Ante una situación mundial gravísima Las cumbres de la OTAN y la Unión Europea profundizan el curso hacia la guerra.

 Carta Semanal 1052 para descargar en PDF

El 24-25 de junio se celebraba en La Haya la cumbre de la OTAN. El 26 se reunía en Bruselas el Consejo de la Unión Europea. Ambas reuniones han mostrado la absoluta sumisión de los miembros de la OTAN y la UE a las exigencias del imperialismo norteamericano y del presidente Donald Trump y, en particular, su demanda de que todos los países aumenten su gasto anual en defensa hasta el 5% del PIB. Lo que supone que, en su conjunto, la OTAN y la UE dedicarán cerca de dos billones de dólares al año a gasto militar.

La cumbre de la OTAN: todos por el 5%

La cumbre fue precedida por varios mensajes que el Secretario general de la OTAN, Mark Rutte, envió a Trump, y que éste hizo públicos, que ponen de manifiesto la sumisión y vasallaje frente a los EEUU. En ellos, Rutte apoya los bombardeos contra Irán: “Felicidades y gracias por tu decisiva acción en Irán, fue verdaderamente extraordinaria y algo que nadie se habría atrevido a hacer (…) Nos da seguridad a todos”, y añade Señor presidente, querido Donald, nos has conducido a un momento muy, muy importante para Europa y para América, y el mundo. Has conseguido algo que ningún otro presidente habría conseguido en décadas habría podido (…) Europa va a pagar A LO GRANDE, como deberían, y eso será tu victoria”, refiriéndose a la decisión de disparar el gasto militar hasta el 5%.

Aumentar el gasto militar hasta el 5% del PIB supone más que duplicar de un golpe el gasto en Defensa para 2035. Los miembros de la OTAN se comprometieron a destinar el 3,5% del PIB a gastos básicos de Defensa para comprar material militar y mantener las tropas, y otro 1,5% a inversiones relacionadas con la Defensa (inversiones de doble propósito que impulsarían –dicen- la movilidad militar, la ciberseguridad, la cooperación militar y civil y la resiliencia en infraestructuras críticas.)

«Los aliados se comprometen a invertir anualmente el 5% del PIB en necesidades básicas de Defensa, así como en gastos relacionados con la Defensa y la seguridad, de aquí a 2035, para garantizar nuestras obligaciones individuales y colectivas”, dice el comunicado final aprobado por unanimidad. Trump se apresuró a cantar victoria alabando cómo ahora se gastará «más de un billón (de dólares) al año» en Defensa desde Europa y Canadá.

Pedro Sánchez y el gobierno de Eslovaquia, aunque han aprobado el comunicado, han indicado que, por ahora, no tienen previsto aumentar su presupuesto militar al 5%.

Pongamos en su lugar lo que ha declarado Sánchez. Por un lado ha dicho que llegar al 5% comprometería el gasto social (argumento que alimenta la campaña contra el aumento del gasto militar). Pero, también, ha añadido que España está “firmemente comprometida con nuestros objetivos de capacidad”. Es decir, que España va a cumplir con lo que le exige la OTAN. Si puede, con el 2,1% y, si no, con lo que sea necesario. De hecho, Rutte se apresuró a poner en duda que puedan hacerlo, al decir a los periodistas al término de la cumbre que los objetivos se calcularon basándose en el proceso de planificación de la Defensa, durante el cual se fijaron los objetivos de capacidad de cada país y las estimaciones de lo que costaría alcanzarlos. Bart De Wever, primer ministro de Bélgica, también expresó su escepticismo, declarando que “si otros pueden hacerlo (alcanzar los objetivos de capacidad con menos del 3,5% del PIB), intentaremos hacerlo también (…) Pero la OTAN no es tonta. Si dicen que va a ser necesario un 3,5% para conseguirlo, probablemente sea cierto”.

Además, la OTAN ha acordado revisar el progreso de su trayectoria de gasto en 2029 y posiblemente establecer nuevos objetivos de capacidad en función de la situación geopolítica.

A cambio de su sumisión, los países europeos presumen de que han amarrado el compromiso de Trump con el artículo 5 del tratado fundacional de la OTAN, que establece que un ataque contra un aliado es un ataque contra todos ellos. Trump había sugerido que EE.UU. podría decidir no ayudar a un aliado bajo ataque si su gasto es bajo.

Si la justificación de esa decisión de armarse hasta los dientes es hacer frente a las amenazas del “oso ruso”, la pretensión se enfrenta a los hechos: el presupuesto militar de Rusia, en plena guerra con Ucrania, ha sido en 2024 de unos 119.000 millones de euros- la diecisieteava parte de lo que va a gastar la OTAN- lo que supone un poco más del 6% del PIB ruso. La mayoría de analistas señala que esa cifra ya es intolerable a medio plazo para la economía rusa. La decisión de la cumbre del OTAN no tiene nada que ver con defenderse contra Rusia. Obedece a las necesidades de Trump de reducir su déficit comercial con ventas masivas de armas (del 60 al 80% de las armas europeas se compran a empresas de los EEUU). Y, como demuestra la historia, el rearme no conduce a la paz, sino a la guerra. Tampoco tiene que ver con Ucrania. Frente a la anterior cumbre de la OTAN, en cuyo comunicado final Ucrania fue mencionada 60 veces, en la declaración de este año, la palabra Ucrania sólo se menciona dos veces.

El Consejo Europeo debate cómo aplicar las decisiones de la cumbre de la OTAN

Frente a quienes defienden que el rearme europeo contribuye a una mayor autonomía de la Unión Europea frente a los EEUU, lo sucedido en el consejo europeo del 26 de junio demuestra lo que siempre hemos defendido: en materia de defensa, la UE es subsidiaria de la OTAN. Como explicitaba una declaración conjunta del 10 de enero de 2023 del Consejo Europeo sobre la cooperación UE-OTAN, La OTAN sigue siendo la base de la defensa colectiva de sus aliados y un componente esencial de la seguridad euroatlántica (…) Reconocemos la utilidad de una defensa europea más fuerte y más capaz, que contribuya positivamente a la seguridad mundial y transatlántica, que sea complementaria de la OTAN e interoperable con ella (…) La OTAN y la UE tienen funciones complementarias, coherentes y sinérgicas a la hora de apoyar la paz y la seguridad internacionales”.

Una posición que se ratifica tras el Consejo Europeo. Veamos las declaraciones de su presidente, António Costa, tras la reunión: Ayer, en la OTAN, veintitrés Estados miembros de la Unión Europea decidieron gastar más. Hoy hemos estudiado cómo gastar mejor. Invirtiendo juntos, de forma más racional, más eficiente. Como un equipo (…) Estamos consiguiéndolo con un primer conjunto de instrumentos: inversión europea conjunta en el marco del instrumento SAFE, aumento de la inversión nacional recurriendo a la cláusula de salvaguardia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y más inversión privada con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones (…) Debemos ir más allá, y darnos los medios para lograr nuestras ambiciones. Así pues, hoy hemos pedido a la presidenta de la Comisión, estimada Ursula, y a la alta representante que propongan, antes de nuestra reunión de octubre, una hoja de ruta, también para la financiación”.

Declaraciones que complementan el comunicado final de la reunión: “El Consejo Europeo ha reconocido que una UE más fuerte y más capaz en el ámbito de la seguridad y la defensa contribuiría de forma positiva a la seguridad mundial y transatlántica y complementaría a la OTAN, que sigue siendo, para los Estados que forman parte de ella, la base de su defensa colectiva. El Consejo Europeo ha pedido al Parlamento y al Consejo que estudien con celeridad la propuesta de incentivar las inversiones relacionadas con la defensa en el presupuesto de la UE (…) Los dirigentes de la UE también han enfatizado la importancia de movilizar financiación privada para la industria de la defensa, han acogido con satisfacción los esfuerzos del Banco Europeo de Inversiones a este respecto y le han invitado a seguir trabajando para adaptar sus prácticas en materia de préstamos a la industria de defensa”.

La primera ministra danesa, la socialdemócrata Frederiksen, que asume el 1 de julio la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, ha anunciado que la prioridad es el rearme de Europa. “Está claramente definido que la seguridad es la prioridad absoluta”, declaraba al diario danés Politiken. “Ahora tenemos un nuevo objetivo para la OTAN, que ha sido aprobado. Una vez que el objetivo de la OTAN está establecido, lo esencial depende de la política de la UE”.

Frederiksen defiende el rearme a cualquier precio, ya en 2023 hizo aprobar en el Parlamento danés la supresión de un festivo, a partir de 2024, para aumentar el gasto en defensa, pese a las protestas de la oposición, los sindicatos y la Iglesia, y el rechazo del 70% de la población. Al rearme supedita también el sistema público de pensiones, por ello, su gobierno prepara una nueva reforma que implica entre otras cosas retrasar la jubilación a los 71 años.

Además de desarrollar el plan de rearme de la OTAN, el Consejo Europeo ha ratificado, en los hechos, la complicidad con el genocidio de Gaza. Más allá de la palabrería: La situación humanitaria allí es catastrófica, y se están vulnerando los derechos humanos” (nada de decir por quién, ni de hablar de genocidio). En efecto, si bien el Consejo “ha pedido un alto el fuego inmediato en Gaza y la liberación incondicional de todos los rehenes”, no se ha planteado ni de lejos romper las relaciones con el Estado genocida. Por el contrario, la UE se propone “entablar un diálogo franco con Israel para salir de esta crisis y cambiar la situación sobre el terreno”, y mantiene el acuerdo de asociación entre la UE e Israel, del que depende una cuarta parte del comercio del estado sionista. Tan sólo “el Consejo Europeo ha tomado nota del informe sobre el cumplimiento por parte de Israel del artículo 2 del Acuerdo de Asociación UE-Israel y ha invitado al Consejo a que prosiga los debates sobre una actuación consecutiva, según proceda, en julio de 2025, teniendo en cuenta la evolución de la situación sobre el terreno”.

Solo la acción de los trabajadores y los pueblos puede detener el avance hacia la guerra

El capital en crisis recurre al gasto militar como fuente de extracción de beneficios. Un rearme que conduce a la guerra. Pero los pueblos no quieren la guerra. Saben que supone la destrucción de sus conquistas, así como la destrucción física de cientos de miles de jóvenes y personas de la clase trabajadora. No quieren que el dinero de sus impuestos –porque es la clase trabajadora la que paga la mayoría de los impuestos- vaya a la compra de armas. Saben que ese dinero es necesario para salvar su sanidad pública, su sistema educativo, sus pensiones, sus servicios sociales.

Están dispuestos a hacer lo necesario para parar la guerra. Sólo falta que sus organizaciones les llamen a hacerlo. La campaña internacional contra el rearme, la conferencia y el mitin del París el 4 y 5 de octubre, el mitin que se prepara en Londres, deben ser instrumentos para ayudar a ese objetivo.

Los militantes de la IV Internacional combatimos contra el gasto militar, y trabajamos para ayudar a preparar una Movilización unitaria a escala estatal.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.