(Declaración del 26 de agosto de 2014 – versión PDF para impresión)
En estos momentos en que los trabajadores y los pueblos del mundo entero están sobrecogidos por la guerra de exterminio de Israel contra el pueblo palestino, en particular en Gaza…
En estos momentos en que los derechos del pueblo palestino son pisoteados, todo el mundo se pregunta: ¿habrá una salida?
Hace 66 años, el grupo trotskista palestino declaraba a propósito del Estado de Israel, en enero de 1948:
“Este Estado no tiene ningún futuro histórico. Afectado por crisis y convulsiones permanentes –no pudiendo la guerra civil permanente evitarse sino barriendo totalmente a todos los pueblos árabes en su territorio–, se hundirá en una espantosa carnicería en la próxima etapa de la revolución árabe si el proletariado judío no se desprende a tiempo del chovinismo sionista. La tarea de los revolucionarios judíos en Israel es preparar esta ruptura. Su línea política debe mantenerse inquebrantable: la lucha contra la partición de Palestina, por la reintegración del territorio de Israel en una Palestina unida, en el marco de una Federación de Estados Árabes de Oriente Medio que garantice a la minoría judía todos los derechos de autonomía cultural nacional.”
Para los militantes de la Cuarta Internacional, únicamente la revolución proletaria permitirá, echando abajo el imperialismo, resolver hasta el final las cuestiones nacionales que la historia ha dejado pendientes, incluidas las aspiraciones de la población judía emigrada a Palestina que no pueden, para los trotskistas, en ningún caso oponerse a la aspiración de las masas árabes a la soberanía.
La partición de Palestina en 1946 por los imperialismos vencedores de la Segunda Guerra Mundial, apoyados por la burocracia estalinista, y convalidada por la ONU en 1947, la fundación de un supuesto «Estado Judío» en el mismo corazón de Oriente Medio, no podía sino entrañar guerras y destrucción para los pueblos de la región, empezando por el pueblo árabe de Palestina. La postura de la IV Internacional, desde 1948, era muy clara:
“¡Abajo la partición de Palestina! Por una Palestina árabe unida e independiente, con plenos derechos de minoría nacional para la comunidad judía. ¡Abajo la intervención imperialista en Palestina! ¡Fuera del país todas las tropas extranjeras, los ‘mediadores’, y ‘observadores’ de la ONU! ¡Por el derecho de las masas árabes a disponer de sí mismas. Por la elección de una Asamblea Constituyente, por sufragio universal y secreto ¡Por la revolución agraria! ¡Abajo la Liga árabe, instrumento del imperialismo! ¡Abajo los reyes corruptos y los señores feudales explotadores! Viva la revolución socialista árabe en Oriente Medio.”
Han transcurrido 70 años, durante los que muchos de los dirigentes del movimiento obrero internacional, desde los partidos “comunistas” hasta la Internacional “Socialista», han explicado a los trabajadores y jóvenes del mundo entero que estas palabras no eran “realistas”, que la única solución “realista”, era una solución con “dos Estados” en Palestina.
A esta objeción contestaba Pierre Lambert, el dirigente de la IV Internacional, en un mitin convocado por el PCI (sección francesa de la IV Internacional) en junio de 1982, en vísperas de las matanzas de Sabrá y Chatila. Al acusar a Begin-Sharon, declaraba:
“Los realistas, aquellos que nos han explicado que nuestra postura y nuestro combate eran utópicos, ¿adónde han llevado a los pueblos? ¿Adónde llevan hoy esta región del mundo arrasada por el fuego, las matanzas, las penurias? No, no hay más salida que la salida democrática, y la salida democrática que únicamente puede traer la paz a esta región pasa por la desaparición del Estado de Israel, pasa por la Constituyente palestina, constituida por la nación palestina con sus dos componentes. Todos los planes, todas las soluciones que no tomen como base esta solución democrática no tienen otra realidad que las matanzas repetitivas. Ha habido la guerra de 1948, la guerra en 1956, la guerra en 1967, el ‘Septiembre Negro’ de 1970, Septiembre Negro que vio al rey de Jordania usar las fuerzas que el imperialismo norteamericano le había proporcionado para aplastar o tratar de aplastar a los palestinos. Ha habido guerra en 1973, ha habido Tal el Zaatar en 1976. La perpetuación del Estado de Israel no puede sino conducir a la guerra.”
¿Cómo se plantea hoy esa cuestión, tras mes y medio de la peor matanza organizada contra la población palestina de Gaza, en la continuidad de la limpieza étnica empezada en 1948?
Es verdad que las fuerzas militares del Estado de Israel demuestran una superioridad apabullante… pero la verdad obliga a decir que ¡nunca fue tan débil el Estado colono, segregacionista y teocrático!
Al desencadenar como nunca sangre y fuego contra la población civil de Gaza, masacrando sin distinción a mujeres, ancianos y niños ha unido en uno solo al pueblo de Palestina desde la franja de Gaza a los territorios de 1948 (Estado de Israel), pasando por Cisjordania y los campos de refugiados diseminados por todos los países de la región. Ha reunido al pueblo palestino en torno a la Resistencia. Ha asestado un duro golpe a la presunta “solución” de dos Estados –y a lo que quedaba de los Acuerdos de Oslo (1993)– haciendo de Gaza el modelo de este segundo Estado: un gueto.
Al desencadenar como nunca sangre y fuego… ha dicho claro y alto al mundo entero lo que significa la perpetuación del orden imperialista, del que el Estado de Israel es un mero ejecutante: el exterminio de un pueblo que se niega a doblegarse ante la opresión y la explotación.
Al desencadenar como nunca sangre y fuego, ha arruinado a ojos del mundo la pretensión del Estado de Israel de encarnar la defensa de los valores democráticos, como se lo han hecho notar con dignidad, en una carta titulada “¡No en nuestro nombre!”, cientos de supervivientes judíos de los campos de concentración nazis.
Ha puesto a plena luz la hipocresía de los gobiernos imperialistas cómplices, empezando por los gobiernos Hollande, Cameron, Merkel, demostrando su verdadera naturaleza.
Al provocar la indignación de los pueblos del mundo, Netanyahu ha obligado a Obama a aparecer ante el mundo entero como que quería “contenerlo”, sin dejar de armarlo a más no poder.
Frenado por Obama en su ofensiva extermina-dora, Netanyahu ha provocado la más grave crisis de la historia de su Estado y de su aparato militar.
Todas las condiciones están reuniéndose para un giro de suma importancia para que, en un futuro próximo, converjan uno hacia otro varios sectores de las dos sociedades, especialmente dentro de la juventud, condenada por el Estado de Israel a una guerra sin fin, a las matanzas y a la barbarie contra el pueblo palestino de ambos lados del muro.
La resistencia de los combatientes palestinos, su lucha heroica, ha asestado un golpe fatal al mito del ejército israelí invencible. Ha asestado un golpe fatal al mito del “cimiento del ejército y de la nación israelí”, alimentado por la euforia de las victorias de su ejército. El pueblo palestino acaba de conseguir el cese de los bombardeos, recibido con manifestaciones de alegría en toda Palestina, incluso entre la población judía.
Aunque sólo son unos cientos, han plantado cara a la plana mayor del ejército y se han negado a ir destinados a Gaza… y aunque solo algunos miles se han manifestado, especialmente en Tel Aviv, con su valerosa actitud han abierto una brecha importante.
En cuanto a la capa de militantes palestinos volcados en el combate, se está desarrollando un profundo movimiento en ellos. Han experimentado la traición de los jefes de Estado árabes, en primer lugar del jefe de Estado egipcio. Han experimentado el supuesto “programa de paz” de Fatah, que ha significado que reconociera el Estado de Israel y renunciara a la Carta Magna de la OLP. Se han negado a cualquier intento de renunciar al derecho al retorno de los refugiados. Entienden que la “solución” de dos Estados (incluido el Estado islámico de Hamás) los encerraría para siempre, como en Gaza, en un campo de concentración a cielo abierto. Observan con la mayor preocupación las grandes maniobras improvisadas por el imperialismo norteamericano para tratar de contener el derrumbe que ha provocado en Iraq. Entienden el peligro que encierra para ellos el acercamiento entre Irán y Estados Unidos y el que se está intenta entre Estados Unidos y Bachar el Assad.
Cada vez arraiga más la idea de que no hay ninguna salida para el pueblo palestino si se supedita a las maniobras diplomático-militares en curso.
En ese sentido hoy cabe decir que la cuestión de la lucha por una nación palestina unida, una república palestina laica y democrática donde vivan en igualdad de derechos todos sus ciudadanos, sean cuales sean su religión o sus orígenes, está madurando para surgir de modo asequible en un futuro próximo.
Contra la conquista de su soberanía por el pueblo palestino, por todas partes, en nombre del “realismo”, de imperativos de la urgencia humanitaria… los trabajadores de todos los países, especialmente de los países imperialistas están siendo llamados –incluso por sus direcciones– a asociarse a la campaña para “poner Gaza bajo la protección de la ONU” y los pasos fronterizos bajo el control de inspectores de la Unión Europea, pisoteándose así la exigencia palestina de “¡cese sin condiciones del bloqueo!”.
La solidaridad concreta con el pueblo palestino, es al contrario la unidad más amplia de las organizaciones obreras y democráticas en el mundo entero por el cese inmediato total e incondicional de la agresión israelí, y por la retirada inmediata e incondicional del bloqueo de Gaza.
Esta solidaridad se inscribe en el combate por ayudar a nuestra clase a derrocar a los gobiernos al servicio del capital financiero y de la política de guerra del imperialismo norteamericano.
Todo esto se inscribe en el combate por reforzar la organización de la vanguardia consciente de la clase obrera.
¡Y se inscribe en el combate por reforzar la IV Internacional!