Declaración del XXII Congreso del POSI – 12 a 14 de septiembre de 2014

(Publicado en la Carta Semanal 490)

A la juventud, a las mujeres, a los trabajadores y trabajadoras, a toda la gente que sufre las consecuencias de la crisis y los recortes

Carta-490El 11 de septiembre un clamor unánime

El pasado 11 de septiembre, a todo lo largo y ancho de Cataluña, millones de personas se han manifestado por el derecho del pueblo catalán a decidir libremente, por la ruptura con un régimen y un Estado que niega todos los derechos sociales y democráticos. En contra de lo que dicen los defensores del Régimen, no se han manifestado contra los demás pueblos del Estado Español. Todo los contrario. La aspiración del Pueblo catalán es ir junto con los demás pueblos, en defensa de la democracia y de todas las conquistas sociales y los servicios públicos que garantizan la convivencia. Ni los catalanes ni ningún pueblo podemos soportar ni un día más esta situación. Ahora, tras la inmensa manifestación de Barcelona, los franquistas del PP amenazan con recurrir al Tribunal Constitucional para que éste impida la consulta de Cataluña. Es decir, recurren al aparato judicial franquista presidido por una quincena de jueces nombrados a dedo por los partidos del régimen para negar a más de siete millones de ciudadanos y ciudadanas de Cataluña el derecho a decidir. Tienen razón quienes desde Cataluña se niegan a reconocer ninguna legitimidad a estos jueces, los mismos que el 16 de julio dictaminaron que el despido libre incluido en la reforma laboral de Rajoy es constitucional.

No podemos soportar ni un día más a este régimen, hundido en la corrupción y basado en la negación de la democracia, un régimen que actúa como agencia del capital financiero y de los especuladores que controlan una deuda de casi un billón de euros que asfixia la economía y cuyo pago estrangula a los servicios públicos. Un régimen sometido a la Unión Europea y la Troika, que ha destruido buena parte de los derechos y conquistas sociales arrancados por el pueblo trabajador en años de lucha, y que pretende destruirlo todo, porque los que le mandan exigen más, quieren acabar con todo.

No podemos soportar a un régimen que procesa a más de 300 sindicalistas, con peticiones de centenares de años de cárcel, por ejercer el derecho de huelga, en aplicación del franquista artículo 315.3 del Código Penal, que organiza una campaña de acoso y derribo contras las principales organizaciones de la clase trabajadora. No podemos soportar ni un día más a un gobierno que ha herido de muerte al derecho a la negociación colectiva y que pretende recortar libertades y derechos arrancados en la lucha contra el franquismo a costa de sangre, como el derecho de manifestación o el de huelga.

Una situación trágica para los trabajadores y los pueblos

El resultado de esta política está a la vista. Seis millones de parados, más de dos millones de ellos sin subsidio alguno, rebajas de salarios, miles de profesores y profesionales sanitarios despedidos, decenas de miles de jóvenes expulsados de la Universidad por las subidas de tasas y el recorte de becas, la mitad de la juventud sin trabajo, y de los que trabajan, la inmensa mayoría con contratos temporales o contratos a tiempo parcial, en la mayoría de los casos obligados a trabajar a tiempo completo o más aún. Una situación trágica que exige una salida que debe ser conjunta, de todos los pueblos, para no llevar el país al caos.

¿Cómo puede suceder esto? ¿Cómo un gobierno con una popularidad que no llega al 20% puede permitirse arrasarlo todo? ¿Es que los trabajadores y el pueblo no quieren combatir para cambiar esto? Cualquiera que haya visto las movilizaciones del Gamonal, las de los jardineros de Madrid, la de Coca-Cola, los miles de huelgas y movilizaciones o la Marcha de la Dignidad del 22 de marzo sabe que no es así. La aspiración de los trabajadores y los pueblos es a organizar la resistencia unida, incluyendo la Huelga General, pero se enfrentan con un obstáculo formidable, que por el momento no han podido superar: la política de los dirigentes de las principales organizaciones de los trabajadores, que, en esta situación, parecen haber decidido salvar al régimen a costa de dar la espalda a la defensa de las necesidades de la inmensa mayoría, de las reivindicaciones. Eso, y no otra cosas, suponen la política de “pactos de estado” de la dirección del PSOE, con Rubalcaba o con Pedro Sánchez, y la política de diálogo social de los dirigentes de UGT y CCOO.

En nuestra opinión, sólo la clase trabajadora, que pone en marcha cada día el país y produce toda la riqueza, puede poner fin a esta situación, asumiendo las reivindicaciones de la juventud, de las mujeres, de todos los pueblos del Estado. Pero para que esa fuerza sea efectiva, a los trabajadores les falta algo esencial: necesitan que haya partidos que digan que las aspiraciones son justas, que estén dispuestos a organizar hasta el final su defensa, que trabajen por forjar la alianza de los trabajadores y los pueblos. Que asuman, por tanto, la defensa del derecho del pueblo catalán, de todos los pueblos, a decidir en libertad sobre su futuro.

Hoy por hoy, la clase trabajadora no tiene esa representación política. Los partidos que la han representado tradicionalmente sufren una grave crisis. Sobre todo el Partido Socialista, cuyo hundimiento es el resultado de haber dado, especialmente desde el gobierno Zapatero, la espalda a las necesidades de los trabajadores, de haberse aliado con los franquistas del PP para traicionar las aspiraciones de los socialistas catalanes y del pueblo catalán (y, por tanto, de todos los pueblos). Es tarea de los militantes obreros de cualquier organización, que se sientan fieles a la clase trabajadora y sus intereses, trabajar para construir esa representación política. Hay que luchar por recuperar los sindicatos que han construido los trabajadores para la defensa de las reivindicaciones, rompiendo con la defensa de la nefasta política de Diálogo Social.

Pero -dicen algunos- ¿no están surgiendo otras opciones nuevas? En nuestra opinión, ninguna pone sobre la mesa las propuestas que necesitamos. ¿Es una salida política plantear la regeneración democrática del régimen corrupto y parasitario? ¿Es posible cambiar las cosas por medio de un “Proceso constituyente” desde dentro del régimen? ¿No fue eso lo que nos dijeron en 1978 y ahora vemos las consecuencias? ¿Basta con librarnos de la llamada “casta política” sin acabar con el régimen, sin romper con la Unión Europea bajo cuyas normas sólo caben recortes y más recortes? ¿Basta con cambiar un gobierno municipal cuando los Ayuntamientos están condenados a la ruina por la reforma constitucional que les impone el déficit cero y la reforma local del PP? ¿Es que la experiencia del gobierno de coalición PSOE-IU de Andalucía, que aplica los recortes “por imperativo legal”, no nos dice que dentro del régimen no hay sitio para otra política?

No hay ninguna salida para los trabajadores, para las mujeres, para la juventud, para la gente común que padece las consecuencias de la crisis y de los recortes, si no acabamos con el régimen corrupto y sometido a la OTAN y la Troika. Cada día que ese régimen -y el gobierno Rajoy que lo sostiene- siguen vivos supone un nuevo recorte, más sufrimientos para la clase trabajadora y la juventud. Nuevas contrarreformas están en camino, contra el derecho de manifestación, contra las pensiones…

Es necesaria la ruptura con el régimen

Más que nunca, para evitar la catástrofe, para recuperar los derechos perdidos, es necesaria la ruptura con el régimen, la ruptura con la Unión Europea que organiza los recortes en nombre del capital financiero, es necesaria la República, la Unión de Repúblicas Libres basada en el reconocimiento de los derechos de todos los pueblos. Algún líder amplificado por los medios ha dicho que “la alternativa no es monarquía o república, sino democracia o dictadura” (en eco de lo que dijo Santiago Carrillo en 1977 para defender a la monarquía) ¡como si la experiencia de 30 años no nos hubiera demostrado la incompatibilidad del régimen monárquico con la democracia! Ahora nos plantean que el cambio que necesitamos vendrá con un simple cambio de concejales “de la casta” por hombres y mujeres “nuevos y honrados”. No estamos de acuerdo. Hay que organizar candidaturas republicanas que unan en el combate por la ruptura con el régimen, a militantes y organizaciones. Como es preciso exigir que el pueblo catalán pueda votar el 9 de noviembre y trabajar para constituir en Cataluña candidaturas por el derecho a decidir, por los derechos sociales, por la República Catalana y la Unión de Repúblicas Libres.

Para organizar este combate, hay una prioridad. Es necesario trabajar para construir esa representación política que necesita la clase trabajadora. Los militantes del POSI, junto con compañeros y compañeras socialistas, de Izquierda Unida, de Iniciativa Socialista de Izquierdas, de los sindicatos, de otras organizaciones, hemos puesto en pie el Comité por la alianza de los Trabajadores y los Pueblos, para ayudar a hacerlo. Animamos a todas las personas y a todas las organizaciones que quieren acabar con este régimen, organizar la rebelión contra las imposiciones de la Troika, defender y recuperar los derechos, combatir para recuperar los sindicatos obreros, a unirse al CATP.

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