Galicia y Euskadi intensifican el agarrotamiento institucional

(Publicado en la Carta Semanal 594)

carta-594Los resultados electorales en el País Vasco y Galicia son utilizados por los grandes medios de intoxicación para continuar y acrecentar la ofensiva contra el secretario general del PSOE para que entregue el gobierno al PP.

Los titulares de los periódicos coinciden, y estaban escritos desde antes de las elecciones: todos los portavoces de la patronal y del aparato de Estado exigen que el PSOE ceda para que Rajoy pueda continuar la política de recortes dictada por el capital financiero y sus instituciones. Por citar solo un ejemplo, un ex director de ABC, ahora tertuliano de la Cadena Ser, señala: Pedro Sánchez es el peligro. Para ellos, echar a Rajoy es el peligro de que no se puedan aplicar los recortes y planes del capital.

Lo que realmente dicen los resultados

Ni el resultado del País Vasco –que da una mayoría aplastante a partidos que se pronuncian por el derecho a decidir– ni el de Galicia, donde Feijoo para mantener sus 41 diputados escondió las siglas del PP, permiten decir que hay una mayoría para que gobierne Rajoy. Al contrario, desde el 20 de diciembre el capital se empeña en imponer un nuevo gobierno del PP, que es una minoría.

Y en estas elecciones, a pesar de absorber en gran parte a UpyD y a C’s, el PP, en conjunto, sale debilitado. Pero muchos electores se han abstenido por no ver que la izquierda diese una salida. En efecto, el Partido Socialista ha evitado mayores males gracias al No es No (se le pronosticaban resultados peores), pero sigue en el agujero en que lo dejaron Zapatero y Rubalcaba porque aún mantiene demasiadas ataduras con el PP, y porque no ha roto con toda la política de recortes de ZP. Y en conjunto las “fuerzas del cambio” no se refuerzan decisivamente. En ello han tenido buena parte las querellas dentro de Mareas, entre Mareas y Podemos, entre ambos y el BNG. Y sobre todo los inauditos ataques a la dirección del Partido Socialista en plena campaña electoral, en los momentos más álgidos de la campaña, por parte de dirigentes del PSOE que gobiernan con el PP y con C’s.

Total, estas elecciones mantienen y acentúan la parálisis política de las instituciones, que dura ya casi un año.

Por qué

Ese bloqueo no es el producto de la buena o mala voluntad de una persona, es expresión del agotamiento del régimen de la Monarquía heredera de Franco, institucionalizada mediante el pacto constitucional del 78.

O más precisamente, hay bloqueo político porque los que hablan en nombre de los trabajadores y de los pueblos no se unen para echar a Rajoy. Se mantienen pegados a ese régimen en lugar de sellar un pacto para acabar con la Monarquía y empezar a satisfacer las necesidades urgentes de la mayoría como exigen sus militantes y sus votantes.

Por eso ha habido ayer tanta abstención y no ha habido una victoria electoral de las “izquierdas”, por eso hay crisis agudas en el PSOE, en IU, en Podemos, desgarrados entre las exigencias de los trabajadores y el apego de sus cúpulas al régimen podrido.

La salida

Cada día que se mantiene la podredumbre del régimen, lo pagan los trabajadores y los pueblos. Las organizaciones del movimiento obrero pueden y deben romper la parálisis, encabezar un amplio movimiento que arrumbe todo el mundo de Rajoy.

Es urgente establecer un acuerdo de fuerzas políticas, sindicales y sociales para echar al PP del Gobierno y para derogar todas sus contrarreformas, acabando con más de seis años de recortes, de cerrazón ante las aspiraciones de los pueblos.

Una alianza para empezar a satisfacer las reivindicaciones más urgentes: aumentar salarios y pensiones, derogar las reformas laborales y de pensiones, el 315.3, la ley mordaza, la LOMCE y el Decreto 3+2, lanzar un verdadero plan de empleo. Buscar acuerdos democráticos con los representantes de Cataluña y de los demás pueblos.

Todo lo cual no se puede ni empezar sin promover la más amplia unión de fuerzas, la más potente movilización unida. Que sin duda chocará con y deberá superar el obstáculo que representan la Unión Europea y las leyes e instituciones de la Monarquía, cerrojo de los intereses del capital financiero y sus organismos nacionales e internacionales.

Por eso cualquier gobierno que quiera cumplir el mandato de la mayoría social, necesariamente tendrá que allanar el camino a la República y a un proceso en que ejerciendo el derecho de autodeterminación, los pueblos se defiendan y se organicen haciendo valer su soberanía.

Urkullu comparte con Feijoo y con Rajoy la convicción de que los pueblos no pueden sino someterse a las órdenes del capital financiero (por eso acaba de declarar que en el siglo XXI “no hay independencia”), pero los trabajadores y los pueblos no pueden renunciar a sus derechos, a sus necesidades y aspiraciones más elementales.

No podemos sino invitar a la acción común y a buscar mediante el diálogo cómo unir fuerzas para echar a Rajoy y abrir una nueva etapa política.

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