Rajoy habla con su amo

(Publicado en la Carta Semanal 614)

El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, ha mantenido esta semana pasada una entrevista telefónica con el recién nombrado presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Es la segunda conversación telefónica entre Trump, y el jefe del Ejecutivo español, puesto que ya mantuvieron el mes pasado una breve conversación después de que Rajoy le telefoneara para felicitarle por su victoria electoral y toma de posesión del cargo.

Desde que, en 1953, el dictador Franco firmara los primeros acuerdos con los EE.UU., que permitieron el establecimiento de cuatro bases –y unas pocas instalaciones– militares, el régimen ha actuado sometido militar y políticamente al imperialismo norteamericano. Una sumisión que aseguró, tras la muerte de Franco, su sucesor Juan Carlos, como pudo comprobar Felipe González cuando, en 1982, el aparato de Estado le hizo cambiar su política respecto de la OTAN y las bases militares norteamericanas. Lógicamente el gobierno del PP, partido que representa políticamente al aparato de Estado franquista, no podía sino renovar esa sumisión. De hecho, según ha dicho la Moncloa, Rajoy se he ofrecido para ser “interlocutor de los Estados Unidos” en la Unión Europea, en Iberoamérica y también en el Magreb y Medio Oriente.

Rajoy se halla, además, en una situación de debilidad interna, por su falta de mayoría parlamentaria y de apoyo social, y debe buscar apoyos externos. Y es difícil que los encuentre en Bruselas, dada la situación de crisis que vive la Unión Europea, agravada a partir del referéndum del Bréxit. Rajoy habla con Trump en vísperas del Congreso del PP. Parece que buscara vestirse de la autoridad que le dan sus supuestas relaciones privilegiadas con el imperialismo para “calmar” las aguas en el PP, corroído por la corrupción y extremadamente frágil porque es minoría no solo en el país, sino en las Cortes. En todo caso, no será Trump quien va a salvarlo de los enfrentamientos que se preparan.

Tampoco es que pudieran hablar mucho, porque la conversación no pasó de los 15 minutos, incluyendo traductores. Ahora bien, aunque poco se nos ha contado de lo que hablaron Rajoy y Trump, por lo que ha hecho público la Moncloa, ha quedado clara no sólo la sumisión del gobierno Rajoy al “amo”, sino que esa sumisión tiene y va a tener costes concretos.

Ante todo, las cuestiones militares

Según la nota de prensa de la Moncloa, Rajoy mostró a Trump su disposición “a desarrollar una buena relación con la nueva Administración estadounidense” y le explicó que España, “con un Gobierno estable (sic) y una economía que crece a más del 3%, está en las mejores condiciones para ser un interlocutor de Estados Unidos”.

Según la nota, Rajoy no osó expresar a Trump crítica alguna por su plan de construir un muro con México y expulsar a miles de inmigrantes hispanoamericanos, o eliminar la versión en castellano de la web de la Casa Blanca, o por vetar la entrada a los EE UU de los ciudadanos de siete países musulmanes. Algo que confirma el comunicado de la Casa Blanca. Éste añade que Trump y Rajoy “reafirmaron la fuerte alianza bilateral en una serie de asuntos de interés común”, que no desarrolla, más allá de citar algunas “prioridades compartidas”, y en particular “los esfuerzos para eliminar al ISIS”. Es decir, la continuidad de la cesión de las bases de Rota y Morón para las intervenciones militares USA en África y Oriente Medio y la disponibilidad de tropas españolas para esas misiones.

No es de sorprender, por tanto, que ambos comunicados coinciden en que se habló de un tema: la “Alianza Atlántica”. La nota de La Moncloa habla en concreto de la importancia de las bases de utilización conjunta de Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla), la participación de militares españoles en la instrucción del ejército iraquí y la “estrecha colaboración en materia de inteligencia”.

La Casa Blanca ha sido más explícita, asegurando que Trump “reiteró el compromiso de EE UU con la OTAN y enfatizó la importancia de que todos los aliados de la OTAN compartan la carga del gasto en defensa”. Es decir, que aumenten los gastos militares para que los EE.UU sigan mandando en la OTAN pero no tengan que dedicar tantos fondos a ello. Este es unos de los contenidos que se han reiterado en todas las conversaciones de Trump con los jefes de gobierno de sus países “aliados”. La misma frase, con pocos matices, figura en los comunicados que la Casa Blanca emitió tras las conversaciones de Trump con el presidente francés, François Hollande, el 28 de enero, con el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, el 4 de febrero, y con la canciller alemana, Angela Merkel, también el 28 de enero, la fórmula varió un poco, pero no el mensaje de fondo: la insistencia del nuevo Gobierno republicano en que los países de la OTAN aumenten sus presupuestos para la guerra.

La cuestión de la Unión Europea

La Moncloa nos dice que Trump y Rajoy hablaron también de “cuestiones económicas”. En particular, constataron “el buen momento” del intercambio comercial e inversiones “equilibradas” y “beneficiosas” para los intereses estadounidenses y españoles. En concreto, Rajoy recordó que en los últimos meses de 2016, la inversión de las empresas españolas en EEUU ha crecido, hasta alcanzar una cifra de 62.000 millones de dólares.

No podía quedar fuera de la conversación “el futuro de la Unión Europea”, punto sobre el que Rajoy transmitió a Trump su convicción de que “en los próximos meses se fortalecerá el proceso de integración europea”. La nota no dice de dónde saca Rajoy esa convicción, a la vista de la situación de crisis y parálisis de la Unión Europea y la incertidumbre que pueden suponer los procesos electorales pendientes en Francia, Alemania y otros países.

Nos quedamos sin saber qué dijo Trump, pero el nuevo presidente ha expresado públicamente sus objeciones a la Unión Europea y a los estados europeos: la regulaciones son un obstáculo para el capital norteamericano. Por lo tanto, coincidirá con Rajoy en la misión de la UE: desmantelar las legislaciones que protegen a los trabajadores y la población. Pero no puede aceptar que la UE mantenga aún regulaciones que no ha sido capaz de destruir por la resistencia de los trabajadores y de los pueblos.

La negación de la soberanía

Todo parece indicar que Rajoy no tuvo a bien presentar ninguna queja o reserva sobre las actuaciones y propuestas de Trump. A estas alturas, a nadie debe sorprender la sumisión absoluta de un partido que solo se dice defensor de la “soberanía del pueblo español” para negar el derecho a decidir de Cataluña y de todos los pueblos, y tiene como eje de su acción de gobierno la imposición de la ley del capital financiero internacional a los pueblos del Estado español. Y por tanto la aplicación de los dictados de la mayor potencia imperialista, sumisión que la situación de debilidad del gobierno no puede sino hacer que aumente. Y todo ello a pesar de las incertidumbres y peligros que suponen la personalidad y las primeras actuaciones de Donald Trump y la composición de su equipo de gobierno.

En ese sentido, la actitud de Rajoy ante Trump recuerda la de Aznar en el famoso “trío de las Azores”, que decidió el apoyo a la guerra de Irak. Así lo han señalado, entre otros, el portavoz de la Gestora del PSOE, Mario Jiménez, que ha señalado que “Rajoy se ha ofrecido a Trump como una especie de mayordomo”

Pero esa debilidad tiene una consecuencia: va a hacer más difícil el cumplimiento de los compromisos que Rajoy ha expresado al “amo” Trump. No parece fácil, en las condiciones actuales, aumentar los gastos militares o apoyar sin matices las actuaciones de Trump respecto de Iberoamérica, el Magreb u Oriente Próximo.

En todo caso, la clase trabajadora y sus organizaciones no pueden reconocer los compromisos del franquista Rajoy con el representante del capital financiero estadounidense. Los trabajadores del estado español encontrarán, sin duda, la vía de establecer relaciones fraternales con la clase trabajadora de los EE.UU. sobre la base de la lucha común contra sus explotadores.

 

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