Homenaje a Edmund Baluka

(Declaración del Secretariado Internacional de la IV Internacional – 15 de enero de 2015)

BalukaEl Secretariado Internacional de la IV Internacional saluda la memoria del combatiente, del obrero, del militante Edmund Baluka, que acaba de desaparecer. Edmund Baluka dedicó su vida a la defensa de los trabajadores y a su emancipación.

En 1970 y 1971, asumió un papel dirigente en el levantamiento de los obreros de de Szczecin. Frente a las medidas antiobreras de la burocracia del POUP (el partido único), dirigida por Gomulka, se multiplicaron en el país las protestas obreras. Pero fue en las grandes ciudades del Báltico, en Gdansk, Gdynia, Szczecin, Sopot, donde en diciembre de 1970 estallaron huelgas contra los aumentos de precios. Ante la represión, se produjeron disturbios, los locales del POUP y de la policía política fueron tomados al asalto, la policía disparó contra los manifestantes, detuvo a huelguistas en masa. Los de Szczecin exigieron que una delegación del régimen acudiera donde ellos para negociar, pero el régimen se negó y denunció a “fuerzas hostiles”. Pero el ímpetu y la generalización de la cólera obrera fue tal que la burocracia tuvo que recular y liquidó al equipo Gomulka. El nuevo equipo de Edward Gierek se orientó hacia las concesiones.

En Szczecin, el Comité Central de Huelga, constituido a partir de los comités de huelga elegidos en las diferentes empresas, se convirtió en una “comisión obrera”. Organizó con los obreros una milicia para “garantizar la protección de las herramientas”. Se adueñó de la radio de los astilleros, y cuando se reanudó el trabajo, a finales de diciembre, se hizo cargo de la producción.

El 20 de enero de 1971, el comité de huelga de los astilleros de Szczecin y de una decena de empresas más convocó huelga para lograr todas las reivindicaciones. La huelga se reanudó. El 24 de enero, Gierek y una delegación del Politburó del POUP, se vieron obligados a viajar a Szczecin.

Un libro (Gierek frente a los obreros de Szczecin) publicó el acta íntegra de este cara a cara. Por una parte, la delegación de los burócratas estalinistas, que se presentan como representantes de los trabajadores, por otra los obreros que no les reconocen y exigen que se cumplan las reivindicaciones.

Fue Edmund Baluka, presidente del comité de huelga, quien leyó ante Gierek y su delegación la plataforma reivindicativa de doce puntos. El cara a cara continuó durante largas horas, y Gierek y la burocracia cedieron: aceptaron las reivindicaciones.

En su conclusión, Edmund Baluka resumió el significado fundamental de aquel movimiento de los trabajadores y de las formas de organización propias que se había dado. “¿Y el trabajador? El trabajador aislado debe ser defendido por alguien. Es aquí precisamente donde se plantea la cuestión de los sindicatos y del consejo obrero”. Con ello, Baluka señala que el POUP no representa a los obreros, que necesitan sus propias organizaciones.

En coherencia con eso, en 1972, en Varsovia, como presidente del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Szczecin, fue el único que en el VII Congreso del Consejo Central de los Sindicatos votó en contra de la ley que confirmaba la subordinación de los sindicatos al Partido.

Este voto le obligó al exilio. De 1973 a 1981, Edmund Baluka vivió fuera de Polonia. Continuó ese combate en defensa de los trabajadores polacos, y más en general del Este de Europa, de apoyo a la creación de sindicatos independientes. Pero jamás sucumbió a los cantos de sirena de los que querían arrastrarle a un terreno diferente al de la clase obrera.

Así, viviendo en Francia varios años, se ligó al movimiento obrero francés, a los sindicatos de la CGT-FO, que apoyaba el combate por sindicatos libres e independientes, y también a los militantes que combatían encarnizadamente a la burocracia estalinista y a la vez al imperialismo. Así dio con Pierre Lambert, dirigente de la IV Internacional, y trabó amistad con él. Pudo entonces introducir clandestinamente en Polonia su boletín El Avispón con la ayuda de militantes franceses. Cuando, en 1980, surgen las movilizaciones de Gdansk y se crea Solidarnosc, Edmund Baluka prepara su regreso a Polonia. En 1981 regresa clandestinamente y se incorpora a Solidarnosc. Tras el golpe de Estado del general Jaruzelski, en diciembre de 1981, terminó en la cárcel con miles de sindicalistas y de obreros. El libro “Cartas de Baluka desde la cárcel” contaba esta parte de su vida; en el juicio, Baluka, de una pieza, negó a la burocracia cualquier relación con los obreros y con el socialismo. En la cárcel fue maltratado y golpeado, pero nunca cedió. En 1984 fue liberado gracias a la ley general de amnistía. De nuevo, de 1985 a 1989, se vio obligado al exilio, donde continuó su actividad.

En 1981 fundó el Partido Obrero Socialista Polaco.

“Obrero”, porque para él, el POUP no era en absoluto un partido obrero, sino el partido de la burocracia antiobrera sometida al Kremlin. La posición de Baluka era clara: en Polonia, como en la URSS, los obreros necesitaban barrer a aquella burocracia para establecer su propio poder.

«Socialista», pues para Edmund Baluka el poder democrático es el poder de los trabajadores, basado en la propiedad social, en oposición a cualquier privatización y venta del país. Muy apegado a la soberanía de la nación polaca, Edmund Baluka no quería cambiar los amos de ayer, el Kremlin, por nuevos amos, las potencias financieras extranjeras y la dominación del país por los Estados Unidos. Por ello en enero de 1991, en vísperas de la primera guerra de Iraq, Edmund Baluka participó en Barcelona en la conferencia fundacional del Acuerdo Internacional de los Trabajadores y de los Pueblos, que aprobó un manifiesto contra la guerra y la explotación. Por las mismas razones, en las décadas de 1980 y 1990 participó en muchas conferencias obreras europeas, que reunían a delegaciones de trabajadores del Este y del Oeste, contra la división de Europa, por una Europa de los trabajadores, frente a la Unión Europea.

Profundamente polaco, Edmund Baluka era un militante obrero e internacionalista. Conocía en su carne y por su propia experiencia lo que significaba el combate unido y solidario de los trabajadores de todo el mundo. Desde su juventud hasta su muerte, nunca buscó “tener éxito”, su éxito fue seguir siendo un militante obrero toda su vida. Damos el pésame a sus hijos, a su familia, a sus compañeros.

Saludamos el combate de Edmund Baluka, que fue y seguirá siendo de los nuestros.

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