Carta Semanal 1075 para descargar en PDF

Portugal ha vivido el pasado día 11 una potente jornada de Huelga General, que ha pasado casi desapercibida en la prensa española y –más grave- aún en los propios sindicatos. Una poderosa movilización, convocada por las dos grandes confederaciones, que contrasta con la ausencia de una representación política de los millones de huelguistas, a la vista de la decisión del PS portugués de permitir con su abstención la aprobación en la Asamblea Nacional de los presupuestos presentados por el gobierno de la derecha que ha elaborado la reforma laboral que millones de trabajadores combatían con su huelga y sus manifestaciones el día 11.
Compartimos con los lectores de esta Cara Semanal la información sobre la huelga que nos envía un camarada portugués.
El 11 de diciembre, más de 3 millones de trabajadores del sector público y privado iniciaron la que se ha considerado «una de las mayores huelgas generales jamás vistas, si no la mayor» (Tiago de Oliveira, secretario general de la CGTP).
El punto de partida de la huelga general fue la gran manifestación celebrada en Lisboa el pasado 8 de noviembre, donde más de 100 000 manifestantes (véase IO n.º 885, página 8) recibieron con un enorme aplauso el anuncio que se les hizo: ¡las dos centrales sindicales iban a convocar y organizar, conjuntamente, una huelga general contra el «pacote laboral» (contrarreforma del Código Laboral)!
En las fábricas, especialmente en las más grandes, las comisiones de trabajadores y las comisiones sindicales convocaron asambleas generales y reuniones. Muchos trabajadores participaron de forma significativa. A veces, con la participación de los dirigentes sindicales, como fue el caso en Yasaky Saltano (en el norte) y en Autoeuropa (Volkswagen), en Palmela (véase el comunicado adjunto de la Comisión de Trabajadores y Sindicatos que invitó a los dos secretarios generales de la CGTP y la UGT a participar en las asambleas preparatorias de la huelga general).
En muchas empresas y fábricas de diversos sectores (industria, comercio, hostelería, aeropuertos, autobuses, metro, hospitales, escuelas, tribunales, ayuntamientos, otros servicios públicos …), los trabajadores se han implicado en la preparación de la huelga, un factor sin duda importante que explica también la dimensión y los altos niveles de adhesión (entre el 60% y el 100 %) alcanzados.
El secretario general de la UGT, Mário Mourão, habla de «una enorme adhesión». Tiago de Oliveira, secretario general de la CGTP, considera que «esta huelga ha tenido un enorme impacto, tanto en el sector público como en el privado. […] Según los datos de que disponemos hasta ahora, más de 3 millones de trabajadores se han sumado a la huelga general, muchos de ellos en el sector privado».
En declaraciones provocadoras, el ministro Leitão Amaro afirmó el día de la huelga —en el que decenas de miles de manifestantes tomaron las calles de Oporto, Coimbra… y en Lisboa dirigiéndose hacia el Parlamento— que la huelga era «insignificante» y que «el país estaba trabajando».
La ministra de Trabajo, Ramalho, que antes de la huelga lanzaba ultimátums a las centrales sindicales: «El Gobierno es claro. No vamos a seguir esperando. Pronto enviaremos el proyecto de ley [pacote laboral] al Parlamento» ―donde toda la derecha tiene dos tercios de los diputados―, «flexibilizó» su postura tras la huelga general y admitió (el 15 de diciembre) una «apertura negociadora» a la espera de reunirse con la UGT.
El primer ministro, Montenegro, aplazó hasta el 14 de enero la reunión de la Concertación Social (órgano tripartito, compuesto por el Gobierno, los empresarios y las centrales sindicales).
En declaraciones a la prensa, Mário Mourão (secretario general de la UGT), que se muestra partidario de la «concertación», no descartó, por su parte, la convocatoria de una nueva huelga general si el Gobierno no daba marcha atrás. Tiago de Oliveira afirmó que este pacote no es negociable, que la CGTP no podía aceptar que se agravara aún más el actual Código Laboral y que, desde este punto de vista, «no se podía descartar ninguna forma de lucha».
Esta huelga general muestra también el significado y el apego a las conquistas de abril de la clase trabajadora portuguesa: están directamente relacionadas con sus condiciones de vida y existencia actuales y futuras, tanto para ellos como para las generaciones más jóvenes.
Este apego también se expresó claramente ante el Parlamento. Decenas de miles de jóvenes y trabajadores, tras una manifestación masiva convocada por la CGTP, no abandonaron la plaza de S. Bento (sede del Parlamento) tras las intervenciones de los líderes sindicales, sino que, por el contrario, permanecieron allí hasta el atardecer. Parecía que esperaban algo más.
La juventud es una de las grandes víctimas de este ataque sin precedentes a los derechos y conquistas de abril. En esta concentración, frente a la Asamblea, una profesora, que llevaba una bandera de su sindicato (SPGL), comentaba: « Tengo un hijo de dieciséis años. Me dice que no sabe qué hacer. Este gobierno, esta sociedad no garantiza ni ofrece ninguna perspectiva de futuro para los jóvenes. Lo que quieren instaurar es la precariedad permanente. Me pregunto si no lo hacen expresamente para intentar «atraerlos» al ejército. No quiero que mi hijo vaya a la guerra. Todos los gobiernos la están preparando. Soy profesora. Para nosotros no hay dinero. A veces, son los profesores quienes compran, con su propio dinero, el material escolar para dar clase… No hay profesores, no hay calefacción, los niños pobres no comen lo suficiente, cierran las urgencias, las mujeres dan a luz en las ambulancias… ¿Y van a gastar el dinero de nuestros impuestos, nuestro dinero, millones para comprar barcos de guerra, tanques?»
Animado por el poder de la huelga general, un trabajador de Transtejo decía: «Hay que echar a esos tipos…, hay que llegar hasta el final. Hay que hacer una huelga cada dos días, o mejor aún, una huelga indefinida. Al cabo de dos o tres días, el pacote caería… Es nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos lo que está en juego.». Otro decía: «La huelga no debe servir simplemente para luchar contra el pacote». La huelga es por todo lo demás: los salarios, los alquileres, los hospitales, la alimentación. No podemos volver al día siguiente como si nada hubiera pasado. Todo va de mal en peor. Hay que cambiarlo todo. Hay que hacer una huelga para cambiarlo todo».
