Carta Semanal 897 en catalán
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Los días 8, 9 y 10 de julio se celebró el XXI Congreso del PCE, una parte de cuyos delegados participaron en el «acto de escucha» de Yolanda Díaz del viernes 8 en el Matadero de Madrid, en el que presentó su proyecto Sumar. Aunque la propia Yolanda Díaz, con el carnet del PCE, no participó en el Congreso. No podemos separar, al menos en parte, esta circunstancia de la reducción drástica de las sesiones del Congreso de 3 días a uno y medio (de las 9 de la mañana del sábado 9 a las 15 horas del domingo 10 de julio) y del acortamiento al máximo de los tiempos y turnos de debate, así como de las enmiendas, resoluciones, etc., tal y como se ha informado públicamente.
El Congreso debía reunir a 500 delegados, de los que casi el 40 % correspondían a la Federación de Andalucía, donde Enrique Santiago organizó una votación telemática que impidió la presentación de una lista alternativa a la de sus partidarios. Santiago consiguió así adjudicarse todos los delegados de Andalucía, prácticamente la única delegación que apostó sin fisuras por él. La votación final terminó arrojando el siguiente resultado: la lista de Enrique Santiago, secretario general del PCE, obtuvo la mayoría con un escaso 54 % de los votos, mientras que la lista alternativa liderada por Alberto Cubero, secretario general del PC de Aragón obtuvo el 46 %. El nuevo Comité Central está compuesto por 49 partidarios de Enrique Santiago y 41 de Alberto Cubero.
En el Comité Central del 9 de abril del PCE, los dos bloques constituidos en vistas al XXI Congreso, ante las diferencias respecto a la OTAN y la guerra de Ucrania, aprobaron un documento de consenso que concluye con la siguiente propuesta:
«La construcción en el Estado español de un fuerte y plural movimiento por la paz, capaz de coordinarse internacionalmente, y la tarea inmediata de promover una Cumbre por la Paz que confronte con la Cumbre que la OTAN celebrará en junio en Madrid con la más amplia participación, constituyen retos fundamentales para la siempre viva vocación internacionalista del Partido Comunista de España».
Esto se aprobaba mientras el gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz preparaba la Cumbre de la OTAN en Madrid. Cumbre que tuvo lugar los días 29 y 30 de junio y concluyó con el alineamiento de todos los gobiernos de la Unión Europea tras la política belicista de la administración Biden.
En estas circunstancias es evidente que las movilizaciones convocadas para el 24, 25 y 26 de junio tenían una importancia fundamental.
En efecto, el 26 de junio decenas de miles de manifestantes recorrieron el centro de Madrid contra la cumbre de la OTAN respondiendo al sentir de los trabajadores, la juventud y la mayoría. Un cortejo del Encuentro Europeo contra la Guerra, la OTAN y la Explotación participó y ayudó a que se expresase. Sin embargo, de esa manifestación no salió un llamamiento unitario a los trabajadores y los pueblos a derrotar a la Cumbre de la OTAN. Porque los dirigentes políticos que firmaron la convocatoria no acudieron y los dirigentes sindicales se callaron también. Dejaron a la manifestación sin un llamamiento final que expresase la voluntad de la mayoría contra la Cumbre de Biden y Sánchez.
Los días 24 y 25 una menguada y confusa “contracumbre”, nada parece haber decidido ni propuesto.
Solo hubo en Madrid una voz independiente de esa Cumbre de la OTAN y de la política de Putin: el Encuentro Obrero Europeo contra la Guerra, la OTAN y la Explotación (ver el número 371 de Información Obrera).
A la luz de lo sucedido, el documento de consenso de los organizadores del congreso del PCE en abril, puede parecer una réplica de la fundación de Izquierda Unida en 1986, que se constituyó después del referéndum de la OTAN y que a todas luces no ha conseguido ser una alternativa.
En el XXI Congreso del PCE no hubo ninguna presencia en las sesiones de otras organizaciones políticas, sindicatos y movimientos sociales, no hubo ninguna delegación internacional de partidos afines, ni presencia de medios de comunicación. Pero sí tuvieron lugar conflictos que se hacían públicos al momento; por ejemplo, la Unión de Juventudes Comunistas de España abandonó el Congreso (en lo que parece un gesto de democracia) porque se les negó el debate y la defensa de sus aportaciones con un tiempo suficiente a los textos congresuales.
Nos preguntamos entonces: ¿en qué se concentró el debate? Ciertamente, es difícil saberlo, pues 14 días después de finalizado el Congreso no existe ninguna información oficial sobre qué es lo que estuvo en el centro de debate político y qué resoluciones o acuerdos se adoptaron, si los hubiera. Claro que con todo lo relatado, que es de información pública, podemos pensar legítimamente que el Congreso no desarrolló ningún debate político de fondo y en particular con las tesis del XX Congreso.
Algunas cuestiones que sin duda deberían haber formado parte del debate de ese Congreso, ya que entendemos que son las que interesan a los trabajadores:
¿Debe el PCE participar en el Gobierno, es útil la actual participación en él?
¿Qué se plantea sobre la Monarquía? ¿Se plantea la lucha por la República como una solución para la actual crisis política e institucional?
¿Estaban en el centro del debate los elementos de resistencia por el aumento de los salarios y de las pensiones? De juzgar por los resultados podríamos pensar que no. Y esto es importante cuando con toda evidencia el Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, bajo la presión de la UE y de la OTAN, preparan las condiciones de unos PGE que, a partir de septiembre, puedan apuntar a un plan de austeridad.
¿Qué respuesta ha dado el Congreso a reivindicaciones obreras y democráticas tales como la derogación de las reformas laborales o de pensiones, a la derogación de la ley mordaza?
¿Qué ha significado este XXI Congreso para los militantes comunistas? A juzgar por la distancia entre promesas y resultados, puede haber sectores que se desanimen y otros que consideren que hay que continuar la batalla para hacer del PCE un instrumento útil.
A nosotros nos parece que la clase obrera y la juventud está decepcionada con el Gobierno y que no ve qué utilidad pueda tener que el PCE participe en él.
En mayo de 2011 los jóvenes que llenaban las plazas decían: «¡No nos representan!». El tiempo dirá a quién ha representado este Congreso.
Sin embargo, los redactores de esta carta semanal tenemos muchas experiencias de lucha con compañeros y compañeras del PCE que defienden a los trabajadores y la democracia. Sin ir más lejos, muchos militantes y jóvenes comunistas lucharon por la manifestación contra la Cumbre de la OTAN. Esos compañeros merecían un llamamiento final de la manifestación y muchos comunistas merecían un Congreso independiente del Gobierno sometido a la Cumbre de la OTAN y a las exigencias del capital financiero y la Unión Europea.