(Publicado en la Carta Semanal 658)
Declaración del Comité Ejecutivo del POSI – Madrid, 23 de diciembre de 2017
Con una participación histórica del 82% de la población en edad electoral, y a pesar del chantaje de los capitalistas con llevarse todas las empresas, del dispositivo represivo montado, del encarcelamiento de dirigentes y de la huida forzada de otros para no ser detenidos, los resultados electorales han significado un mazazo al gobierno Rajoy, a su política de represión indiscriminada y a la aplicación del 155, que han colocado la convocatoria electoral en una situación de excepción, de presión antidemocrática del régimen monárquico sobre el electorado. Han significado también el fracaso de la actuación arbitraria del aparato judicial. Aparato que por otro lado, y sin tardar un minuto, este mismo viernes, ha iniciado diligencias contra otros tres dirigentes independentistas. Ha sido un rechazo claro a su negativa al diálogo y la sustitución del mismo por jueces y policías.
La derrota de Rajoy es también la derrota de Trump, de Macron y Merkel, de todos los gobiernos e instituciones europeos, que han apoyado sin rechistar a Rajoy, sus cargas policiales, sus dispositivos antidemocráticos. Es una derrota que se integra en la crisis general de todos los regímenes europeos que, a las órdenes del capital financiero, intentan destruir todas las conquistas que la clase obrera arrancó en su larga lucha. Es un punto de apoyo y un llamamiento a los trabajadores y pueblos del Estado español y de toda Europa a reforzar el combate común contra la política destructiva de los gobiernos europeos y la UE.
El golpe alcanza de lleno al principal aliado político de Rajoy en esta aventura, Pedro Sánchez y con él a todo el equipo de González y Díaz que al apadrinar el 155 han alineado al PSOE y al PSC con la Monarquía y sus peores modos heredados del franquismo.
El 21 de diciembre no es una cuestión catalana: abre una crisis en todas las instituciones del Estado y en la dominación del capital, abre una nueva etapa en el enfrentamiento entre las clases en nuestro país en la lucha por la emancipación nacional y social.
Los trabajadores y la clase obrera no tienen representación fiel a sus intereses
El hecho de que en los barrios obreros, gran parte de los trabajadores hayan depositado su voto en Ciudadanos, es decir, en una candidatura ajena a la clase, tiene que ver con la actitud de los dirigentes del PSC, por su abandono de la lucha por los derechos nacionales y sociales –que han querido encubrir a última hora con la incorporación de la antigua Unió Democrática, el sector más derechista del nacionalismo–, con su acomodamiento al establishment autonómico, y al mismo tiempo, tiene que ver también, con el rechazo y la desconfianza que la mayoría de la clase obrera tiene hacia los partidos que conforman el independentismo institucional, alguno de los cuales se ha distinguido particularmente en la aplicación de las políticas de recortes dictadas por el capital financiero, contra la Sanidad, contra la Educación, contra los servicios públicos en general. Recordemos que, a pesar de su alianza con los restos de Unió Democrática de Cataluña, los resultados han sido prácticamente los mismos que en 2015, que fueron los peores del PSC de toda su historia.
El declive del PSC y del PSOE iniciado desde hace años, tiende a agravarse. Solo recuperando el No es No a Rajoy, y luchando por una solución democrática para el pueblo catalán y para todos los pueblos de España, podrá recuperar la confianza de sus votantes.
La victoria de los independentistas no abre sin embargo una salida
Da la impresión de haber vuelto a la casilla de salida. Y esto es así no sólo por el hecho de que los nacionalistas incluso han reducido su porcentaje y su número de diputados, sino porque la experiencia ha demostrado que la declaración unilateral de independencia, sin contar con los trabajadores y pueblos del resto del Estado, e incluso sin buena parte de los trabajadores catalanes, era y es un callejón sin salida.
Los hechos han demostrado –contra lo que pretendía y prometía el independentismo oficial- que nada hay que esperar de las instituciones del capital financiero que dominan la Unión Europea, ni del imperialismo norteamericano.
¿Y ahora? Nada justifica que Puigdemont y sus consejeros tengan que seguir un solo día más fuera del país para no ser detenidos, ni que Junqueras siga en la cárcel, o que otros sean inculpados. La democracia exige la retirada inmediata del 155, que sean puestos en libertad inmediatamente y sean archivadas las causas contra todos ellos. Ninguna arbitrariedad judicial puede estar por encima de la democracia.
Forjar la alianza de los trabajadores y los pueblos
Las aspiraciones a la emancipación nacional contra la Monarquía se funden con las exigencias sociales y democráticas de la mayoría obrera del país y de todos los pueblos. Para los trabajadores, para los jóvenes, para los jubilados, para los parados, para los agricultores, para los pequeños comerciantes, liberarse de la pesada losa que significa el régimen monárquico y todas las instituciones heredadas del franquismo, instituciones al servicio de capital financiero, significa conseguir las reivindicaciones más elementales. Es decir, la derogación de la reforma laboral, la defensa del régimen público de pensiones amenazado, la derogación de la LOMCE, la anulación del 315.3 que permite la persecución de los sindicalistas y criminaliza el derecho de huelga, la anulación de todas las leyes que atacan las libertades, la renacionalización de los sectores estratégicos y servicios públicos que han sido privatizados, y tantas otras reivindicaciones que permiten forjar la unidad entre la mayoría obrera y los pueblos que componen el Estado español. Pueblos que soportan todos la pesada losa de la Monarquía, y en primer lugar el pueblo catalán.
No hay salida bajo este régimen
Solo hay una forma de salir del atolladero actual. Y no es otra que la unidad de la lucha de los pueblos y de los trabajadores de todo el Estado, avanzando hacia la República.
Los trabajadores y el pueblo de Cataluña están llamados a ser la vanguardia de la movilización de todos los pueblos y trabajadores que, arrastrando a sus organizaciones, rompan con el régimen y sus instituciones. No hay salida en el marco constitucional monárquico. Son vanos todos los intentos de apuntalarlo o regenerarlo, o las promesas vanas que pretenden reformarlo o hacer creer que puede albergar en su seno el derecho a decidir de los pueblos o blindar los derechos sociales.
Los partidos que dicen defender los intereses obreros y democráticos están ante el dilema siguiente: seguir apegados a la defensa de este régimen, sus prebendas, sus privilegios y su corrupción generalizada, o ponerse a la cabeza de la resistencia para acabar con el mismo, con su gobierno, para abrir la vía a la República, a la República Catalana Libre, a la República Vasca Libre, a la Unión Libre de Repúblicas Soberanas.