(publicado en la Carta Semanal 494)
Recientemente ha sido dado a conocer un manifiesto de rechazo al “secesionismo catalán”, que lleva por título “Por la unidad del pueblo trabajador. Decidamos No a la independencia”. La prensa que ha combatido y combate encarnizadamente contra el derecho de los catalanes a poder votar y decidir libremente su futuro, no ha escondido su satisfacción ante esta iniciativa. “La izquierda alza la voz contra la independencia”, proclaman con una cierta euforia quienes desean que el frente contra el derecho a decidir que encabezan el PP y el PSOE se amplíe con otros sectores a la “izquierda”. Pero, ¿es de izquierdas este manifiesto? Veamos qué se dice en él.
El manifiesto afirma que “no es cierto que los recortes que sufrimos en Cataluña sean porque ‘Madrid nos roba’, sino que vienen impuestos por los mandatos de Washington y Berlín a través de la Troika”, y que Rajoy y Mas “dos caras de la misma moneda”, la “de los banqueros y las grandes fortunas”. Y señala igualmente que “los catalanes, junto al resto de los españoles, sufrimos los mismos ataques y recortes. En Cataluña, como en Andalucía, Canarias o Extremadura”. Y concluye llamando a la “unidad del pueblo” para decir no a la independencia. Cualquier trabajador que sufre en sus carnes el azote de la crisis y las consecuencias de la reforma laboral y de todas las medidas antisociales aplicadas servilmente por los gobiernos en Barcelona y en Madrid, no puede sino estar de acuerdo con algunas de estas afirmaciones. En más de una ocasión, desde esta Carta Semanal, hemos denunciado la actitud de quienes, envolviéndose en la bandera bicolor o en la estelada, siguen los dictados de la Troika entregando el país a los mercados financieros;o de quienes apelando a las justas reivindicaciones del pueblo catalán a conseguir la soberanía, en realidad quieren entregarlo atado de pies y manos a Bruselas manipulando las reivindicaciones nacionales. En realidad el estado monárquico y más en su forma autonómica oprime a todos los pueblos tratando de enfrentar unos contra otros.
Sin embargo, las generalidades en política sirven para muy poco o, como es el caso, para cubrir campañas que nada tiene que ver con la “izquierda”. ¿Por qué no aparece en el manifiesto ni una sola referencia al hecho de que el actual régimen político español, despótico y corrupto, impide la democracia? Está bien luchar por una España y una Cataluña mejores, más prósperas, más justas y progresistas. ¿Pero es esto posible en el marco de la Monarquía y la Constitución del 78? ¿En el marco de la Unión Europea y sus tratados que desregulan y liberalizan sectores y privatiza y reducen el sector público? Ni una sola palabra acerca del problema que supone la existencia de un régimen que niega directamente la democracia. Sin democracia no hay derechos sociales, ni nacionales ni de ningún tipo, como nos demuestra la experiencia de estos años.
Porque, y esta es la otra cuestión, es legítimo pronunciarse en contra de la independencia, pero el problema ahora no es éste. El problema es que la legitimidad constitucional impide a los catalanes poder votar. Igual que impide a los canarios decidir sobre las prospecciones petrolíferas que pueden acabar con sus medios de vida para beneficio de Repsol. Exigir que se pueda hacer, luchar para que se revoque la suspensión decretada por el Tribunal Constitucional, ¿no debería formar parte de la actividad de cualquiera que se reclame de la democracia o incluso de una España y una Cataluña más justas? ¿No sería la mejor manera de forjar la unidad más sólida de los trabajadores y pueblos de todo el estado? ¿Puede haber “unidad” si no hay democracia?
Por último, todo el manifiesto parece estar recorrido de un lenguaje que pretende poner el acento en la denuncia de los recortes sociales, que según los autores del manifiesto y aunque no se diga explícitamente, es lo verdaderamente importante. Y que defender los derechos nacionales solo sirve para enfrentar a los trabajadores de uno y otro lugar del Estado español. Este razonamiento es tan falso como el que utilizan algunos supuestos “soberanistas”, que pretenden separar la lucha por los derechos nacionales de los derechos sociales, objetando que lo primero es conseguir la soberanía y que después ya se verá. No hay separación entre lo uno y lo otro y quien pretende hacerlo, en realidad no defiende ni lo uno ni lo otro. Esta es una de las adquisiciones comunes que forman parte de la tradición y experiencia del movimiento obrero en el Estado español. Precisamente, porque hay interés en separar lo uno de lo otro, y en evitar que la clase obrera intervenga en este asunto con su propia bandera, la de la unión libre, y no con banderas prestadas, este manifiesto sólo sirve a quienes quieren enfrentar a los trabajadores y a los pueblos negando la democracia.