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Las guerras e intervenciones militares imperialistas se desencadenan en todos los rincones del planeta, las exigencias del imperialismo principalmente estadounidense intentan aplastar a los pueblos bajo su talón de hierro, se expande el militarismo bajo los auspicios del imperialismo estadounidense, con el acuerdo estratégico de Biden con Australia y el Reino Unido con- tra China, con la colaboración estratégica de los Emiratos y el Estado de Israel contra el pueblo palestino, con el fortalecimiento y la extensión de la OTAN. En esta situación el desarrollo de la guerra en Europa es un nuevo elemento de la situación mundial cuyas consecuencias no pueden calibrarse en esta etapa.
Con la entrada en Ucrania de las tropas de la Federación de Rusia, vuelve la guerra al viejo continente, con su cortejo de muertos, heridos, poblaciones aterrorizadas por los bombardeos e intentando huir sin saber a dónde.
Una legítima emoción se manifiesta en todos los pueblos de todos los países ante las imágenes de bombardeos, refugiados y muertos. No habría peor cosa que dejarse arrastrar por las combinaciones políticas montadas deprisa y corriendo por los diferentes Gobiernos.
Ucrania fue liberada por la revolución de Octubre de 1917
Crecía desde hace meses la tensión entre Putin y Bi- den, el verdadero jefe de la OTAN, sobre la cuestión de la ampliación de la OTAN al Este y particularmente a Ucrania. Putin dijo que quería borrar Ucrania del mapa. Explicó que «la Ucrania contemporánea fue entera y totalmente creada por Rusia, por la Rusia comunista bolchevique. Ese proceso comenzó casi inmediatamente después de la revolución de 1917, y Lenin y sus camaradas actuaron de manera realmente poco delicada con Rusia: se apoderaron de ella, le arrancaron una parte de sus territorios históricos». Expresa con ello, a golpe de nacionalismo gran ruso, con su pasado de agente estalinista del KGB, toda su hostilidad a la revolución de Octubre. La historia común de Rusia y Ucrania se remonta al siglo X, cuando se fundó el primer imperio ruso en Kiev. Como otros muchos países de la región, los territorios ucranianos fueron ocupados por los mongoles, los polacos, más tarde el imperio ruso y el imperio austriaco se repartieron Ucrania.
La revolución de Octubre, al atreverse a expropiar al capital, permitió acabar con la «prisión de pueblos» que era el imperio zarista, situando a todos los pueblos en igualdad.
Como escribía Trotsky en 19391:
«El partido bolchevique había llegado no sin dificultades y poco a poco, bajo la incesante presión de Lenin, a hacerse una idea correcta de la cuestión ucrania- na. Lenin reconoció el derecho a la autodeterminación, es decir, el derecho a la separación, tanto a los polacos como a los ucranianos: no reconocía naciones aristocráticas. Consideraba como una manifestación de chovinismo gran ruso cualquier tendencia a eliminar o a diferir el problema de las nacionalidades oprimidas (…).
Según la concepción del viejo partido bolchevique, la Ucrania soviética estaba destinada a convertirse en un poderoso eje en torno al cual se unirían las demás fracciones del pueblo ucraniano. Es incontestable que, durante el primer periodo de su existencia, la Ucrania soviética ejerció una poderosa atracción también desde el punto de vista nacional y que despertó a la lucha a los obreros, campesinos e intelectualidad revolucionaria de Ucrania occidental, sometida a Polonia».
Pero la burocratización de la URSS, la constitución de la casta burocrática dirigida por Stalin, trajeron consigo una política reaccionaria, como explica Trotsky:
«Las restricciones, las depuraciones, la represión y, en general, todas las formas de bandidismo burocrático, no asumieron en ninguna parte un carácter de violencia tan mortífero como en Ucrania, en la lucha contra las potentes aspiraciones, profundamente arraigadas, de las masas ucranianas a más libertad e independencia».