista que barrió todo el planeta. Ni Getúlio Vargas, en Brasil, escapó a ella. Tras la destrucción final de la Internacional Comunista en 1943 y tras los acuerdos de Yalta y Postdam al final de la Segunda Guerra. La victoria contra el fascismo de Hitler y Mussolini sólo fue posible porque existió la revolución de octubre de 1917, que pudo transformar a la Rusia rural y atrasada en una potencia industrial a través de la planificación económica socialista, con la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción. el objetivo del aparato estalinista eliminando a Trotsky era el de liquidar todo hilo de continuidad de la Revolución de octubre de 1917, su herencia y su ejemplo. El asesinato de Trotsky ocurrió entre los días 20, cuando sufrió un atentado en su casa, y 21 de agosto, en que murió en un hospital de la ciudad de México.
81 años después, la IV Internacional prosigue su combate para ayudar a la clase a plantearse la cuestión del poder y poner fin al sistema de la propiedad privada de los grandes medios de producción.
Everaldo Andrade