(Publicado en la Carta Semanal 688 – ver en catalán)
La Organización del Tratado del Atlántico Norte ha celebrado su cumbre anual en Bruselas los pasados 11 y 12 de julio, una cumbre marcada por la polémica sobre el gasto militar. Una polémica que ha oscurecido la noticia de que la OTAN sigue con sus planes de ampliación y ha invitado formalmente al Gobierno de Macedonia a «iniciar sus negociaciones de adhesión» para optar a ser miembro de la misma.
Recordemos que la OTAN es una alianza militar –y política– que garantiza la sumisión de los países que la forman a los intereses militares de los Estados Unidos. Pero Donald Trump ve su supremacía en peligro. Las bases materiales del imperialismo norteamericano están destruyéndose: la minería, la siderurgia, el automóvil están en caída libre, el déficit de infraestructuras y de las administraciones es brutal, la educación depauperada, solo funciona la sanidad para unos pocos. Es una vieja contradicción: las multinacionales deslocalizan arruinando el país. Trump busca cómo utilizar su poderío para revertir esta realidad. El resultado es el caos actual: guerra comercial, multiplicación de conflictos armados. En su afán de intentar mantener su supremacía económica y militar, presiona a los países de la Alianza para que aumenten su gasto militar, sosteniendo a la industria de armamento yanqui y aliviando el enorme peso del gasto militar de los EEUU: 607.000 millones de dólares, cerca del 4% del PIB USA y que supone el 41% del gasto militar mundial.
Con sus métodos de cowboy Trump, fuera de programa, irrumpió en la cumbre con una rueda de prensa en que ponía de vuelta y media a todos los países que no destinan el 2% de su PIB a gastos militares, exigencia que ya venía haciendo Obama y de la que Trump ha hecho bandera.
En defensa de los intereses del capital financiero de matriz norteamericana, Trump parece empeñado en destruir todas las instituciones del Orden Mundial construidas después de la II Guerra Mundial, con la ayuda de la socialdemocracia y de la burocracia del Kremlin según los casos. En Bruselas Trump vino a decir, pensando en la Unión Europea, que “pagamos por su seguridad y ustedes invaden EEUU con sus productos más baratos”.
Como paso previo a la cumbre, Trump había calentado el ambiente previo con cartas dirigidas a al menos 10 mandatarios aliados, incluido Pedro Sánchez, quejándose de que sus países no cumplen el objetivo fijado en la cumbre de Gales, y bombardeando a todos los miembros con tuits: “EE UU gasta mucho más en la OTAN que ningún otro país”, “según algunos cálculos, paga el 90%”, lo que “no es justo ni aceptable”. (En realidad, EEUU paga el 22% del presupuesto de la OTAN. Es cierto que el gasto militar de EEUU es el 67,5% del gasto militar total de los 29 aliados, pero eso incluye su despliegue en todo el planeta, incluyendo teatros tan alejados de Europa como Japón o Corea del Sur).
En la Cumbre fue más allá: “Aunque algunos de estos países [los aliados] han estado aumentando su contribución desde que asumí el cargo, deben hacer mucho más, Alemania está en el 1%, EE UU está en el 4%”, y añadió que «son morosos en lo que a mí respecta porque Estados Unidos ha tenido que pagar por ellos».
En sus exabruptos, Trump alude al objetivo fijado en la cumbre de Gales de 2014 de dedicar el 2% del PIB a Defensa. Pero, en realidad, la cumbre de Gales no acordó llegar al 2% del PIB en 2024, sino “tender” hacia ese objetivo. Un propósito que se les hace difícil de poner en práctica a gobiernos débiles, que tendrían que justificar aumentos importantes del gasto militar a la vez que recortan en los servicios públicos, los derechos sociales y las pensiones.
Una lluvia de excusas y promesas
Todos los supuestos “aliados” se apresuraron a hacer actos de contrición y prometer enmienda, pero cada uno añadía sus reservas.
Ese fue el caso de Alemania, sobre la que Trump dijo que “está completamente controlada por Rusia, tras la construcción de ese nuevo gasoducto, más del 70 por ciento de su gas natural se lo suministrará Moscú”. La canciller Merkel se vio obligada a contestarle que ella misma experimentó “el control de la Unión Soviética” y que ahora su país puede tomar decisiones “independientes”. Le faltó añadir que no independientes de Washington, puesto que reiteró la intención de su gobierno de cumplir con el objetivo de «avanzar en la dirección del 2% del gasto de defensa» para 2024.
Por su parte, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha asegurado que Francia alcanzará el compromiso de invertir en Defensa el 2% del PIB para 2024. Pero “no estoy seguro de que aumentar el gasto en Defensa del 2% al 4% del PIB sea una buena idea”, añadiendo que garantizar la cohesión de la OTAN es posible únicamente si la carga presupuestaria se comparte de manera justa. Lo que denota que hay sectores del capital financiero, incluso norteamericano, que no están por el 4%.
Todos los gobiernos capitalistas se enfrentan limitadamente, pero aminoran el golpe tratando de que los obreros paguemos con la liquidación de las conquistas obreras. Sin embargo, los trabajadores no podemos aceptar los planes de Trump.
También el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, ha dado una de cal y otra de arena. El comunicado del Cumbre afirma que se van a aumentar los gastos militares, pero el gobernante italiano, a la salida, declara que no se ha comprometido a incrementar el presupuesto de Defensa.
El Presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, expresaba de alguna manera la situación de muchos dirigentes europeos, colocados incómodamente entre la espada de las exigencias de los EEUU y la pared de la presión de los pueblos de sus países: “Querido presidente Trump: América no tiene ni tendrá un aliado mejor que Europa”, para añadir que “tengo dos mensajes que trasladar. Querida América: aprecia a tus aliados; al fin y al cabo, no tienes tantos. Querida Europa: aumenta el gasto en defensa”.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha manifestado que el “reparto de cargas no es justo”, y pronosticó “discusiones fuertes y francas” entre Trump y sus socios. Pero la situación “está mejorando” y, según los planes nacionales que los aliados presentaron a la OTAN a finales del año pasado, habrá un aumento del gasto militar de 266.000 millones de dólares. Tal vez por eso Trump ha terminado la cumbre diciendo que “tuve una gran reunión con la OTAN, recaudando grandes cantidades de dinero”.
El caso es que, inmediatamente después de la Cumbre, Trump se encaminó a Helsinki a buscar un acuerdo con Putin a costa de los gobiernos europeos. Pocos días después, la canciller Merkel decía a la prensa que “ya no es posible confiar en el superpoder de EEUU.”
Sánchez: ¿asumir la herencia del PP y el atlantismo de la Monarquía?
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, no ha sido menos que otros. Ha declarado que su gobierno “empatiza” con la exigencia de alcanzar el nivel de gasto del 2% del PIB para 2024. “Nuestro compromiso es inexcusable y lo vamos a cumplir». Pero inmediatamente añade en cada ocasión que hay que hacer un cálculo justo, que tome en cuenta la participación de España en las misiones internacionales: ha desplegado 1.161 soldados en misiones de la OTAN, 616 de la ONU y 757 de la Unión Europea. Así como la disponibilidad de capacidades militares y la voluntad de utilizarlas en favor de la paz y seguridad internacionales.
Apoyándole, el Ministro de Exteriores, Borrell, escribía en La Vanguardia que “estamos en todas las misiones militares y civiles desplegadas por la Unión Europea. De hecho, somos el país que con más personal contribuye a las mismas, desde Ucrania, en nuestra vecindad oriental, hasta el Sahel, en nuestra vecindad sur. Al igual que nuestra apuesta decidida por el pilar europeo de la defensa, nuestro compromiso con la seguridad y estabilidad en el Mediterráneo es firme y estamos dispuestos a dar más pasos al frente. Por ello, en la cumbre de la OTAN recién concluida, hemos ofrecido liderar la próxima misión de adiestramiento en Túnez y dar apoyo logístico de respaldo a la presencia de la ONU en Libia.” Borrell concluía que es difícil el 2% para 2024.
Veamos en concreto cómo se plantean las cosas. En diciembre la ministra Cospedal, recogiendo exigencias de mandos militares y de la Zarzuela, escribía al Sr. Stoltenberg, secretario general de la OTAN, que España alcanzaría para 2024 el 1,53% del PIB en Defensa (10.000 millones más que ahora). ¿Cuáles son sus cálculos?
En los años 90, la Monarquía aprobó unos Programas Especiales de Armamento por valor de 30.113 millones (además del mantenimiento y operaciones de los ejércitos. Inicialmente, se notó poco en el Presupuesto y en el déficit porque se camuflaron como créditos de los departamentos de Economía, Industria e Innovación. A día de hoy están pendientes de pago, de aquí a 2030 unos 20.000 millones (de aquellos 30). Quiere decir que los gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy han chocado con las exigencias económicas y sociales (y de mantenimiento de la Monarquía). Pero lo planteado ahora es peor.
Dicen el mando militar y la Zarzuela que cubrir las “capacidades más necesarias y urgentes” de las FAS dentro de la OTAN exigen invertir 10.805 millones, que son la avanzadilla del nuevo ciclo inversor para los próximos 15 años, cuando quedan 20.000 del anterior. Hay que añadir la modificación del submarino S-80, de los 2.135 millones iniciales hasta 3.600.
Estas cuentas del Gran Capitán significarían aumentar un 1% el porcentaje del PIB destinado a gastos militares (en un marco fijado por el acuerdo con Bruselas que obliga a reducir un 3% el peso del Presupuesto del Estado con respecto al PIB). O sea robar 10.000 millones de euros a presupuestos ya encogidos de enseñanza, sanidad, servicios públicos.
La Monarquía sometida a los Estados Unidos ya ha optado por sangrar a los pueblos aun a costa del enfrentamiento entre los pueblos del Estado español y atacando desde las bases a los pueblos de África y Oriente Próximo.
Más que nunca son actuales las reivindicaciones tradicionales del movimiento obrero y de los pueblos del Estado español contra la OTAN y por la retirada de las bases americanas.