La rebelión de los chalecos amarillos, primer síntoma de un movimiento que madura en toda Europa

(Publicado en la Carta Semanal 710ver en catalán)

Declaración del Secretariado Internacional de la IV Internacional sobre Europa

La rebelión de los chalecos amarillos que ha saltado en Francia, fuera del control de las direcciones tradicionales, de partidos y sindicatos, y que se ha extendido a todo el país en menos de un mes, es el primer síntoma de un movimiento que madura en las profundidades de la clase obrera y de las masas populares de todos los Estados europeos.

Es el surgimiento a la vista de todos de esta mayoría de la población empobrecida y progresivamente despojada de sus derechos fundamentales por la sucesión de las políticas de contrarreforma dictadas en toda Europa por el capital financiero y coordinadas por las instancias de la Unión Europea.

Toman la palabra todos los que, desde hace años, han estado reducidos al silencio, toman la palabra los asalariados mal pagados, los trabajadores precarios, las madres solteras, los pequeños artesanos, los jóvenes, los jubilados que viven por debajo del umbral de la pobreza.

Toman la palabra las poblaciones privadas de servicios de urgencia y de maternidad por el cierre de hospitales de proximidad, en unas regiones privadas de servicios públicos esenciales por las sucesivas “reorganizaciones” de Correos, la SNCF…, a las que se une la juventud estudiantil de secundaria y universidad.

Se han organizado espontáneamente para bloquear las rotondas en todo el país, sin la autorización de las direcciones que deberían representarlos y que llevan decenios acompañando incesantemente las políticas de contrarreformas de los sucesivos gobiernos, multiplicando las jornadas de acción sin continuidad.

Se han organizado por su cuenta, rechazando los “portavoces” que por todas partes intentan fabricarles para llevarlos a la mesa de un “gran pacto de concertación” con los “agentes sociales” y los representantes de la sociedad civil para que abandonen el grito unánime que concentra el rechazo de toda la política de este gobierno: “¡Macron dimisión!”

Su fuerza: el apoyo –pese a las provocaciones y la violencia organizadas por el Estado- de la inmensa mayoría del pueblo francés.

“Protestamos a la francesa, ya que las protestas pacíficas llevadas hasta ahora no han dado ningún resultado”

No es en absoluto exagerado decir hoy que la rebelión de los chalecos amarillos –cualquiera que sea la salida inmediata del movimiento- goza ya de la simpatía instintiva de los trabajadores y los pueblos de toda Europa, como atestiguan esos ferroviarios alemanes en huelga manifestándose con chalecos amarillos o esos pensionistas españoles o bien esos agricultores polacos que bloquean una autovía en dirección Varsovia, vestidos con chalecos amarillos y declarando: “Protestamos a la francesa, ya que las protestas pacíficas llevadas hasta ahora no han dado ningún resultado”.

Esta simpatía instintiva es lo que aterroriza a todos los jefes de Estado y de gobierno europeos.

Todos saben que hay un sólido vínculo –el rechazo de la política dictada por el capital financiero- que liga el voto a favor del Brexit el 13 de junio de 2016 a la derrota de un Renzi en Italia (doblemente sancionado en el referéndum de 2016 y en las legislativas de 2018), pasando por la crisis en Alemania de los dos partidos CDU y SPD  -adquiriendo en el caso del SPD el carácter de un verdadero hundimiento- que se habían repartido el poder desde la guerra para garantizar el mantenimiento del orden social establecido…

Calibran los estragos que ha provocado la política de austeridad adoptada por todos los gobiernos europeos para hacer pagar a los trabajadores y a los pueblos los billones de dólares que se esfumaron en la crisis financiera de 2008.

Calibran la profundidad del caos al que son inexorablemente arrastradas las viejas naciones europeas por la política de destrucción de todas las conquistas políticas y sociales arrancadas en Europa tras la guerra.

Saben el precio pagado por el pueblo griego por el “pacto de estabilidad y de crecimiento”, temen que pronto le tocará a Francia y a Italia.

Comprenden que la rebelión de los chalecos amarillos en Francia no es más que la primera sacudida de un terremoto que se prepara para sacudir toda Europa.

Saben que el contagio es inevitable y que anuncia, tras decenios de retroceso de la clase obrera en todos los terrenos, un giro total de la situación en toda Europa.

No, señores predicadores de lecciones morales, los trabajadores y los pueblos rechazan con desprecio las acusaciones de “nacionalismo” y de “populismo”

Para intentar repeler esta amenaza, se recrudece la campaña de calumnias, acusando a los trabajadores y a los pueblos de “populismo”, de “nacionalismo” y de “xenofobia”.

Todos los politólogos, sociólogos y, a veces, dirigentes de organizaciones obreras de este país han hecho lo imposible para arrojar el descrédito y organizar la sospecha respecto del movimiento de los chalecos amarillos, acusado de colusión con la extrema derecha. En vano.

 No, señores predicadores de lecciones morales, los trabajadores y los pueblos rechazan con desprecio las acusaciones de “nacionalismo”, de “populismo” y de “xenofobia”.

Sencillamente rechazan verse privados de las prerrogativas que, teóricamente, les corresponden en democracia. Rehúsan renunciar a su derecho a ejercer su soberanía para que ésta se transfiera a un “soberano republicano” o a unas instituciones supranacionales incontroladas, al servicio exclusivo de los sectores dominantes del capital financiero.

Es lo que llevan más de un mes diciendo en la calle en toda Francia.

Ellos han abierto una brecha

La rebelión de los chalecos amarillos abre un nuevo período en Europa. Ellos han abierto una brecha. Se han dado, ocupando las rotondas, una forma de organización que les permite escapar al bloqueo impuesto a las organizaciones de clase por las direcciones burocráticas. Han encontrado una forma de organización que les permite conservar el control de su movimiento. Poniendo el acento en las asambleas democráticas, han aportado un principio de respuesta a la cuestión que atormenta al movimiento obrero, al que hace muchos meses se le impide reunir sus fuerzas para ir al choque y enfrentarse al gobierno que representa los intereses del capital financiero.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la rebelión de los chalecos amarillos marca ya su impronta en todos los desarrollos de la situación europea.

Preocupación en Bruselas y en Berlín

Los chalecos amarillos, al hacer tambalearse el poder de Macron, han torpedeado su pretensión de presentarse como el dirigente capaz de llenar el vacío dejado por Merkel, cuestionada en su propio país, y de tomar las riendas de la recuperación de las instituciones de la Unión Europea en plena crisis.

Además, han desmontado el escenario político previsto para las elecciones al “Parlamento” europeo que debía articularse en torno a la falsa oposición de los dos bandos en las elecciones al “Parlamento” europeo, el bando de los “progresistas”, que tenía que unirse, tras Macron, contra el bando de los “populistas eurófobos”. El bando de los progresistas ha perdido a su adalid.

A cuatro meses de las elecciones al “Parlamento” europeo, puede predecirse que dichas elecciones estarán marcadas por el paso a una nueva etapa en la descomposición de todos los viejos partidos afectos a la salvaguarda del orden establecido, y que en ellas se va a manifestar –cualquiera que sea la forma en cada país- un fuerte rechazo, común a todos los pueblos, de la política del capital financiero y de las instituciones de la Unión Europea a su servicio.

En Bruselas y en Berlín preocupan las “concesiones” hechas por Macron bajo la presión de la calle y se pone en duda públicamente la capacidad del gobierno francés para continuar con las “reformas” que había emprendido.

Se teme, en el momento en que el BCE y el FMI anuncian la amenaza de una réplica de la crisis financiera europea de los años 2010-2011, que el conjunto del “Pacto de Estabilidad y de Crecimiento” sea cuestionado en toda Europa.

El pánico se apodera, uno tras otro, de todos los jefes de Estado y de gobierno.

Presienten que la rebelión de lo que la prensa ha llamado con desprecio “la Francia periférica” se prepara en cada uno de sus países y constituye la primera sacudida de un movimiento más vasto dirigido contra las bases mismas del sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción.

Difícil, en efecto, imaginar que los electores de las circunscripciones obreras del Labour que votaron masivamente por el Brexit salgan ganando con el acuerdo  (o desacuerdo), cualquier que sea, firmado por el gobierno británico con la Unión Europea.

Difícil imaginar que no sigan luchando por hacer derogar las leyes antisindicales de Thatcher, por hacer derogar el arsenal jurídico que desreglamenta el trabajo, por renacionalizar los ferrocarriles y por restablecer el sistema sanitario, puesto en peligro por las políticas de austeridad.

¿Quién puede creer que, en Alemania, el rechazo por parte de las masas de la gran coalición y de sus partidos, la CDU y el SPD, que se expresó en las últimas elecciones regionales, no va a intentar prolongarse en el terreno de una acción directa para liberarse del corsé del “Pacto de Estabilidad” e imponer por la fuerza el abandono de la Agenda, de la “regla de oro” que condena a todos los servicios públicos, empezando por el sistema hospitalario? ¿Quién puede creer que ese movimiento no se centrará en restablecer el sistema de convenios colectivos?

¿Quién puede creer que, en Italia, los trabajadores, que echaron a Renzi del poder para acabar con el conjunto del plan de contrarreformas impuesto por el capital financiero, van a soportar por mucho tiempo las incoherencias de los aventureros Salvini-Di Maio, a los que Renzi abrió las puertas del poder?

¿Quién puede creer que tras la caída de Rajoy reemplazado por un gobierno del PSOE, el anuncio de un aumento del salario mínimo pueda bastar para responder a todas las exigencias sociales y democráticas aplastadas  desde hace años por el régimen monárquico?

Por arriba, gobiernos en crisis

Por arriba, gobiernos en crisis. Dirigentes que han perdido casi toda su base social en sus respectivos países.

¿Quién será el primero en caer? ¿Teresa May, Angela Merkel o Emmanuel Macron? Difícil responder a esta pregunta.

Dirigentes que han perdido todo dominio sobre los acontecimientos, todo control sobre la vida de los sectores clave de la economía nacional, sometidos a los violentos ataques de los monopolios imperialistas que se ríen de la fronteras y de las reglamentaciones nacionales.

Una situación que confirma que, en el marco del sistema de la propiedad privada de los medios de producción, Europa está inexorablemente excluida de los sectores determinantes del mercado mundial por la guerra comercial a todos los niveles declarada por Trump y el imperialismo norteamericano.

Las economías nacionales del continente están dislocadas por la permanente reorganización por parte de los monopolios imperialistas de las “cadenas de valores” concentrando sus producciones en las zonas de bajos salarios.

Europa, que se debate entre los intereses contradictorios de las diferentes burguesías nacionales, inexorablemente condenadas a la decadencia por el desencadenamiento de la “guerra comercial”, emprendida por Trump, es incapaz de dotarse de la política común fiscal, presupuestaria y financiera que invoca regularmente para hacer frente, supuestamente, a los ataques del imperialismo norteamericano.

Su única política común se reduce a la política coordinada de destrucción en toda Europa de todas las conquistas sociales arrancadas por la clase obrera después la guerra para asegurar las condiciones de sobreexplotación exigidas por al capital financiero en crisis.

Por abajo, la aspiración incontrolable de las masas a librarse del caos

Por abajo, una fuerza inmensa intenta abrirse camino. Una fuerza que es consciente de encontrarse, en cada país, frente a la aplicación de un solo y mismo plan dictado por los delegados en el poder del capital financiero. Una fuerza que, como acaba de demostrar, considera que es su deber parar el mecanismo de degradación que arrastra a cada país hacia un proceso de dislocación, e intenta liberarse de las trabas con las que las direcciones de los viejos partidos obreros y de las organizaciones de clase han impedido durante años a los trabajadores y a las masas populares levantarse contra sus respectivos gobiernos. La aspiración incontrolable de las masas a librarse del caos al que las arrastra el sistema de la propiedad privada de los medios de producción en plena crisis. La aspiración a recuperar su soberanía para arrancar, a escala de toda Europa, el poder de las manos del capital financiero a fin de reorganizar en todo el continente los transportes, la energía, la industria y las infraestructuras al servicio de todos los trabajadores y de todos los pueblos en el marco de unos Estados Unidos Socialistas de Europa.

* * *

En toda Europa, el rechazo de la política dictada por el capital financiero ha golpeado a los viejos partidos que se reclamaban de la defensa de los intereses obreros y de la democracia y que se han subordinado a sus gobiernos respectivos y al capital financiero, abriendo una crisis en su seno y conduciendo a algunos al borde de la implosión.

En todos los países del continente, reagrupamientos de militantes, surgidos del encuentro de gente procedente de esos partidos y de la joven generación de militantes, intentan organizarse para ayudar a la clase obrera a abrirse camino, mediante la lucha de clases, a una salida política conforme a la defensa de sus intereses de clase y a la reconquista de la democracia.

En vísperas de acontecimientos decisivos, el Secretariado Internacional de la IV Internacional invita a todos los militantes y trabajadores comprometidos en esta búsqueda a debatir con sus militantes sobre los medios a emplear para ayudar a hacer converger el combate de todos los pueblos de Europa.

El Secretariado Internacional de la IV Internacional se compromete a hacer cuanto pueda para ayudar a este intercambio, superando el estrecho marco de las fronteras nacionales y a enriquecerse con la diversidad de las experiencias nacionales de cada uno. En relación con los desarrollos inminentes de la situación, se compromete a trabajar en la organización de reuniones y encuentros europeos necesarios para estrechar vínculos entre todos los que buscan el modo de contribuir a la preparación de los gigantescos combates de clase que se anuncian.

Secretariado Internacional de la IV Internacional – 19 de diciembre de 2018

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