Archivo de la categoría: Combate Socialista

Combate Socialista 20. Por la ruptura con el franquismo. Por la República.

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Los máximos órganos judiciales de la Monarquía han establecido una y otra vez que los juicios políticos del franquismo (incluyendo la farsa de los juicios sumarísmos) no son revisables. En opinión de los jueces de esos tribunales, los juicios eran legales porque el régimen surgido del golpe militar del 18 de julio era legal. El proceso contra Garzón, la amenaza de expulsarle de la carrera judicial, son la corroboración de esa doctrina.
La Ley de Memoria Histórica, que deja sin resolver todas las cuestiones fundamentales, que ni toca las responsabilidades políticas de la represión ni garantiza la apertura de fosas y localización de los cadáveres, tampoco permite la anulación de los juicios del franquismo. De hecho, como ha señalado en alguna ocasión Amnistía Internacional, se ha convertido en otra ley de punto final, como la Ley de Amnistía.
Más de 30 años después de la tan alabada “transición”, los hechos, que son tozudos, desmienten las operaciones propagandísticas de los defensores del régimen. Sólo la ruptura con la Monarquía presidida por el heredero de Franco, la disolución del aparato judicial heredado del franquismo, así como la de los cuerpos represivos continuadores de los de la dictadura, puede garantizar la resolución de esta cuestión democrática básica. Como todas las reivindicaciones democráticas pendientes, no tiene otra solución que la ruptura democrática, la República.

Luis Gonzalez

Combate Socialista 19. Asturias, octubre 1934

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A últimas horas del 3 de octubre de 1934 el Presidente de la II República nombra un gobierno con ministros de la CEDA, próximos al fascismo y dispuestos a erradicar el movimiento revolucionario de las masas obreras y campesinas que había traído la República, eliminar las conquistas logradas y aplastar a las organizaciones. Antes de que el nombramiento sea público se declara el estado de guerra contra las organizaciones obreras. El Partido Socialista, la UGT y las Alianzas Obreras -coaliciones unitarias formadas en diversas zonas con composición diversa- convocan huelga general revolucionaria contra el golpe de Estado. La amplitud y duración de la huelga muestra la eterminación de las masas. Pero los dirigentes socialistas se demoran, vacilan y eso permite que el ejército asalte las casas del pueblo, acuartele a las tropas y desbarate el levantamiento insurreccional en Madrid y a escala estatal. Los dirigentes de la CNT1 combaten la huelga, lo que impide una insurrección en Barcelona (entonces, la capital obrera) y en el conjunto de Cataluña.

La insurrección obrera sólo llega a ser una realidad en Asturias y en diversas poblaciones de todo el país. Sólo en Asturias, la unidad obrera hace que la insurrección triunfe, hasta que la aplasta a sangre y fuego el ejército, que también encarcela a los dirigentes del PSOE y la UGT (y al gobierno de la Generalidad de Cataluña, que se había levantado por su lado). Como expone en estas páginas Manuel Grossi 2, uno de sus principales dirigentes, durante días, los comités de la Alianza Obrera Revolucionaria fueron el gobierno de Asturias, representando la decisión de toda la clase obrera del Estado español de defender la revolución empezada el 14 de abril de 1931. En efecto, a partir del derrocamiento de la Monarquía, encabezado por los trabajadores y sus organizaciones, las más amplias y diversas capas populares se pusieron en marcha para acabar con la explotación y todas las formas de opresión mantenidas durante siglos por los latifundistas, el clero, el aparato de Estado monárquico, al servicio del capital.

Era la respuesta al paro y la miseria generados por el capitalismo en los años de la gran depresión, precedente del hundimiento económico actual. La República, dirigida por personal de la Monarquía y por republicanos ligados a la burguesía (con la participación y el apoyo de los dirigentes de las organizaciones obreras), ni dio la tierra a los sin tierra, ni defendió a los trabajadores de las agresiones del capitalismo en crisis, no reconoció la libertad de las nacionalidades ni la independencia de las colonias. Josep A. Pozo 3 analiza cómo las cortas reformas aprobadas por las Cortes eran boicoteadas por los latifundistas, la patronal y el aparato de Estado, que extremaba la represión. Apoyándose en la división y frustración que ello produjo entre las masas, la reacción se dispuso en 1933-34 a arrasar a los trabajadores y sus organizaciones, asesinando a trabajadores, derogando reformas, destituyendo ayuntamientos socialistas, atacando casas del pueblo. Y atacando también las reformas y atribuciones de la Generalidad. Pero en la clase obrera de la ciudad y del campo, y en todas las organizaciones de los trabajadores, se abría camino un profundo movimiento que buscaba realizar el impulso revolucionario de 1931. El levantamiento de Asturias representó un hito decisivo de ese movimiento de toda la clase obrera, de grandes masas.

Combate Socialista 18. Resolución del XIX Congreso del POSI

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1.- Cuál es nuestra responsabilidad y qué problemas debemos superar La actividad que hemos desplegado en el último periodo, en particular tras la discusión que tuvimos en torno al Congreso Mundial sobre la necesidad de dar a toda nuestra orientación un eje claro, la Unión libre de Repúblicas Libres del Estado español, adolece de Contradicciones evidentes. Tenemos que afirmar claramente que hemos cabal- gado en realidad dos líneas diferentes: una que deriva todo de la lucha por la unión libre de Repúblicas Libres del Estado español, y otra que, sufriendo las enormes presiones de los aparatos (y del Estado de las Autonomías), nos desvía de la lucha por la unidad. Así, durante meses no hemos realizado la campaña por una solución democrática en el País Vasco, porque las cúpulas sindicales apoyaban al aparato de Estado y a Zapatero.
Eso fue una negativa a luchar por la unidad. Sin embargo, es más peligroso, y es el peligro principal en este momento, contri- buir a la dislocación en nombre del derecho de
autodeterminación. Es un error que ya analizamos en 2006. Nada debe desviarnos de la lucha por la unidad de la clase obrera, garantía de todos los derechos, incluidos todos los derechos democráticos, la existencia legal de todos los partidos, la lucha por la amnistía, etc. En una carta del Comité Ejecutivo a los res- ponsables de célula, del 2 de octubre, se dice entre otras cosas: “los problemas de orientación de que somos responsables sobre todo desde el CE y el Secretariado y que continua- mente nos lleva a la oscilación. El síntoma más claro de esta oscilación es la práctica paralización de nuestra campaña general”. Sí, pero hay que ir más lejos, a la raíz de los problemas teóricos, políticos y organizativos que nos llevan a esa oscilación constante.
La presión del Estado de las Autonomías, con el que están comprometidos los aparatos, puede tener expresiones distintas, sobre la base de la regionalización. Recordemos que cuando se lanzó la consigna de huelga de Renfe, fueron los comités regionales de CCOO y de UGT de Cataluña los que tomaron la iniciativa de llamar a que se desconvocase la huelga. Y nosotros, a pesar de que decidimos hacerlo, no lanzamos ninguna campaña de tomas de posición sindicales apoyando la huelga, en particular en Cataluña. Todos los aparatos defienden, no sin con- tradicciones, la política de regionalización-privatización de los ferrocarriles. Es la combinación de esas presiones lo que nos lleva a una oscilación permanente. Y la única manera de combatirlas es partir de nuestro eje político, la campaña central que hemos decidido, la constitución en torno de esa campaña del agrupamiento político Trabajadores y Jóvenes por la República utilizando Informa- ción Obrera, y a partir de ahí abordar la intervención en las elecciones legislativas de marzo con una campaña unificada y traducir esta orientación a todos los niveles.
Esto significa que los agrupamientos que hemos constituido en defensa de la independencia y de la democracia sindical deben poner en el centro la lucha práctica contra la regionalización de los sindicatos y en todos los sectores, en particular en la sanidad y la enseñanza, donde debe ponerse en el centro la lucha por restablecer una estructura única a escala estatal, en relación con la lucha contra la privatización.

Combate Socialista 17. XVIII Congreso del POSI

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La extrema descomposición del imperialismo, cuya ofensiva pone en el centro la destrucción de las naciones y del conjunto de conquistas sociales y democráticas, obliga a que los aparatos actúen directamente para aplicar su política por medio de la colegislación. Así vemos que después del potente movimiento que en Francia ha hecho retroceder al Gobierno sobre el Contrato de Primer Empleo, éste organiza el contraataque planteando el acuerdo con los aparatos. Los cuales a nivel político preparan la alternancia, desde el Partido Socialista al grupo de Krivine-Besancenot. Esto no impide que se profundice la descomposición política de todos los regímenes ligados a las instituciones de Bruselas y, en general, al régimen de propiedad privada. Lo cual crea situaciones de aparente callejón sin salida. Los imperialismos, los aparatos no pueden permitirse ningún elemento de independencia política o sindical. Este es el significado del ataque actual contra la sección brasileña, que es un ataque contra toda la Internacional por intentar impedir que ésta exista y combata. ¿Cuál es el eje de este ataque? En la forma es la adaptación al castrismo-chavismo –que sabotea la revolución venezolana sometiendo el país al Mercosur– a través de Militant, que plantea que sería posible un supuesto socialismo sin expropiar el capital. Lo cual se substituye por la supuesta cogestión revolucionaria sin derechos sindicales. Ver a este respecto el contenido real del cooperativismo como lo conocemos en España. Esto se combina con el altermundialismo, que tiene como fondo el combate contra la organización obrera disuelta en una supuesta sociedad civil. Las diferencias con las corrientes que se reclaman fraudulentamente del trotskismo no son diferencias entre hermanos adversarios, sino que nos sitúan en lados distintos de la barricada, en todos los puntos esenciales de la lucha de clases. La realización de la conferencia extraordinaria de la sección brasileña el 15 de abril, que ha agrupado el 72% de la militancia real, es un punto de apoyo para toda la Internacional que prepara su VI Congreso Mundial, reclamando la continuidad y la actualidad de la Revolución de Octubre, o sea del combate por la expropiación
del capital, que se identifica con el combate contra la ofensiva imperialista de desmantelamiento de las naciones, de alienación de la independencia sindical por medio del proyecto de fusión mundial de la CMT y la CIOSL.

1.- Nuestra orientación En el Comité Central del 5 de marzo, y en la resolución posterior del Comité Ejecutivo, precisamos nuestra orientación por la Unión de Repúblicas Libres del Estado Español. Citamos esta última resolución, del 24 de marzo:
“a) (…) Pero en una situación de extremada complejidad, en la que los trabajadores se encuentran confrontados al falso dilema entre dos formas de balcanización: mayor dislocación regional y división de los trabajadores en el marco de la Europa de las Regiones o enfrentamiento entre las regiones para proteger el poder de las instituciones franquistas también a las órdenes de Bruselas, hay que continuar la clarificación política, porque se mantienen una serie de ambigüedades.
b) Ante todo, repitámoslo, partimos de la defensa del “marco económico común” del que hablaba Marx, constituido en el Estado español, marco en el que se ha constituido la clase
obrera como clase única, con sus conquistas, sus tradiciones, sus organizaciones, sus formas de lucha comunes y la tendencia de todo movimiento importante a tomar una dimensión
estatal. Por eso hay una relación directa, y no una yuxtaposición (como podía desprenderse de la resolución del CC) entre el combate por la unidad de la clase y de sus organizaciones y los derechos de los pueblos y de las naciones. Uno es condición de lo otro. No podemos defender y garantizar los derechos, la democracia, el derecho de autodeterminación, sin partir de la unidad de la clase obrera.

Cobate Socialista 15. La Cuestión Europea y la posición de los marxistas revolucionarios

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Cuando se escriben estas líneas, la lucha contra la llamada “Constitución Europea” continúa en toda Europa. En ella se agrupan las mejores fuerzas de las organizaciones obreras del continente, tanto en los sindicatos como en los partidos en que la clase trabajadora se organizó. Y es que lo que está en juego es el conjunto de conquistas obreras, resultado de la lucha de clases, e inscritas en la legislación nacional de cada estado nacional (Códigos del Trabajo, Estatutos de los trabajadores y de los funcionarios, seguridad social, servicios públicos…). Y con ellos, la democracia política, ya que el proyecto de “constitución” elimina toda soberanía de los parlamentos y los estados nacionales, y somete a todos los pueblos de Europa al dictado delas instituciones antidemocráticas de la Unión Europea, y en particular a la Comisión Europea y el
Banco Central Europeo, que a su vez trabajan a las órdenes del imperialismo dominante, los EE.UU. Un debate necesario Entre quienes defienden el “no” a la Constitución europea se abre un debate. De un lado, los que dicen oponerse a “esta” constitución europea, pero defienden que dentro del marco de la Unión Europea es posible defender los derechos sociales y las conquistas obreras, y que se trataría de construir “otra Europa” o incluso “otra Unión Europea”. De otra parte, quienes, como los militantes de la IV Internacional, defendemos que la Unión Europea, desde su fundación, es un instrumento de dominación del imperialismo USA sobre los trabajadores y los pueblos de Europa, y
que, por tanto, la defensa de las reivindicaciones y conquistas obreras exige la ruptura con la Europa de Maastricht, la destrucción de la Unión Europea.
La posición del Secretariado Unificado Como suele suceder, los partidarios del Secretariado Unificado que ilegítimamente usurpan el nombre de IV Internacional figuran entre los más consecuentes defensores de que “otra Europa es posible”, sin ruptura con la Unión Europea, sus tratados, sus instituciones y sus directivas. Así en el documento político del IV Encuentro de Espacio Alternativo, organización que agrupa a la mayoría de los partidarios españoles del SU, se dice: “Será uniendo fuerzas en ese ámbito
continental como podremos arrancar conquistas parciales significativas que refuercen y no debiliten la solidaridad entre trabajadores y pueblos y permitan así avanzar hacia esa otra Europa cada vez más necesaria y que hemos de hacer posible. Desde Espacio Alternativo contribuiremos al desarrollo de un movimiento altereuropeísta que esté a la
altura de esos retos y sea capaz, por tanto, de (…) poner así un freno decisivo al rumbo actual de la UE”. Para ellos, la Unión Europea no está sometida desde su creación a los EE.UU., sino que por el contrario responde al intento delas diversas burguesías europeas de oponerse a los EE.UU.. Así, en el mismo texto, dicen: “la Unión Europea aspira a dar nuevos pasos adelante en la construcción de un gran mercado basado en una moneda fuerte y con una “superestructura” política capaz de gestionar los intereses parcialmente
contradictorios en el marco de los distintos Estados miembros; todo ello dirigido a tratar de reequilibrar su alianza con EEUU en el plano económico, geopolítico y militar
a escala global”.

Combate Socialista 14. ¿Frente Único Obrero o “Unidad de los revolucionarios?

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La clase obrera sólo puede intervenir en política por medio de su organización. Por eso la clase se organiza en sindicatos, en partidos y en asambleas y soviets. De manera consciente o inconsciente, los obreros sienten que su fuerza está en su organización, en el peso de la acción de miles, de cientos de miles, de millones. Por eso, la clase trabajadora siente una profunda aspiración hacia la unidad de sus filas, y también hacia la unidad de sus organizaciones. La primera Internacional, que agrupaba en su filas a organizaciones políticas y sindicales, y a los elementos marxistas y
anarquistas, era la expresión de esa aspiración a la unidad. Sin embargo, la clase obrera está organizada en distintas organizaciones. La II Internacional fue la organización de los partidos y sindicatos de masas. Se organiza en la época en que la sociedad capitalista desarrollaba aún las fuerzas productivas, y se nutrió de las reformas que los trabajadores impusieron. Pero su dirección,
pronto controlada por una verdadera aristocracia obrera, traicionó el combate contra la guerra (decidido por los Congresos de la Internacional), apoyando en 1914 con su voto los créditos de guerra de los distintos países. La traición de la socialdemocracia en 1914, cuando, al servicio de las burguesías imperialistas, ayudó a llevar a los obreros, embutidos en sus uniformes, a la masacre
imperialista, tuvo su continuación en la oleada revolucionaria que siguió a la Primera Guerra Mundial, durante la cual la socialdemocracia puso todo el peso de sus organizaciones al servicio del aplastamiento de las revoluciones obreras que surgieron en diversos países (no dudando en organizar el asesinato de los dirigentes revolucionarios, como Rosa Luxemburgo y Karl Liebcknecht, que pocos meses antes eran compañeros de partido de su asesinos). Ello llevó a que los elementos revolucionarios, siguiendo a los bolcheviques, rompieran con la socialdemocracia para crear los partidos
comunistas, la Internacional Comunista.

80 aniversario de mayo de 1937

Con motivo de este aniversario, publicamos un Combate Socialista que titulamos: «En el 80 aniversario de la insurrección obrera de mayo de 1937: Diez meses de revolución y contrarrevolución»

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El propósito de este Combate Socialista es ayudar a comprender el significado de las Jornadas de Mayo y sacar todas las lecciones políticas. Algunos de los trabajos que se incluyen habían sido publicados por nuestro Partido en un folleto anterior. Se acompañan ahora con otros trabajos publicados en distintos sitios, pero que ayudan a situar la cuestión y el marco general. Por último, en el apartado de Documentos, se reproduce la carta que Camillo Berneri, militante anarquista italiano asesinado durante las jornadas de mayo, envió a Federica Montseny y en la que criticaba diferentes aspectos de la orientación de la organización confederal.

Os invitamos a leer la presentación incluida en este Combate Socialista que hace Josep Antoni Pozo González, historiador, sindicalista y militante de nuestro Partido.

Podéis descargar el PDF y también tenemos copias impresas disponibles si lo preferís y que podéis solicitarlas a través de nuestro correo electrónico.

Presentación Combate Socialista – mayo de 1937

PRESENTACIÓN: «En el 80 aniversario de la insurrección obrera de mayo de 1937: Diez meses de revolución y contrarrevolución»

Autor: Josep Antoni Pozo González

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Diez meses separan las jornadas de julio de 1936, de las barricadas levantadas en Barcelona durante los primeros días del mes de mayo de 1937. Diez meses en los que la revolución social que estalló en respuesta al golpe de Estado de los militares, fue subsistiendo en medio de una guerra civil, sin que los dirigentes de las organizaciones que se reclamaban del movimiento obrero quisieran, unos, o fueran capaces, otros, de conducirla hacia la toma del poder, única forma de garantizar el triunfo pleno de aquella.

Durante todo ese período, los obreros y campesinos resistieron con las armas en la mano a los generales facciosos, se apoderaron de fábricas y tierras, establecieron el control obrero en la industria y los servicios, y levantaron organismos de poder revolucionario que substituyeron localmente a las autoridades legales. Y lo hicieron casi intuitivamente. Con el convencimiento de que era la mejor manera de combatir al fascismo. Porque, efectivamente, la mejor estrategia para vencerlo militarmente no era otra que la de desplegar consecuentemente el programa revolucionario de emancipación social. No había arma más poderosa que ésta.

Pero durante todo este período, los dirigentes de las principales organizaciones del movimiento obrero hicieron todo lo posible por “encauzar” la revolución, por impedir que traspasara los límites del Estado burgués, y cedieron ante las propias exigencias de los gobiernos imperialistas europeos que con su política de No-Intervención, contribuyeron a aislar a los trabajadores españoles. Unos, como por ejemplo Indalecio Prieto y el ala derechista del PSOE, porque consideraban que España no estaba madura para una revolución de tipo socialista. En esto coincidían con los dirigentes del PCE-PSUC, y con el mismo Stalin, quién en carta al entonces presidente del gobierno de la República, Largo Caballero, le “aconsejaba” sobre la conveniencia de respetar la propiedad privada y la necesidad de no aplicar medidas revolucionarias. Y otros, como los dirigentes de la CNT y la FAI, y también del POUM, por su incapacidad para organizar la revolución de la que se reclamaban, y a la que no ayudaron en absoluto participando en los gobiernos que se propusieron como objetivo político prioritario acabar con ella.

El sector caballerista tuvo igualmente mucha responsabilidad en ese sentido. Después de que durante el mes de agosto hubiera explorado –y desechado- la posibilidad de constituir un “gobierno obrero” formado por la UGT y la CNT, se avino finalmente a substituir al gobierno Giral por otro de concentración de fuerzas de tipo frentepopulista. Así, en septiembre de 1936 se constituyó en Madrid un gobierno presidido por el secretario general de la UGT, Largo Caballero, con la participación de seis ministros socialistas –en representación del PSOE y de la UGT-, tres procedentes de los partidos republicanos burgueses –IR y UR-, dos ministros del PCE, y dos ministros que representaban ERC y PNV respectivamente. Como explicó Largo Caballero a Koltsov pocos días después, lo que acababan de constituir era un “un organismo único, con un objetivo único: derrotar al fascismo”. Era lo que querían oír tanto Stalin como los gobiernos “democráticos” de Francia e Inglaterra.

La CNT no participó inicialmente en este gobierno pero si lo haría en el que se constituyó en noviembre, presidido también por Largo caballero, después de que los cenetistas catalanes decidieron integrarse, en ese mismo mes de septiembre, en el gobierno de la Generalidad de “unidad antifascista”. Gobierno del que también formó parte el POUM hasta su expulsión del mismo, y cuya primera medida fue precisamente disolver todos los comités revolucionarios que existían en Catalunya.

Con la ayuda de estos gobiernos, poco a poco, fue restableciéndose la legalidad republicana en contraposición a las conquistas revolucionarias. En el campo obrero, uno de los argumentos para convencer a los militantes que se resistían, fue que había que sacrificar todo, incluido la revolución, al objetivo común y prioritario de ganar primero la guerra. Un argumento que se demostraría trágicamente falaz, y detrás del cual se parapetaron todos los que, en el campo republicano y entre los gobiernos europeos supuestamente interesados en parar los pies al fascismo, no querían de ninguna manera que hubiera una revolución socialista triunfante en España. Desde los Stalin, Blum y Chamberlain, hasta el propio Azaña, pasando por Companys e Irujo.

Sin embargo, el objetivo de restaurar la legalidad republicana contra las conquistas revolucionarias, chocó con la resistencia de la clase obrera, especialmente en Catalunya, dando lugar a una situación de conflictividad extrema. Durante el último trimestre de 1936 y los primeros meses de 1937, tuvo lugar en la retaguardia catalana una lucha enconada entre los partidarios de implantar cuanto antes un orden “antifascista” –el gobierno de la Generalidad y los dirigentes de las organizaciones que lo apoyaban incondicionalmente, el PSUC, ERC, UR, y ACR-, y quienes se aferraban al espíritu del “19 de julio”, es decir, a la defensa de un orden revolucionario, de las colectivizaciones, de las patrullas de control, etc., integrados aunque no exclusivamente, en el movimiento libertario y el POUM.

Y fue precisamente en Catalunya, donde subsistía buena parte de las conquistas revolucionarias, donde centraron su atención quienes tenían el objetivo de acabar con cualquier atisbo de oposición. Durante la primavera de 1937, los conflictos derivados de las denuncias de antiguos propietarios que habían sido expropiados en los meses anteriores, o los enfrentamientos entre miembros de las patrullas de control y los cuerpos de policía “oficiales”, se incrementaron notablemente. Desde diciembre de 1936, había sido nombrado un nuevo Comisario de Orden Público, Eusebio Rodríguez Salas, un militante del PSUC, quien declaró en el momento de tomar posesión de su cargo, su disposición a hacer cumplir lo que el Gobierno acordara y a actuar con firmeza para acabar con los “incontrolados”. Eufemismo con el que se hacía referencia a todos aquellos militantes que se resistían a aceptar las disposiciones del gobierno que liquidaban las conquistas revolucionarias, y pretendían anular la correlación de fuerzas establecida durante las jornadas de julio a nivel local por los comités revolucionarios.

Era toda una declaración de intenciones y, por otro lado, la señal que esperaban los partidarios de acabar con los “excesos” revolucionarios. Después de los hechos acaecidos en diversas poblaciones catalanas –La Garriga, La Fatarella, etc.- la actitud provocadora de la policía fue en aumento. Y la determinación del gobierno de la Generalidad también. Amparados en la presencia de representantes cenetistas en el gobierno, el 12 de febrero el Consejero de Seguridad Interior y militante de ERC, Artemi Aiguader, presenta un plan de reorganización de los servicios policiales que incluye la disolución de las patrullas de control y de los consejos de obreros y soldados que operaban en los distintos cuerpos policiales, la prohibición para los Ayuntamientos de mantener las funciones de Seguridad y Defensa en los casos en los que todavía se ejercieran, así como el restablecimiento de la censura. El 20 de este mismo mes, el gobierno de la Generalidad declaraba nulas todas las colectivizaciones que no se hubieran realizado de acuerdo con el decreto que las regulaba, y el 27 se organiza en Barcelona una manifestación de policías que pedían la dimisión del Jefe Superior, el cenetista Eroles.

En pleno “oleaje contrarevolucionario” como calificaba la situación uno de los futuros impulsores de la Agrupación Los Amigos de Durruti, Jaime Balius, el órgano del POUM recibe el 12 de marzo una orden de suspensión que es anulada horas después. El artículo que provocó la orden de suspensión llevaba por título “¿Se intenta entregar Madrid al fascismo para negociar un abrazo de Vergara?”. Con anterioridad, La Batalla ya había recibido una sanción de 5000 pesetas. El 18 de marzo, unos guardias intentan asaltar el local del Sindicato de la Metalurgia de la CNT. Por otra parte, el gobierno de la Generalidad entra en crisis, después de mostrarse impotente para hacer cumplir los decretos sobre reorganización de los servicios policiales que fueron aprobados finalmente el 1 de marzo.

Durante el mes de abril los acontecimientos se precipitan. Roldán Cortada, militante del PSUC y dirigente de la UGT es asesinado en un control de carreteras. La prensa del PSUC acusa inmediatamente de su muerte a los anarquistas de l’Hospitalet, quienes a su vez tenían la información que Cortada había ido a París a comprar armas cortas para dar la batalla a la FAI. Dos días más tarde se producen los enfrentamientos en un pequeño pueblo, Bellver de Cerdanya, muy cerca de la frontera con Francia, donde encuentra la muerte el dirigente anarquista de Puigcerdà Antonio Martín.

La situación es crítica y no faltan voces, dentro y fuera del gobierno, que exigen actuar de inmediato contra los anarquistas y la “chusma revolucionaria”. Los actos del 1 de mayo son anulados por temor a que se produzca algún incidente, pero también por temor a que puedan ser escenario de alguna demostración de protesta entre los sindicatos cenetistas, las Juventudes Libertarias y el POUM.

Los hechos que se suceden a continuación son más o menos conocidos. El lunes 3 de mayo, dos camionetas de Guardias de Asalto, dirigidos por Rodríguez Salas, asaltan el edificio de la Telefónica con la pretensión de recuperar los servicios que se encuentran desde julio, bajo control de un comité obrero CNT-UGT. La noticia se extiende por toda Barcelona, e inmediatamente se produce una reacción espontánea de buena parte del proletariado de la ciudad, que levanta barricadas en el centro y en las barriadas. Inicialmente, los obreros que se lanzan a la calle creen que se trata de una provocación policial, una más de las muchas que se habían producido en las semanas anteriores. Por la noche, se produce una reunión de urgencia del gobierno catalán. Los representantes de la CNT exigen la dimisión de Aiguader y de Rodríguez Salas, pero Companys no solo se niega a ello sino que los defiende. Es entonces cuando la militancia que se ha echado a la calle comprende que se trata de algo mucho más grave y muchas fábricas se declaran en huelga, mientras que los transportes paran. El día 4, la insurrección es un hecho. Los obreros se han apoderado de la ciudad y el movimiento se extiende a otras localidades catalanas, pero los dirigentes de la CNT vacilan y claudican finalmente, mientras que los del POUM –que en los primeros instantes de la insurrección habían declarado que había llegado el momento de aplastar la contrarevolución- se acaban adaptando y ceden.

Lo que siguió también es conocido. La represión contra los militantes revolucionarios se desató inmediatamente. La campaña estalinista se puso en marcha y apuntó directamente al POUM como instigador del “putsch”, es decir, como si fueran los ejecutores de un plan premeditado que solo existía en la imaginación de quienes cultivaron esa versión para justificar las calumnias y los asesinatos. El 8 de mayo, el secretario general de la UGT de Catalunya, José del Barrio, enviaba una circular a todos los sindicatos comunicando la expulsión de los dirigentes del POUM y exhortándolos a que fueran igualmente expulsados todos los militantes de este partido que no condenaran los hechos. El 13, en una reunión del gobierno de la República, los ministros del PCE piden la ilegalización del POUM, a lo que se niega Largo Caballero. Los ministros del PCE abandonan la reunión en señal de protesta, provocando la crisis y la dimisión posterior de Largo Caballero que sería substituido por Negrín. El 28 de mayo el órgano del POUM, La Batalla, es prohibido y los talleres donde se edita incautados.

El 4 de junio son disueltas oficialmente las Patrullas de Control, y el 16 es detenido Nin y todo el Comité Ejecutivo del POUM. Nin es conducido a una prisión privada y asesinado por orden de Stalin. Otros militantes correrían su misma suerte. Centenares serían detenidos y encarcelados, entre los cuales, muchos militantes cenetistas.

La insurrección obrera de mayo de 1937 fue el último episodio de la revolución española. La última posibilidad de corregir el curso contrarevolucionario y dar un giro a la situación y al desarrollo de la guerra. La derrota de los obreros barceloneses constituyó un golpe mortal para la suerte de la revolución y, como pudo comprobarse posteriormente, también para el desenlace de la guerra. Naturalmente, la llama de la revolución no se apagó inmediatamente. De hecho continuó encendida aunque tímidamente, a través por ejemplo del combate de muchos militantes y sindicatos cenetistas, por la liberación de los presos antifascistas que poblaban las cárceles y que fueron abandonados a su suerte por la dirección confederal.

En el verano de 1937, un año después del inicio de la revolución y la guerra, la República española estaba más aislada que nunca. A pesar del aplastamiento de la oposición revolucionaria, los gobiernos a los que se encomendaron los dirigentes republicanos españoles no movieron ni un solo dedo para impedir el triunfo de Franco. De hecho, tras la caída de Cataluña, los gobiernos de Francia e Inglaterra se apresuraron a reconocer al gobierno de Burgos. Stalin por su parte, después de ajustar cuentas con todos aquellos responsables –diplomáticos, asesores militares …- que tuvieron algo que ver con la revolución española, acabaría propiciando un pacto de no agresión con la Alemania de Hitler en agosto de 1939.

A propósito de lo ocurrido en Barcelona los primeros días de mayo de 1937, y polemizando contra un camarada belga que defendía que, en lo substancial, el POUM había actuado correctamente, y que intentar tomar el poder en aquellas circunstancias era puro aventurismo, León Trotsky afirmaba por el contrario, que esta posibilidad no solo estuvo al alcance de la mano, sino que además, si se hubiera producido habría sido coronada muy probablemente por el éxito. Naturalmente, escribía Trotsky, “en toda insurrección hay un elemento inesperado y de riesgo. Pero toda la marcha ulterior de los acontecimientos ha demostrado que, incluso en caso de derrota, la situación del proletariado español hubiera sido incomparablemente más favorable que lo es ahora, sin tener necesidad de decir que el partido revolucionario hubiera asegurado su porvenir para siempre”. (La verificación de las ideas y de los individuos a través de la revolución española, 24 agosto 1937. Texto dirigido a todas las secciones de la IV Internacional).

Combate Socialista 23. 1914 – La guerra mundial en España

Combate Socialista  23 para descarga en PDF

CS-23Este número de Combate Socialista, órgano teórico del Partido Obrero Socialista Internacionalista, tiene una especial relevancia.

En efecto, por un lado, en los tiempos que corren, de crisis profunda del movimiento obrero organizado, de las grandes organizaciones que, como producto de la lucha de clases hegemonizaron su representación, olvidar el pasado aparece casi como una necesidad.

Por otro lado se presentan como nuevas viejas antiguallas del pensamiento, y actúan fuerzas que, como la Iglesia, intentaron e intentan pervertir y/o desviar la acción de la clase obrera por su emancipación.

Publicamos tres documentos, que abordan dos de ellos cuestiones de la historia y el tercero un tema de la actualidad inmediata.

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