(Publicado en la Carta Semanal 604)
El resultado del referéndum convocado por Mateo Renzi, jefe del gobierno italiano, es demoledor. Con una participación del casi el 70% (68,4%), el NO, con un 59,1% de los votos emitidos, aplasta literalmente al SÍ, que saca un 40,9 %. Por tanto, la inmensa mayoría de los electores ha rechazado la reforma de 47 artículos de la Constitución de 1948 -elaborada en plena ola “antifascista” al final de la II Guerra Mundial- que defendía el gobierno. Un rechazo que llegaba al 81% entre los jóvenes menores de 25 años.
Asistimos a una nueva “rebelión electoral”, que se suma a la que recorre todos los países, contra las fuerzas e instituciones que representan más directamente al capital financiero. Un rechazo que se mantiene, bajo diversas formas, a pesar de no encontrar una expresión coherente.
Los defensores del orden burgués esperaban con aprensión el resultado. Hace varias semanas el periódico Financial Times, órgano de la City de Londres, y, por tanto, uno de los portavoces más caracterizados del capital financiero, escribía con respecto al inminente referéndum italiano lo siguiente: “Europa puede despertarse el lunes 5 con una amenaza de desintegración”. Tras el resultado, todos se llevan las manos a la cabeza y salen en defensa de la Unión Europea, aunque algunos señalen la necesidad de aflojar las tuercas de la “austeridad” para no precipitar a toda la “construcción europea” a la vorágine de su destrucción.
Más allá del contenido concreto de las reformas constitucionales propuestas por Renzi, los defensores del capital, que se asomaban al abismo, han tomado una posición clara. Las fuerzas mas consecuentes del capital financiero en Italia se habían pronunciado por el SÍ. Así, la patronal Confindustria (equivalente de la CEOE) había aprobado por unanimidad en su Consejo General el apoyo, llamando a votar SÍ al referéndum de Renzi. El propio presidente norteamericano Barack Obama mostró hace unas semanas su apoyo a la política de Renzi, cuando éste visitó la Casa Blanca.
El capital financiero necesitaba mejores instrumentos de dominación en Italia. No en vano, la mayoría de bancos italianos está al borde de la quiebra, que requeriría un enorme rescate. Sin embargo, la crisis afecta a los propios defensores del orden burgués, que no se ponen de acuerdo sobre cómo actuar. Por razones diversas y a veces contradictorias, la mayoría de partidos italianos se habían pronunciado por el NO. Incluso un sector del PD (Partido Democrático, que surgió de la unión de los restos del Partido Comunista Italiano con un sector venido de la Democracia Cristiana), el propio partido de Renzi, llamaba a votar NO. En las elecciones municipales de hace unas semanas el PD, hasta entonces mayoritario, perdió la mayoría de las grandes ciudades, con una subida espectacular del Movimiento 5 Estrellas (organización con un programa muy poco definido que mezcla cosas de aquí y allá, y que se proclama representante de la “nueva política”).
De hecho, lo que se ha expresado, tanto en las elecciones municipales como en el referéndum, es el rechazo al conjunto de la política antiobrera del gobierno Renzi. En particular, el rechazo hacia la adopción de la ley Jobs Act (equivalente a la reforma laboral de nuestro país)
El interés de los trabajadores y la población
Es importante precisar el contenido concreto de la reforma constitucional que Renzi ha intentado imponer: suprimir el bicameralismo perfecto (o sea, la existencia de un congreso y un senado con las mismas competencias), la supresión de las 110 provincias en beneficio del Ejecutivo central, la supresión de toda una serie de instituciones con contenido social, la búsqueda de mayorías absolutas distorsionado la proporcionalidad del voto….
En última instancia, la reforma buscaba transformar el régimen parlamentario establecido en 1948, con múltiples cortapisas para evitar la instalación de gobiernos autoritarios, por un régimen de tipo Bonapartista, con poderes reforzados para el jefe del gobierno. Todo ello con un objetivo: crear los instrumentos que permitieran aplicar, eludiendo los mecanismos de control parlamentario, las directivas del capital financiero.
Los intereses de los trabajadores italianos, como los de todos los países, no son indiferentes a la forma concreta que adopte la dominación del Estado burgués. No es lo mismo una república parlamentaria que una dictadura, una monarquía o un régimen de tipo presidencialista/bonapartista. La posibilidad de libre organización, el derecho a la huelga, la libertad de negociación, todas las conquistas básicas de la clase obrera, se inscriben más fácilmente en un régimen parlamentario que teóricamente -y al menos, parcialmente, en la práctica- se ve obligado a reconocer los derechos obreros y los derechos y servicios públicos y conquistas sociales en general.
No es, por tanto, por casualidad que la mayoría de los trabajadores y de la juventud (que sufre tasas de paro a la española) votara de manera abrumadora contra la reforma de Renzi, lo que es, en realidad, un voto contra su política.
El movimiento de la clase y sus organizaciones
En estas últimas semanas, numerosas huelgas se han desarrollado en todo el país. En particular, han afectado a los transportes públicos, el correo, los hospitales y a la educación nacional, concretamente contra el nuevo sistema de evaluaciones propuesto por el gobierno.
A iniciativa de la potente federación de la metalurgia, la FIOM, que se pronunció hace meses por el NO, la CGIL, que es la confederación sindical mayoritaria, había adoptado una postura inequívoca, denunciando el carácter antidemocrático y antisocial de la reforma y llamando a votar NO.
Al mismo tiempo, las organizaciones sindicales están impulsando la celebración de un nuevo referéndum para derogar la Jobs Act.
El resultado tiene consecuencias para toda Europa
El hecho de que las grandes organizaciones sindicales obreras se hayan pronunciado claramente contra la reforma Renzi, hace que el resultado del referéndum no sea sólo un elemento de la dislocación acrecentada de la Unión Europea y sus instituciones, y al tiempo de crisis institucional en Italia sino que, al mismo tiempo, sea un punto de apoyo para los trabajadores italianos en la lucha por sus reivindicaciones y, más allá, de los trabajadores de toda Europa.
Este resultado es un punto de apoyo para los trabajadores de toda Europa, de todos los países para resistir a la política de cada uno de sus gobiernos, en la vía del desmantelamiento de las reaccionarias e irreformables instituciones de la Unión Europea, por la unión libre de naciones y pueblos de Europa sobre la base del fin de la opresión y la explotación.