Carta Semanal 1044 en catalán
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El pasado día 10 de mayo, 50.000 personas se manifestaban en Madrid por el fin del comercio de armas y por la ruptura de relaciones con el régimen israelí. El día siguiente, unos “cientos de personas” (según El País, un promotor del acto) se reunían en la plaza de Callao “en favor del proyecto europeo”. En Callao participaron, entre otros, los secretarios generales de UGT y CCOO.
¿Parece correcto, o incluso prudente, movilizarse en favor de la Unión Europea en plena ofensiva de ésta por el aumento del gasto militar, y cuando es patente la pasividad –o la complicidad- de la UE con el genocidio que se desarrolla en Palestina? Analicemos la convocatoria y los llamamientos sindicales
Los convocantes justifican el acto por la supuesta necesidad de defender el “proyecto europeo” frente a la ofensiva comercial de Trump y el crecimiento de la ultraderecha. Habría que pensar que, para los convocantes, la UE es una garantía contra la política de Trump y contra el crecimiento electoral de las opciones de ultraderecha. Lo que parece, a la vista de los hechos, mucho suponer.
El llamamiento de convocatoria
Veamos algunas de las cosas incluidas en el “Llamamiento por Europa”, con el cual se hace la convocatoria a la movilización de Callao:
“Nunca Europa y la democracia social ha estado tan en riesgo en los últimos ochenta años como en la actualidad. La respuesta a esa amenaza es la Unión Europea: el proceso de integración de mayor éxito social, económico y de paz que se conoce (…) Es el momento de salir a la calle y defender con coraje a Europa y su modelo”. Bellas palabras, pero ¿puede considerarse, realmente, que la Unión Europea es la respuesta a la amenaza contra la democracia social? Pensemos en la política común de persecución contra los trabajadores migrantes.
“Los valores de Europa –añade el llamamiento- deben ser salvaguardados, y su modelo de democracia social —basado en el Estado de Derecho, las libertades, el bienestar y la convivencia— protegido. Defendamos nuestros derechos a la sanidad, la educación, las pensiones y el contenido de nuestro Estado de bienestar, con trabajos dignos y bien remunerados”. ¿De qué “Europa” nos hablan? Recordemos las políticas de austeridad que han destruido lo servicios públicos, base de la “democracia social”. Y lo que la Comisión Europea y el Banco Central europeo, dos instituciones de la UE, que constituían junto con el FMI la infame “troika” le hicieron al pueblo de Grecia. ¿Se ha opuesto la Comisión Europea a las palabras del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que defendía que Europa “gasta mucho” en protección social y que hay que dedicar parte de ese dinero al gasto militar? Al contrario, se ha apresurado a aprobar un gasto de 800.000 millones en políticas de guerra.
“Europa –continúa el llamamiento- debe defender los derechos humanos en todo el mundo, apoyando al pueblo palestino frente al genocidio al que está siendo sometido”. ¿Dónde han estado los autores de este texto el último año y medio? Porque la posición de los países de la Unión Europea desde el 7 de octubre de 2023 oscila entre la condena retórica, en el mejor de los casos, la pasividad o –en la mayoría de casos- la cooperación con el genocidio que está cometiendo el Estado de Israel ante los ojos de todo el mundo. Josep Borrell, ex responsable de Asuntos Exteriores de la UE declaraba a La Vanguardia este domingo 11 de mayo que el 50% de las armas que utiliza Israel provienen de la Unión Europea. La UE y los gobiernos europeos son claramente cómplices de genocidio.
Tanto la UE como todos y cada uno de los gobiernos se han negado a lo que exigiría un verdadero apoyo al pueblo palestino: la ruptura de relaciones económicas, militares, diplomáticas, deportivas y culturales con el Estado genocida. Ruptura de relaciones, por cierto, que el llamamiento se guarda muy mucho de proponer.
“Europa –nos dicen- debe ser segura, capaz de valerse por sí misma frente a agresiones externas”. Decir esto, cuando esa “Europa” ha decidido, en nombre de la defensa “contra la agresión rusa”, destinar 800.000 millones suplementarios al gasto militar, ¿no es un apoyo al aumento del gasto militar, a costa de las necesarias inversiones productivas y del gasto social? Por cierto, que el manifiesto no dedica ni una sola palabra a ese incremento del gasto militar, al avance hacia una economía de guerra.
Frente a esto, ¿qué dicen los sindicatos?
“UGT reafirma su compromiso con la Unión Europea como mejor instrumento para lograr los objetivos de éxito social, económico y de paz. El sindicato llama a la movilización para defender el proyecto europeo en las concentraciones convocadas este fin de semana con motivo del Día de Europa”.
“La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores, organización sindical histórica y fundadora del movimiento sindical unido y organizado, la Confederación Europea de Sindicatos (CES), reafirma hoy su compromiso con la Unión Europea como mejor instrumento para lograr los objetivos de éxito social, económico y de paz”. ¿Por qué esa defensa cerrada de la Unión Europea? Sin duda porque, como la propia declaración de UGT reconoce, “las ciegas políticas de austeridad, la primacía del capital sobre el trabajo, la desregulación y la subsidiariedad de las políticas sociales a las económicas han conseguido erosionar el sentido de pertenencia a la UE y ahondado en la polarización y el desafecto”. La población trabajadora ha hecho balance de lo que significa la UE y muestra su desafección, y su rechazo.
En cuanto a la Unión Europea y la paz, ¿hay que recordar cómo la inmensa mayoría de países de la UE participó en la intervención militar en Libia en 2011, destruyendo un país que 14 años después sigue en una situación de guerra interna sin haber recuperado un gobierno propio? ¿Hemos de olvidar cómo casi todos los países de la Unión Europea participaron en los bombardeos del OTAN contra Serbia en 1999, iniciados el 24 de marzo, el mismo día de la Cumbre de Berlín de la UE para la Agenda 2000? En el caso de Libia, la razón esgrimida para los ataques fue tomar las medidas necesarias para “proteger a la población civil”. Para los bombardeos en Serbia (que mataron a 462 soldados, 114 policías especiales, entre 1.200 y 5.700 civiles yugoslavos y tres periodistas chinos) , se habló de la defensa de los albanokosovares ante la “violencia y represión”. Cínicas justificaciones si las contrastamos con la pasividad o la colaboración activa con el genocidio en Palestina, que ha causado ya más de 100.000 muertos o desaparecidos.
En el caso de Ucrania, leemos en la página web de la Comisión Europea que “La UE y sus Estados miembros han movilizado 50.300 millones de euros de apoyo militar a Ucrania. Esto incluye 6.100 millones de euros en el marco del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz destinados al suministro de equipos militares. Además, la Misión de Asistencia Militar de la Unión Europea en apoyo a Ucrania, financiada con 362 millones de euros, aborda las necesidades de formación de las fuerzas armadas ucranianas y ha formado a 73.000 soldados ucranianos”.
Por su parte, CCOO, en su página web, “llama a participar en la concentración del próximo día 11 de mayo en la Plaza de Callao de Madrid para defender los valores europeos”. Consciente del creciente rechazo de la clase trabajadora hacia la “Europa” de la austeridad, los recortes sociales y de libertades y la guerra, Cristina Faciaben, secretaria confederal de Internacional, cooperación y migraciones de CCOO, declaraba que “el proyecto europeo solo tendrá legitimidad si protege a las personas trabajadoras.”
La dirección de CCOO se suma a la operación de defensa de la Unión Europea, y anuncia que “participa en los actos organizados por la Confederación Europea de Sindicatos (CES) para reclamar una Unión Europea centrada en mejorar las condiciones de vida de su ciudadanía”. Ya hemos visto cuál ha sido –y es- la posición de la UE respecto a la austeridad y los recortes, y su apuesta actual por el aumento del gasto militar. En el mejor de los casos, se podría decir que los dirigentes de CCOO defienden a una “Europa” que sólo existe dentro de sus cabezas y que nada tiene que ver con la Unión Europea real.
Tanto la dirección de UGT como la de CCOO se amparan en la “Declaración Schuman” de 1950, por la que se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Hoy, en la UE que se reivindica de esa declaración, no quedan apenas minas de carbón y la producción de acero es residual. Pero conviene recordar quién fue Robert Schuman. Ultracatólico, fue promovido como diputado en la Lorena para defender su exclusión de la laicidad del Estado francés. Más tarde, votó en el Parlamento francés a favor de otorgar plenos poderes al mariscal Pétain, y fue ministro del gobierno colaboracionista presidido por éste.
En última instancia…
En última instancia, la cuestión es cuál es el espacio natural de los sindicatos. El movimiento sindical ha rechazado la austeridad y los recortes impuestos por la Unión Europea. Cientos de sindicalistas combaten contra los recortes en la sanidad, la enseñanza, los servicios públicos, resultado de las imposiciones de la Unión Europea. Numerosos congresos sindicales están aprobando resoluciones contra el aumento del gasto militar propugnado por la Unión Europea. Combatimos, junto con miles de sindicalistas para que nuestras organizaciones sean instrumentos de la lucha por la paz. No se pueden defender las reivindicaciones más elementales sin ello.
La Europa que defienden los trabajadores y los pueblos es la de las movilizaciones masivas por Palestina, la de la lucha por la sanidad y los servicios públicos, la de la unidad de la clase obrera (nativa o inmigrante), la de la lucha por la paz y contra el gasto militar. Esa no es la Europa de la Unión Europea.
