No Kings day: millones en las calles contra Trump

Carta Semanal 1067 para descargar en PDF

Siete millones de estadounidenses salieron a las calles para participar en una de las 2.700 manifestaciones contra las políticas de Donald Trump organizadas con motivo del segundo Día Sin Reyes (celebrado el sábado 18 de octubre). Esto supone al menos un millón más que en la primera edición, el pasado junio.

Trump en guerra contra la clase obrera de los EE.UU.

Las manifestaciones protestaban contra la política de Trump, que libra una guerra contra la clase trabajadora de los EEUU, y en especial contra su componente migrante, y que está utilizando de manera creciente fuerzas militares para “imponer el orden” dentro de los propios EEUU. Una política que se complementa a nivel internacional con su política de guerra, desde Palestina al Caribe, y con el supuesto plan de paz para Gaza que solo pretende la continuidad del genocidio y a nivel general con el rearme generalizado.

El gobierno Trump ha multiplicado las actuaciones del ICE, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), la agencia antiinmigración encargada de “fortalecer la seguridad fronteriza y prevenir el movimiento ilegal de personas, bienes y fondos hacia, dentro y fuera de Estados Unidos”. ICE fue creado en 2003 y cuenta con 20.000 empleados repartidos por todo Estados Unidos y otros países, y un presupuesto de 8.000 millones de dólares anuales. Con la llegada de Trump, la agencia es potenciada con el objetivo de deportar a millones de inmigrantes. Trump firmó una ley el pasado 4 de julio que aumentará el presupuesto de esta agencia en unos 100.000 millones de dólares hasta 2029, que la podrían convertir en la mayor fuerza policial de Estados Unidos. 

Los agentes del ICE, uniformados y encapuchados o de paisano, han llevado a cabo redadas masivas que generaron grandes protestas en Los Ángeles o San Francisco. Han detenido a inmigrantes en sus puestos de trabajo, en los colegios, en las calles e incluso en los propios tribunales donde el inmigrante presentaba un recurso contra su expulsión. Para hacer frente a estas protestas, Trump ordenó el despliegue de la Guardia Nacional en Los Ángeles, y luego, en otras ciudades.

A principios de este mes, Donald Trump amenazó con liberar las fuerzas armadas en más ciudades estadounidenses durante un discurso ante los principales mandos militares. Explicó a los cientos de generales y almirantes reunidos para escucharlo que las ciudades «están dirigidas por los demócratas de la izquierda radical», incluidas Chicago, Los Ángeles, Nueva York y San Francisco. «Vamos a enderezarlos uno por uno. Y esto va a ser una parte importante para algunas de las personas en esta sala», dijo. «Eso también es una guerra. Es una guerra desde dentro». Y agregó: «Deberíamos usar algunas de estas ciudades peligrosas como campos de entrenamiento para nuestro ejército». Frente a las resoluciones judiciales que impugna el despliegue de la guardia nacional en las ciudades, ha amenazado con recurrir a la Ley de Insurrección, una ley de 1807 que otorga al presidente poderes de emergencia para desplegar tropas en suelo estadounidense. Trump cuenta, además, con el aval de un Tribunal Supremo del que él mismo ha designado a la mayoría de miembros.

«Cuando las tropas militares vigilan a los civiles, tenemos una amenaza intolerable para la libertad individual y los valores fundamentales de este país», declaraba Hina Shamsi, directora del Proyecto de Seguridad Nacional de la Unión Americana de Libertades Civiles.

Frente a esta deriva autoritaria, la población resiste: Ya en junio, decenas de miles se manifestaron en Los Ángeles contra las redadas. Y se organizaron las primeras manifestaciones bajo el lemaNo Kings”, (no reyes, en inglés), lema que hace referencia al principio de que la nación no tiene reyes que la sometan. 

Manifestaciones masivas este fin de semana

Este fin de semana, una nueva convocatoria del movimiento “No Kings” se ha desarrollado de manera aún más masiva, con más de 2.700 manifestaciones, que han reunido a siete millones de personas, con gran asistencia, sobre todo, en las grandes ciudades como Nueva York, Chicago, Houston, Seattle, Los Ángeles o Filadelfia.

Las manifestaciones han sido convocadas por una amplia coalición de asociaciones, sindicatos y organizaciones políticas. Las consignas que se escucharon en ellas condenaron las redadas de la policía de inmigración, el despliegue de la Guardia Nacional en las principales ciudades, los despidos de funcionarios durante el cierre gubernamental, los ataques a las redes de seguridad social, la política fiscal que favorece a los ricos, la política de guerra contra Venezuela, el plan de Trump para Gaza, entre otros. Estas manifestaciones masivas, que tuvieron lugar en las principales ciudades, pero también en localidades rurales generalmente muy partidarias de Trump, deben ser analizadas teniendo en cuenta que existe una situación muy diferente a la vivida en muchos países europeos.

Un país polarizado

Como señala Devan Sohier en Informations Ouvrières, semanario del POI de Francia, “la tasa de aprobación de Trump, nueve meses después de su toma de posesión, sigue siendo alta, superior al 40% según las encuestas: aunque es minoritario, sigue contando con el apoyo de gran parte de la población”. De hecho, Estados Unidos está extremadamente dividido entre los partidarios de la política trumpista de afirmación de la supremacía del imperialismo estadounidense (Make América Great Again, MAGA) y sus oponentes.

En respuesta a las manifestaciones, Trump publicó un vídeo generado por inteligencia artificial de una vulgaridad manifiesta, en el que, con una corona en la cabeza, él mismo subía a un avión de combate para bombardear a los manifestantes con excrementos. Como señal Sohier “El estilo es el hombre, pero también es su política, una política que busca deliberadamente exacerbar las tensiones”, para imponerse, si es preciso, por la fuerza.

El Partido Demócrata, desbordado

Frente a la combatividad de muchos manifestantes, algunos de los organizadores de las marchas querían conducirlas como un movimiento contra los “excesos” de Trump, por el respeto a la Constitución estadounidense. Hunter Dunn, unos de los portavoces de la coalición de No Kings, decía que “nos unimos para exigir que nuestros representantes se posicionen contra los excesos ejecutivos de Trump para limitar su poder y para ayudarnos a restaurar la democracia antes de que sea demasiado tarde”. Actúan con la esperanza de revivir la perspectiva de un retorno a una vida política estadounidense “normal”, con alternancias y compromisos entre la mayoría y la minoría en el Congreso. Una pretensión que se enfrenta a una realidad: los dirigentes del Partido Demócrata –muchos de ellos han participado en las manifestaciones- siguen paralizados, incapaces de mantener una oposición coherente, atrapados entre la política de Trump y sus temores de provocar un movimiento que los superaría y los barrería. Lo que envalentona aún más a Trump y los suyos: la respuesta del vicepresidente Vance a las manifestaciones fue un vídeo, también generado por inteligencia artificial, en el que se veía a Trump coronándose como Napoleón y blandiendo una espada ante la que se postraban los líderes demócratas. Todo el trumpismo ha mostrado una reacción virulenta ante las movilizaciones. “Apuesto a que verán simpatizantes de Hamás, apuesto a que verán a miembros de Antifa, apuesto a que verán a los marxistas en plena manifestación, a la gente que no quiere ponerse de pie y defender las verdades fundamentales de esta república”, aseguraba la semana pasada el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, en una entrevista en Fox News.

La parálisis demócrata contrastaba con lo que expresaba un Tuit de Democratic Socialists of America: “DSA apoya las movilizaciones masivas contra Donald Trump. Como socialistas, debemos ser claros: derrotar a Trump y a su administración significa derrotar a todo el sistema capitalista e imperialista. Únete a DSA para ayudar a construir el movimiento por un mundo mejor”.

Expresión de todas las protestas

En todo caso, las manifestaciones han permitido la expresión de diferentes motivos de protesta. El New York Times del 18 de octubre informa de que la multitud reunida en la emblemática plaza de Nueva York, Times Square, coreaba “No more Trump” (no queremos más a Trump), expresando su deseo de expulsar a Trump y su política. En cuanto a las banderas palestinas enarboladas, en particular, por los militantes de Codepink o DSA, también cuestionaban la política de Biden y los demócratas. Brandon Johnson, alcalde demócrata de Chicago (que fue elegido en contra del establishment demócrata), pidió durante la manifestación en su ciudad una huelga general en todo Estados Unidos, entre los vítores de la multitud.

Esta creciente polarización y la imposibilidad de continuar con la política “como antes” –por más que se esfuercen los dirigentes del Partido Demócrata- se verán reflejadas, por ejemplo, en las elecciones a la alcaldía de Nueva York, el próximo 4 de noviembre. En esta ciudad, tradicionalmente demócrata, como comentaba Andrew Basta en la Conferencia contra la guerra de París “En Nueva York, hemos designado a Zohran Mamdani como candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York”. Mahmadi es miembro de la DSA (Socialistas Democráticos de América), y está a punto de ganar, según las encuestas, con un programa que destaca los problemas a los que se enfrentan los neoyorquinos: el precio de la vivienda, los costes y la lentitud del transporte, la falta de guarderías… con un programa que rompe, a la vez, con la política de Trump y los demócratas.

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