Combate Socialista 12. Historia del Partido Comunista de España

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Introducción

El Partido Comunista de España vive un grave crisis desde 1980. Hoy está reducido a una patética sombra de lo que fue. Prácticamente desaparecido en Galicia, Euskadi y Cataluña, vive roto por la presencia de numerosos grupos y fracciones, algunos de los cuales no tienen siquiera una plataforma política explícita. Ha sido abandonado por
cerca del 90% de sus militantes, y ha perdido la dirección de organizaciones ligadas históricamente a él, como CC.OO. y las Asociaciones de Vecinos. Todos los PCs viven una crisis irreversible desde el estallido de la URSS. Desde los años 20, tras la derrota de la Oposición de Izquierdas, se conformaron como aparatos sometidos a la política internacional de la burocracia de la URSS. Tras el desmembramiento de la burocracia en fragmentos mafiosos, los PCs no pueden continuar con esa orientación. Sus dirigentes buscan un nuevo espacio dentro de la Internacional Socialista, del movimiento alterglobalizador, o incluso al servicio del Unión Europea a través del proyecto de “Partido de la Izquierda Europea”. Pero la crisis del PCE es anterior a la caída del Muro de Berlín. Empezó como consecuencia de la política mantenida durante la llamada Transición y no ha parado desde entonces. La actual dirección atribuye toda la responsabilidad a su entonces secretario general, Santiago Carrillo. No es una actitud excepcional. Lo han hecho todas las direcciones anteriores. Bullejos le echó las culpas de todo a Maurín, Díaz atribuyó todas las responsabilidades a Bullejos, Carrillo a Uribe. Pero la realidad es otra. Fundado en 1920, el PCE fue tempranamente estalinizado. Y desde entonces ha carecido de una política propia, siguiendo siempre los intereses de la Nomenklatura de la URSS. Durante la guerra civil, su sumisión a las directrices de Stalin le opuso al movimiento de colectivizaciones, al impulso revolucionario de la clase trabajadora española, convirtiéndole en el partido de la “gente de orden”. Durante la Transición, la sumisión del PCE a la política de “seguridad y cooperación en Europa”, pactada por el imperialismo y la URSS en la Conferencia de Helsinky, le llevó a oponerse a la poderosa movilización que buscaba acabar con todos los residuos del franquismo y le convirtió en el mayor partidario del consenso y del apoyo a la Monarquía. Este texto trata de ofrecer a los militantes comunistas y revolucionarios datos para explicar la situación del PCE y para contribuir a un balance que muestra la actualidad del combate por el partido de clase, que los trabajadores españoles necesitan.

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