La Verdad nº 96 – enero de 2018

(La Verdad nº 96 ya está disponible en español)

Sumario

  • Intervención de Marc Gauquelin en la reunión pública del 18 de noviembre
  • Dosier Venezuela:
    • Intervención de Alberto Salcedo en la reunión pública del 18 de noviembre
    • Moisés Moleiro: homenaje e intervención en la Conferencia de Caracas de 1987
    • Ley del valor, imperialismo y petroleo
  • La Unión Europea se tambalea:
    • España, treinta y un días de octubre
    • Alemania, tras las elecciones
  • Brasil: El significado de la candidatura presidencial de Lula
  • 9ª Conferencia Mundial (Argel, del 8 al 10 de diciembre de 2017)
  • Hace un siglo, la revolución de Octubre (escritos de León Trotski en 1917)

Presentación de La Verdad 96

Con este número de LV concluye el ciclo dedicado por la publicación al centenario de la revolución de Octubre. Recoge las intervenciones sobre la actualidad de esta revolución pronunciadas por Marc Gauquelin, director de nuestra revista, y de Alberto Salcedo, responsable en Venezuela del boletín El Trabajador, en la reunión pública organizada en París el 18 de noviembre de 2017 por la sección francesa de la IV Internacional (Corriente Comunista Internacionalista del POI), que reunió a 1.350 participantes, y cinco textos de Trotski escritos en agosto y septiembre de 1917.

Componen también el nº 96 de LV un dosier sobre Venezuela y otro sobre la Unión Europea, titulado La Unión Europea se tambalea, con artículos sobre España (por Andreu Camps) y Alemania (por Werner Uhde); un artículo sobre el significado de la candidatura de Lula en Brasil (por Laércio Barbosa), y otro sobre la 9.ª Conferencia Mundial Abierta desde la perspectiva de la IV Internacional (por Devan Sohier).

Extractos de la intervención de Marc Gauquelin del 18 de noviembre

Han transcurrido cien años. El primer eslabón de la revolución proletaria mundial no tuvo continuidad, quedó aislado. (…) El Estado obrero fue acorralado y sometido a la hambruna. Sacando provecho del “reflujo” de la clase obrera, la burocracia estalinista tomó el poder, destruyendo al saquearlas las bases de la República Soviética, hasta su completo desmantelamiento en 1991.

Cien años han transcurrido… ¿Qué queda de Octubre para los militantes comprometidos hoy en la lucha de clases? Lo que queda –para ser breves– es que todos los problemas que la revolución de Octubre planteó resurgen con toda intensidad. (…) La revolución no ha triunfado… Pero la lucha de las masas explotadas no ha cesado. Poderosas olas revolucionarias barrieron todos los continentes, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Si no lograron acabar con el capital, el imperialismo, para salvar su poder, tuvo que ceder algunas posiciones.

Las luchas de liberación nacional controladas por direcciones nacionalistas pequeñoburguesas arrancaron independencias formales en muchos aspectos, pero que han pasado a ser incompatibles con las exigencias del saqueo, dictadas por los grandes grupos financieros en guerra por el control absoluto de las fuentes de materias primas.

Las movilizaciones revolucionarias del proletariado que barrieron Europa –canalizadas por las direcciones del movimiento obrero en el marco de los Frentes Populares (los gobiernos provisionales de la época), como sucedió en Francia y en España en 1936 o en Francia en 1945 con el apoyo del PCF a la reconstrucción del estado burgués comprometido con el ocupante nazi– arrancaron importantes posiciones, que son hoy totalmente contradictorias con los niveles de explotación exigidos por los representantes del imperialismo. Es imperativo destruir todo lo que se arrancó al imperialismo.

Todas las cuestiones que los militantes obreros se han planteado a lo largo de toda la historia del movimiento obrero –incluidas las que parecían resueltas– resurgen en una situación nueva. La cuestión de las relaciones partidos-sindicatos. La cuestión de los partidos. ¿La forma del partido contiene en sí misma su ineluctable degeneración política, como escuchamos cada vez con más frecuencia? Las relaciones entre democracia y lucha de clases, sin olvidar la vieja cuestión del estado obrero como transición hacia el socialismo.

Nosotros, militantes de la IV Internacional, no pretendemos en modo alguno detentar las respuestas a todas las cuestiones políticas que surgen, y menos aún en esta situación inédita en muchos aspectos.

En cambio, consideramos nuestro deber participar en el debate, en la elaboración de respuestas a las preguntas concretas planteadas en el terreno de la lucha política para la expropiación del capital y la instauración del socialismo, no descuidando el hilo de la continuidad de este combate. (…)

No puedo sino invitar a los camaradas presentes a unirse a los militantes de la IV Internacional para debatir sobre esas lecciones, para dotarse de medios para elaborar en común las respuestas políticas a aportar para unir a la clase obrera con sus organizaciones a fin de derrotar la ofensiva del imperialismo.

En ese intercambio basado en toda la historia del combate de la clase en su diversidad donde construiremos el partido revolucionario que la clase obrera necesita para arrancar la victoria.

Dosier Venezuela

Contiene tres artículos: el arriba mencionado de Alberto Salcedo, un homenaje a Moisés Moleiro, militante revolucionario y antimperialista que participó en los trabajos de la IV Internacional, y el artículo de Xavier Arrizabalo Ley de valor, imperialismo y petróleo.

La Unión europea se tambalea

Extractamos el artículo de Andreu Camps España, treinta y un días de octubre.

La lectura atenta de todo el texto constitucional [de la Constitución Española de 1978] y su aplicación, demuestra que estamos en un régimen bonapartista que preserva las instituciones centrales heredadas del franquismo: el ejército, los cuerpos policiales armados, la Justicia (particularmente la Audiencia Nacional) y la alta administración del Estado; la relación estrecha con el capital financiero y los 7 grandes bancos, con los consejos de administración de las grandes empresas, y con la Iglesia. Al cual se añade su inserción plena en el dispositivo militar de la OTAN y su inserción también plena en el capital financiero, en las estructuras de la Unión Europea. A este régimen, encabezado por la Casa Real, se le han insertado elementos parlamentarios: el Congreso de los Diputados, el reconocimiento formal de la existencia de las organizaciones obreras y democráticas, y un conjunto de derechos y conquistas sociales en absoluta precariedad y amenazadas. Para completar el cuadro, se ha multiplicado el aparato de Estado con 17 regiones autónomas, con competencias particularmente en la educación y sanidad pero sin una real autonomía política, como lo estamos comprobando en la crisis catalana. La situación actual ha puesto al desnudo el conjunto de las instituciones heredadas del franquismo, particularmente después del discurso del Rey del 3 de octubre, que ordenó a todas las instituciones, en particular al gobierno, para aplicar todas las leyes que permite la Constitución contra el pueblo catalán y sus instituciones, y en particular el artículo 155. (…)

No por casualidad, el 28 de junio de 2010, el Tribunal Constitucional amputa cualitativamente el Estatuto de Cataluña, que había sido aprobado en las Cortes Generales del Estado y sometido a referéndum en Cataluña. El aparato del Estado, consciente de la explosión social que se avecina, intenta desviar y dividir, organizando una provocación contra el pueblo de Cataluña. Es así como el 10 de julio de 2010 se produce la primera manifestación de un millón de personas en Barcelona, encabezada por el president del Govern català, el socialista Montilla, en la cual, por primera vez, la consigna de independencia es una de las más coreadas. Es de hecho el punto de arranque del surgimiento, a nivel de masas, de un movimiento abiertamente independentista, expresión combinada de la respuesta a la provocación del Tribunal Constitucional, y expresión también del malestar social: en esta manifestación, la presencia de la clase obrera y sus organizaciones es sumamente importante. (…)

Sin embargo, no podemos entender cómo el movimiento por la independencia de Cataluña ha tomado tanta importancia si no es a partir del hecho de que en la noche de la extremadamente masiva jornada del 14 de noviembre de 2012, los principales dirigentes en aquel momento de UGT y Comisiones Obreras, Méndez y Toxo, plantearon que la movilización debía ralentizarse y pasar a una época de diálogo social. O sea, que consiguieron contener momentáneamente el movimiento de la clase obrera, e impulsaron indirectamente al movimiento de los Indignados y el independentismo en Cataluña, que entonces empezó a alcanzar su zenit. (…)

El 27 de octubre, de forma imprevista, el Govern de la Generalitat, presidido por Puigdemont, proclama la República catalana a las 15 h 30. Los partidos contrarios abandonan la sesión (el PP, Ciudadanos, el Partido Socialista de Cataluña). El partido de Ada Colau, Podemos, vota en contra o se abstiene. El Senado, reunido en Madrid 40 minutos después, ilegaliza esta declaración y ordena la disolución del Parlamento de Cataluña, y de su gobierno. Posteriormente, el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional encarcelaron a los consejeros del gobierno (desde el 16 de octubre, la Audiencia Nacional ya había encarcelado a los dos Jordis, presidentes de las asociaciones independistas ANC y Ómnium). El presidente Puigdemont y cuatro consejeros se refugian en Bruselas. (…) [Del documento presentado por el Govern en el Parlament, se desprende que la República Catalana] sería una república sin soberanía, en continuidad de la Monarquía y dando la espalda a los otros pueblos de España y a las masas trabajadoras. Pero no sólo a las masas trabajadoras del resto de España, de hecho también a una buena parte, si no a la mayoría, de la clase obrera en Cataluña. (…)

La crisis, al plantear el carácter del régimen, pone en primer plano el carácter central de la lucha por la República. (…) La lucha por la República, por la Unión de Repúblicas Libres unifica las reivindicaciones obreras y democráticas, particularmente el derecho de autodeterminación. También la lucha contra el poder del capital financiero, que necesita a la Monarquía, y la independencia en relación al imperialismo y sus instituciones. (…) En la práctica, supone una política opuesta a la de los partidos partidarios de la independencia que anteponen la independencia a la soberanía. Los que dicen que les da igual que las empresas se vayan, porque ya tomarán medidas para “atraer las inversiones” (seguramente a costa de “desreglamentar” y “liberalizar” para permitir la explotación salvaje de los trabajadores). (…)

El gobierno Rajoy y la Monarquía, sin duda alguna, están ganando tiempo por el momento. Pero la inmensa crisis económica, con la pérdida continuada de puestos de trabajo, de nivel de vida, de servicios públicos, que se anuncian claramente en los próximos Presupuestos del Estado, la anunciada nueva reforma del régimen de pensiones, son las condiciones en las cuales se van a producir los próximos enfrentamientos. Es en esta situación que la sección de la IV Internacional, con su línea de combate por la Alianza de Trabajadores y Pueblos, debe responder a los interrogantes de esta amplia capa de miles y miles de combatientes que han entrado en la lucha, sin los instrumentos políticos y organizativos adecuados para vencer.

Los artículos sobre Alemania y Brasil, como el anterior, han concluido su redacción en noviembre, pero mantienen su actualidad.

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