Enseñanzas de la Revolución Rusa

¿Por qué conmemoramos la revolución rusa en su centenario? ¿Academicismo o incluso nostalgia? ¿O por el contrario sigue aportando hoy enseñanzas? Más concretamente, ¿ofrece lecciones para la clase trabajadora, cuyas condiciones de vida se deterioran cada vez más y están amenazadas de nuevos retrocesos?

Desde el punto de vista de la clase trabajadora, la revolución rusa constituye el acontecimiento más importante de la historia, porque permitió constituir un Estado obrero (el primero, salvando la breve experiencia de la Comuna de París en 1871), con el que se abrió la posibilidad real de transición al socialismo y después al comunismo, paso imprescindible para resolver los graves problemas a los que lleva inevitablemente el capitalismo. Sólo en los primeros días se resuelven o comienzan a resolverse problemas que hoy seguimos padeciendo (tierra, paz, jornada laboral, deuda, nacionalización de la banca, autodeterminación de los pueblos, separación iglesias Estado, plena igualación de la mujer). En 1917, cuando la humanidad padece la guerra mundial a la que ha conducido la acumulación capitalista, ya en su estadio imperialista.

Desde el punto de vista de la clase capitalista la revolución rusa es también el hecho histórico más relevante, lógicamente por la razón contraria a la de la clase trabajadora, pues supone para ella la forma más profunda y consecuente de cuestionamiento de su dominación. Por eso oculta, manipula y pervierte el conocimiento de la experiencia revolucionaria, combatiendo contra todo análisis riguroso de ella. En particular promueve la tesis de que el ciclo histórico de la revolución ya se cerró.

Sin embargo, sólo desde una visión interesadamente escolástica se puede pretender constreñir esta experiencia revolucionaria a un momento y lugar acotados. Ni su impacto quedó restringido al interior de las fronteras de la Unión Soviética, ni se acaba con la liquidación de la URSS en 1991. Porque como explicaron Marx, Engels, Trotsky y Lenin entre otros, con la noción de revolución permanente, la onda expansiva de la revolución se inscribe en la lucha de clases a escala mundial y en su necesidad ineludible para resolver los problemas. Y permanece también a través del legado que aporta.

Obviamente no estamos en 1917, pero sí hay algunos paralelismos y particularmente uno: hoy, como entonces, el capitalismo sólo puede ofrecer destrucción. Las crisis, las guerras, la desvalorización de la fuerza de trabajo de la que vive la inmensa mayor parte de la población mundial, condenada a un deterioro cada vez mayor de sus condiciones de vida. Ante ello, la perspectiva del socialismo y el comunismo no se presenta ya como deseo, sino como necesidad.

Cualquier interesado en conocer las claves de los procesos sociales debe aprovechar la lección que ofrece la experiencia soviética, con todas sus contradicciones. Quien además tenga una intención emancipadora, aún mucho más, porque no tenemos nada que perder con el conocimiento de las causas profundas de nuestros problemas. Para lograr conocer nos apoyamos en el método marxista, culminación de la mejor tradición de la historia del pensamiento social, que busca la explicación científica hasta el final, como combustible para una intervención que realmente pueda abrir una salida digna de este nombre.

Con este libro pretendemos aportar un granito de arena a la comprensión de la Revolución rusa y toda su trayectoria, para lo que nos ponemos en las mejores manos: las de los autores que participaron en la revolución, cuyos análisis obedecían exclusivamente al deseo de comprender, para fundamentar seriamente su actuación. Por eso, tras una amplia introducción de Arrizabalo, en el libro se recogen cientos de textos que proceden directamente de la experiencia revolucionaria (como la redacción literal de decenas de decretos de los primeros días y semanas desde octubre), completándose el texto con un apartado, de nuevo de Arrizabalo, proponiendo los aspectos concretos que pueden contribuir a nuestra lucha hoy.

La riqueza de experiencias que nutren todo el proceso revolucionario hace de todo punto imposible completar la explicación en estas páginas. Pero confiamos en que, como quien al tomar una cereza del racimo se lleva enganchadas varias, el estudio de estos textos estimule nuevas lecturas y otras y otras más. Y en todo caso nos conformamos con que la botella se perciba medio llena o, dicho de forma más directa, que cualquier militante honesto que acceda a este libro encuentre en él algunos puntos de apoyo sólidos para su intervención. Porque para la impostergable lucha de la clase trabajadora hoy, ciertamente se pueden aprender enseñanzas muy valiosas de la revolución rusa: “los aniversarios revolucionarios no sólo son días para conmemorar, sino días para sacar lecciones de las experiencias revolucionarias (Trotsky, Lecciones del gran año).

Octubre de 2017

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