(publicado en la Carta Semanal 515)
No sin satisfacción, los dirigentes de la UE, del FMI, del Eurogrupo, de todos los gobiernos de la UE, Obama y en particular “nuestro” gobierno respiraron aliviados cuando el viernes 20 de febrero el nuevo gobierno griego de Syriza se “plegó” a las condiciones que se le imponían. Y cuando el lunes 23 de febrero el ministro griego de Hacienda Yanis Varufakis envió una carta al presidente del Eurogrupo señalando los compromisos de su gobierno.
¿De qué se alegraban gentes como Juncker, famoso porque siendo ministro de su país ayudó a cientos de multinacionales a eludir impuestos? ¿De qué se alegran Merkel u Hollande, responsables de las peores leyes contra los trabajadores, como la ley que se discute ahora en el Bundestag contra la autonomía sindical o la Ley Macron en Francia, que nos recuerda el plan de austeridad de Zapatero? ¿De qué se alegra Rajoy, jefe del gobierno más reaccionario y corrupto desde la muerte de Franco?
Se alegran de que el gobierno griego tuviera que aceptar sus órdenes y suspendiera o modulara las promesas electorales, o sea las reivindicaciones aun limitadas para aliviar la austeridad y los peores ataques que han sufrido nuestros hermanos griegos. Sí, el grupo de verdaderos bandidos que presiden la UE, las instituciones y los gobiernos se alegran de que los ataques contra la población trabajadora puedan continuar.
Se alegran, pero no se dan por satisfechos. Necesitan derrotar, aplastar el movimiento de rebelión de las masas griegas, para evitar que cunda el ejemplo. Por un lado el capital organiza la fuga de capitales, hunde la economía (el PIB cae, la población no tiene dinero para sostener la economía). Mientras, el BCE excluye a Grecia de las formas más baratas de financiación y prohíbe emisiones de deuda previstas por el gobierno griego, el MEDE prohíbe que los bancos griegos acudan a las emisiones de deuda griega y la Troika no entrega ni un céntimo de los 7.000 millones comprometidos en este tramo del “rescate”. Por otro lado el FMI y demás acreedores exigen que el gobierno griego pague puntualmente so pena de declararle en bancarrota. Este inmenso chantaje tiene una consigna, que repiten los ejecutivos del BCE y el gobierno Rajoy: “no hay más camino que las reformas” incluidas en el Memorándum que el pueblo griego ha rechazado. Exigen reformas concretas y controladas día a día por los hombres de negro del Eurogrupo. No están dispuestos a dejar margen para las medidas prometidas por Syriza a los trabajadores y el pueblo griego, que son “falsas promesas”.
Esto son las instituciones europeas y esto confirma una vez más que no es posible otra política en el marco de estas instituciones que solo responden a los intereses del capital financiero.
Pero los trabajadores griegos esperan de su gobierno
En efecto, más del 75 por ciento de la población –según las encuestas– apoya al gobierno en su cara a cara con la Unión Europea. Es el primer gobierno desde hace años que propone medidas positivas. Es su gobierno. Y, como dicen muchos trabajadores, “hay que dar tiempo a este gobierno, todos están contra él: el BCE, la UE el FMI”. Por ello desde el 25 de enero, día de la victoria electoral, no han cesado las manifestaciones de apoyo.
Pero los trabajadores, al mismo tiempo, están alerta. Así, el sindicato de enseñantes se ha reunido con el ministro de Educación y ha presentado sus reivindicaciones, en particular la revocación de las medidas que han llevado a que miles de enseñantes estén “en disponibilidad”. El jueves 5 de febrero las empleadas despedidas de la limpieza del ministerio de Economía, que siguen ocupando los locales, se entrevistaron con el nuevo ministro Varufakis para exigirle que la promesa de readmisión se cumpla. Otros miles de funcionarios exigen lo mismo; todos los sectores de la población trabajadora presentan sus justas reivindicaciones.
Todos consideran que los cuatro meses que según el acuerdo se han dado al gobierno griego deben servir para cumplir lo que la población exige.
¿Qué ocurre en Syriza?
Sin duda alguna, este partido consiguió concentrar las aspiraciones de las masas. En las elecciones de junio de 2012 de junio llamó a romper con el Memorándum de la Troika. Después, una mayoría de la dirección “moderó” su programa planteando que no buscaba romper con el euro. Sin embargo, el voto del 25 de enero era claro: acabar con la política dictada por la UE.
En la reunión del Comité Central de Syriza que se celebró el 28 de febrero y el 1 de marzo solo el 55 por ciento aprobó el Acuerdo, el 4 por ciento se abstuvo y 41 por ciento votó en contra presentando una resolución que decía: “Estamos en desacuerdo con la lista de medidas firmadas con el Eurogrupo, medidas en contradicción con los compromisos electorales de Syriza. De inmediato Syriza debería cumplir sus compromisos electorales, independientemente de lo comprometido con el Eurogrupo”.
En vísperas del CC de Syriza, uno de sus miembros, que forma parte de la Plataforma de izquierdas, publicó un artículo titulado “Por una estrategia alternativa respondiendo a los sofistas”.
En él se explaya contra el acuerdo, señalando que en el marco de la UE es imposible otra política porque, como dijo Juncker (presidente de la Comisión Europea), “no cabe ninguna opción democrática contra los tratados”
Pero Stathis Kuvalakis (el citado dirigente) considera errónea la estrategia de no haber escogido una vía unilateral o sea anunciar la suspensión de la deuda, o haber confiado en supuestos aliados: Hollande, Renzi u Obama..,
Pero lo más grave, según Kuvalakis, es que el Gobierno ha presentado el acuerdo como una victoria. Esto es lo peor, según él esto es engañar a las masas y prepara nuevos retrocesos. Como dice, “solo la verdad es revolucionaria”.
En efecto, un gobierno puede verse obligado a retroceder. Lo hicieron Lenin y Trotsky firmando la paz de Brest Litovsk en la que se perdía la tercera parte del territorio, pero el gobierno bolchevique acusó a los bandidos imperialistas y llamó a los trabajadores de toda Europa a movilizarse.
La solución no puede ser echar mano de la caja de la seguridad social para pagar la deuda, ni retener las transferencias a las universidades y los hospitales, o los subsidios de los campesinos. El Gobierno no puede dar una salida positiva solo con “astucia”. ¿Acaso es una solución poner a estudiantes y turistas para que delaten a los defraudadores? Sólo los trabajadores pueden organizar la lucha contra el fraude de los bancos y de los patronos. Solo los obreros, los jóvenes, los campesinos, pueden sostener la más mínima resistencia contra el FMI y la UE. Solo los trabajadores alemanes, españoles, norteamericanos, pueden sostener al pueblo griego.
¿Qué lecciones para nuestro país?
Para toda la vanguardia obrera de nuestro país comprender lo que ocurre en Grecia es fundamental para la acción en nuestro país.
De entrada es preciso comprender que los problemas a los que están confrontados los trabajadores griegos son paralelos a los nuestros. Centralmente: aquí como en Grecia todas las organizaciones aceptan la ley de hierro del BCE y del déficit 0. ¿No acaban de aceptar los dirigentes sindicales que los salarios se condicionen a la evolución del PIB? Y es indispensable construir punto de apoyo organizados para que los trabajadores impongan a las organizaciones el respeto a sus derechos.
En segundo lugar, es clave comprender la “precariedad” de toda victoria electoral por sí misma, cuando hay tantos charlatanes que prometen cambiarlo todo si ganan las elecciones. La experiencia de González en 1982 o de ZP en 2004 son un buen ejemplo.
En tercer lugar, comprender que el futuro de los trabajadores europeos está unido, que este futuro no se puede garantizar en el marco de la UE al servicio del capital financiero. Lo cual plantea la necesidad de la lucha unida por la unión libre de pueblos y naciones de Europa liberados de la opresión y explotación. Es el combate práctico que emprendimos en la Conferencia Obrera de Tarragona, en marzo del 2013.
En cuarto lugar, la necesidad de la organización de sindicatos y partidos independientes no solo es una necesidad sino que es el factor indispensable para avanzar en el combate. No solo por los derechos de los trabajadores sino también para defender los derechos de los pueblos.
Nuestro gobierno es el principal enemigo que debemos combatir planteándolo, claro está, como el combate unido del movimiento obrero y sus organizaciones, por tanto en ruptura con la política de pacto de Estado y diálogo social. La primera exigencia a quien quiera hablar en nombre de la mayoría es el compromiso de echar del gobierno a todos los niveles al PP.