Carta Semanal 870 en catalán
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El próximo 10 de abril tendrá lugar en Francia la primera vuelta de las elecciones presidenciales (la segunda vuelta tendrá lugar el 17). En el régimen político existente en Francia, de carácter bonapartista, las elecciones presidenciales son determinantes. Normalmente la precampaña electoral se utiliza para hacer presión en la lucha de clases directa e intentar imponer la «paz social», y sin embargo:
13 de enero, huelga en la Educación Nacional, un movimiento profundo
El ministro de Educación Nacional, Jean Michel Blanquer, dictó desde su lugar de vacaciones de fin de año (Ibiza) un nuevo protocolo sanitario para el inicio del curso escolar el 3 de enero. Nuevo protocolo que se sumaba a los sucesivos 49 anteriores desde el inicio de la pandemia. El caos y la desorganización total que ha creado la política del ministerio (que no es una excepción, sino del mismo tono que toda la política del gobierno Macron), fue la gota que desbordó el vaso y provocó una oleada de indignación entre los trabajadores de la enseñanza y los padres de alumnos (12 millones de jóvenes, sin contar la enseñanza superior).
La casi totalidad de las organizaciones sindicales de este sector llamaron a la huelga este 13 de enero, a los que se sumaron la FCPA (padres de alumnos) y los sindicatos de alumnos de instituto. El 75 por ciento del personal fue a la huelga, incluido en muchos casos el personal de dirección e inspección académica.
Esta huelga expresaba el rechazo masivo a la política de reducción de efectivos docentes, al atentado contra la escuela pública desarrollado por el actual gobierno Macron, en continuidad con los antecesores (del socialista Hollande al derechista Sarkozy o los gobiernos anteriores de la «izquierda plural»).
La huelga rompió con el supuesto «consenso sanitario» o el pretendido «todos unidos contra el virus» que el Gobierno, de acuerdo con la «izquierda oficial», pretendían imponer.
El primer ministro Castex y los ministros de Educación, Blanquer y de Sanidad, Véran, se vieron obligados a recibir a los sindicatos, sin responder a ninguna de las reivindicaciones: creación de plazas, aumento de salarios, medios sanitarios suficientes…
Al contrario, durante estos 5 años de gobierno Macron se han cerrado 17.800 camas de hospital y se ha acelerado la desorganización de la atención primaria, la Asamblea Nacional aprobó el 16 de enero nuevas medidas represivas como la obligación del Certificado de Vacunación, cuestionado masivamente como inútil para combatir la pandemia pero que permite provocar la división entre los ciudadanos… y el presidente Macron declara que «va a joder a los que no se vacunen, que como no son responsables no son ciudadanos».
Para ponerle la guinda al pastel el propio Macron declaró el día 16 lo negativo que era el hecho de que la «Enseñanza Superior sea casi gratuita».
La pretendida lucha contra la pandemia sirve para todo, en particular para intentar llevar a cabo las exigencias del capital financiero de privatización de la sanidad, la educación, los servicios públicos…
Tampoco es casualidad que la Intersindical, que agrupa a todos los sindicatos convocantes de la huelga del día 13, decidiera convocar una nueva huelga de todos los sectores el 27 de enero. Y convocar una manifestación el día 20 (prohibida por el jefe de policía de París, el Prefecto Lallement). Los sindicatos mantuvieron la manifestación, y el gobierno se vio obligado a tolerar su celebración.
Nadie puede prever hoy cómo va a continuar la movilización, recordemos simplemente que en diciembre el presidente Macron anunció que retiraba la Reforma del sistema de pensiones hasta después de las elecciones. Medida que fue interpretada como una victoria de la movilización que se inició en noviembre de 2018 con los Chalecos Amarillos y que continuaron en 2019 los sindicatos de transporte público de París contra esta reforma y que tuvo un alcance nacional.
Unas elecciones distintas
En el régimen presidencialista francés, las elecciones a presidente determinan el resto. De hecho se elige a un personaje con poderes casi absolutos, que nombra o destituye al gobierno… una monarquía sin corona. Un régimen definido en 1964 por François Mitterrand como “golpe de Estado permanente” (lo que no le impidió gobernar para ese sistema entre 1981 y 1995)
Es muy difícil presentar candidaturas, se precisa la firma de 500 alcaldes o diputados. Al ser pública esta firma, muchos cargos públicos tienen miedo de firmar (lo que no implica acuerdo político) para que no les retiren las subvenciones.
El aparato mediático quiere reducir la batalla electoral a una pugna entre derecha /ultraderecha /gobierno… cuando tienen en el fondo programas idénticos.
Los partidos tradicionales de izquierda –el PS, el PCF e incluso los verdes– aparecen ante las masas desprestigiados por haber ejercido durante decenios el poder (desde la victoria de Mitterrand en mayo del 81) aplicando las peores políticas antisociales y privatizadoras. Hoy estos partidos, como en muchos otros países, son solo una sombra del pasado. Por ello agitan sobre una supuesta «unidad de la izquierda».
Sin embargo en este panorama se está afirmando una candidatura independiente: la de Jean -Luc Mélenchon, el cual ha presentado un programa titulado «el futuro en común». Según sus propias palabras, es un programa de transición entre la sociedad que vivimos y la que queremos, y no pretende enmendar el capitalismo, sino romper con el sistema, acabar con la V República convocando una Asamblea Constituyente, que se rija por el principio de la «revocabilidad de los cargos» siguiendo la estela de la Comuna de París de hace 150 años.
Mélenchon se negó en junio pasado a participar en la manifestación de apoyo a la policía impulsada por la derecha, la extrema derecha y la izquierda oficial. No olvidó el comportamiento brutal de la policía contra los Chalecos Amarillos y contra las manifestaciones sindicales, e incluso cuando invadieron su propia sede.
No es una simple campaña electoral, el movimiento de Mélenchon ha constituido un Parlamento Popular formado por responsables políticos, sindicales, chalecos amarillos, asociados a diferentes tendencias obreras y democráticas para configurar desde la base la UNIÓN POPULAR en torno al programa de ruptura y para ayudar a la movilización actual.
No es casualidad que en la huelga del 13 de enero las fuerzas políticas que apoyan a Mélenchon estuviesen en primera línea (dato significativo: una delegación del PS con su candidata Hidalgo pretendía participar en la Manifestación de París siendo abucheada y apartada por los profesores que se manifestaban).
Cuando preguntan a Mélenchon por qué no está por la unidad de la izquierda responde: ¿Cómo unirme con los que desde el gobierno han aprobado la reforma laboral, quieren reformar las pensiones, han limitado el subsidio de desempleo, han privatizado, han apoyado las leyes represivas? LO QUE HACE FALTA ES CLARIDAD Y MOVILIZACIÓN»
La política del Partido Obrero Independiente
El POI, en cuyo seno milita la Corriente Comunista Internacionalista, sección francesa de la IV Internacional, ha decidido en su VIII Congreso celebrado el 11 y 12 de diciembre participar plenamente en la campaña Mélenchon y en el Parlamento Popular. La red de Comités de Reconquista (de los derechos obtenidos en la huelga general de 1936 y en 1945) y Resistencia impulsada por el POI discute en sus reuniones sobre el apoyo a la campaña Mélenchon.
En el congreso citado se aprobó una Carta a los Abstencionistas para que se impliquen en la campaña.
En esta carta se dice:
«Juntos, hombres y mujeres de todas las tendencias, militantes sindicalistas o políticos, simples ciudadanos, laicos, republicanos, más allá de nuestras diferencias o incluso de nuestras divergencias, nos hemos unido para resistir y luchar.
En la acción, en las huelgas, las manifestaciones, las protestas de todo tipo, en ese movimiento práctico, concreto, de libertad de conciencia, de libertad de elección y de libre confrontación…
Con los chalecos amarillos, con nuestras organizaciones sindicales, contra la reforma de pensiones, para rechazar la vergonzosa utilización de la crisis sanitaria por Macron y este gobierno para sus propios fines. Por la laicidad, contra las leyes liberticidas… contra la destrucción de los servicios públicos, la escuela, y la universidad, contra los despidos y la destrucción de hospitales, contra la represión del Estado, con los jóvenes que se manifiestan al grito de ‘fin del mundo, fin de mes, el mismo combate’.
Los acontecimientos de Guadalupe y Martinica dan una idea de lo que madura en el fondo. Pero suceda lo que suceda, después de todos los combates que hemos librado juntos, no nos abstendremos e intentaremos unirnos. Votaremos a Mélenchon.
Tenemos una ocasión, incluso a través de las elecciones, de unirnos, de agruparnos, para decir: estamos aquí, resistimos, rechazamos, intentamos agrupar nuestras fuerzas conscientemente, con total libertad de crítica, para echarlos a ellos y a sus instituciones, para resistir, para vivir. Y mostrar así la fuerza y el poder de ese rechazo, con el que todo el mundo va a tener que contar.”
Es un movimiento que relaciona plenamente y no subordina la movilización, la lucha de clases y las elecciones. Que busca organizar una fuerza que, sea cual sea el resultado electoral, ayude a dotar a la clase obrera, a la juventud de instrumentos políticos y organizativos para su combate por las reivindicaciones, contra el sistema.
Los mítines casi diarios con participación entusiasta de miles, sobre todo jóvenes, son un signo claro de la utilidad de esa campaña y del acierto del POI de integrarse plenamente en ella, ayudando a organizarla, multiplicando la utilización de su semanario Informations Ouvrières.
Sin duda alguna, por su impacto en España y por la incidencia en la vanguardia obrera francesa, esta campaña será una ayuda para nuestro combate de resistencia.