Después del primero de mayo

(Publicado en la Carta Semanal 677)

Las manifestaciones de este primero de mayo han mostrado claramente la contradicción que existe en el movimiento obrero.

Un gobierno acosado

Pocos días antes, el gobierno hacía público que en 2018 y 2019 las pensiones se actualizarán, al menos, según el IPC -algunas tendrán una subida mayor- y que se atrasa la aplicación del Factor de Sostenibilidad, que se iba a poner en marcha en 2019, hasta 2023. La subida del 0,25% y el factor de sostenibilidad eran, recordemos, los dos pilares de la reforma de pensiones decidida por ese mismo gobierno del PP en 2013. Ciertamente, la reforma de 2013 no se ha derogado totalmente ni se pone fin a otros ataques a las pensiones, pero lo que ha sucedido demuestra que es posible hacer retroceder al gobierno.

Y es que -qué duda cabe- el gobierno del PP se encuentra contra las cuerdas. El comisario de Economía de la Unión Europea, Pierre Moscovici, daba el 3 de mayo un toque de atención al gobierno, señalando que esa subida de pensiones puede hacer descarrilar los objetivos de déficit. La Comisión Europea llama también la atención, por el mismo motivo, sobre la subida acordada para los empleados públicos. Tanto esta subida como la de las pensiones, muestran el pavor del gobierno, acosado por la crisis catalana y por los escándalos de corrupción y hundido en las encuestas, ante la perspectiva de una movilización social.

Desconcierto sindical

Sin embargo, el discurso oficial de los dirigentes de UGT y CCOO no parece estar a la altura de la situación. Parece, más bien, inconexo: por un lado, amagan con movilizaciones, e incluso han hecho público un calendario de acciones más bien modestas, y con la incógnita de una “acción” el 16 de junio cuya forma está pendiente de determinar. El objetivo declarado de estas movilizaciones es, como señala una circular de CCOO “forzar un cambio en la posición de los empresarios en lo referente a la negociación colectiva y el ANCE y la del Gobierno en el marco del diálogo social”. Es difícil poner e fondo el pie en el acelerador de la movilización cuando se tiene la vista puesta en el freno de la concertación y el “diálogo social”, lo que explica, tal vez por qué este proceso de “movilización sostenida” se ha anunciado ya varias veces y luego no se ha concretado, o sólo lo ha hecho en movilizaciones más bien modestas.

Sin embargo, todo parece indicar que existen condiciones para una movilización poderosa. La indignación de la población trabajadora se ha expresado en las movilizaciones del 8 de marzo, en las de las pensiones (sobre todo en las manifestaciones unitarias del 17 de marzo), en las movilizaciones semiespontáneas contra la sentencia de la manada…. A menudo esta expresión se produce por fuera de las organizaciones, pero de forma desordenada y a veces sin objetivos comunes. Las aspiraciones inmediatas -a falta de que alguien las haga patentes- apuntan a cuestionar al gobierno y, con él, al régimen, pero no pueden concretarse en una alternativa clara, por la aceptación de las principales organizaciones políticas del marco de la Monarquía, lo que les reduce al juego de “oposición testimonial parlamentaria”, y a cerrar el paso a toda salida.

La situación, lejos de la calma

La rebelión de un sector importante del pueblo de Cataluña obligó a Felipe VI a salir la palestra con su discurso del 3 de octubre, en que llamaba al conjunto de las instituciones del Estado a salir ala ofensiva contra las aspiraciones del pueblo catalán. Tras ese discurso, el aparato judicial tuvo que asumir el protagonismo de la persecución contra los independentistas. Ese mismo aparato judicial se ha visto comprometido a los ojos de cientos de miles de personas por la infame sentencia de Pamplona. Sentencia que, a su vez, ha llevado a un enfrentamiento en el propio seno del aparato de Estado, con las declaraciones del ministro de Justicia, Rafael Catalá, que han despertado la respuesta corporativa de todas las asociaciones judiciales, ya sean, supuestamente, “conservadoras” o “progresistas”, y el cierre de filas de la mayoría de partidos que defienden al régimen.

Se ha llegado a una situación en que, para un sector creciente de la clase trabajadora y de los pueblos, las principales instituciones del régimen están cuestionadas. El pueblo catalán está lejos de haberse resignado a volver al redil del “estado de las Autonomías”, negación de todas las aspiraciones de libertades nacionales.

Luchar por imponer una salida

Hay que continuar la lucha, por tanto, superando los obstáculos que se encuentra la movilización, hasta derrotar al gobierno y derogar todas las contrarreformas, laborales y de pensiones.

Una lucha que se enfrenta a dos problemas principales. De un lado, como hemos señalado, la sumisión de los dirigentes de las principales organizaciones al régimen. De otro lado, la división, que podemos ver, en toda su magnitud, en las movilizaciones de las pensiones. El ataque al sistema público de pensiones afecta a toda la clase trabajadora, tanto a los jóvenes y los trabajadores en activo (futuros pensionistas) como a los pensionistas actuales. Si se quiere derrotar al gobierno -y al capital financiero, cuyos intereses en contra del sistema público de pensiones están detrás de la reforma impuesta por el PP- hay que luchar con todas las fuerzas por la Unidad. Sindicatos, plataformas, coordinadoras, asociaciones, partidos, tienen que ponerse de acuerdo, por encima de sus diferencias, para organizar la movilización unida hasta ganar. Sin descartar ninguna medida de movilización. Incluso, si fuera preciso, una Huelga General.

No hay salida para las reivindicaciones dentro del Régimen. No va a salir de nuevas elecciones, ni de combinaciones parlamentarias. Sus principales instituciones (Monarquía, aparato judicial y policial, ejército…) han demostrado sobradamente que se van a oponer con uñas y dientes a las reivindicaciones de la clase trabajadora, de las mujeres, de la juventud, de los pueblos. Pero se les puede hacer retroceder, ahí está como prueba, lo que ha pasado con las pensiones. Ahora bien, hemos de señalar que no hay salida consolidada para defender las conquistas y acabar con la contrarreformas que no sea barriendo este régimen, y conquistando la República.

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