(publicado en la Carta Semanal 478)
Felipe VI ha sido coronado a espaldas del pueblo, despreciando la voluntad popular y con Madrid tomado policialmente para impedir que el pueblo se expresase. Los miles que a pesar de todo intentaron manifestarse se vieron acosados, bloqueados cuando no golpeados o detenidos. La Puerta del Sol –donde se habían convocado concentraciones y manifestaciones– se había convertido en un parque móvil cerrado por barreras policiales para que no se reprodujesen las masivas manifestaciones semiespontáneas que horas después de que el rey anunciase su abdicación tuvieron lugar en los pueblos y ciudades del Estado. Los manifestantes, como en los primeros de mayo de la dictadura, tenían que ir dando vueltas por las aceras hasta que les desviaban a otra parte. Llevar una camiseta tricolor podía valer la detención en esa especie de estado de excepción. Al cabo, tanto por la mañana como por la tarde algunos tenaces destacamentos –sobre todo juveniles– impusieron manifestaciones hasta la plaza de Tirso de Molina. También hubo ese día manifestaciones en una serie de ciudades, algunas relativamente importantes, que han sido silenciadas por los medios de comunicación.