Carta Semanal 1018 en catalán
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 Adjuntamos a esta Carta semanal el balance que la organización «Socialistas Democráticos de los EEUU» (DSA) hace de los resultados. DSA ha presentado algunos candidatos bajo la inscripción del Partido demócrata. Al mismo tiempo diferentes organizaciones, particularmente el partido verde, han presentado candidatos. Estos han sumado en total un máximo del 2 por ciento de los votos, menos que lo que obtuvieron en 2020, lo cual expresa una profunda polarización: entre el Partido demócrata, el partido republicano y una creciente abstención.
Adjuntamos a esta Carta semanal el balance que la organización «Socialistas Democráticos de los EEUU» (DSA) hace de los resultados. DSA ha presentado algunos candidatos bajo la inscripción del Partido demócrata. Al mismo tiempo diferentes organizaciones, particularmente el partido verde, han presentado candidatos. Estos han sumado en total un máximo del 2 por ciento de los votos, menos que lo que obtuvieron en 2020, lo cual expresa una profunda polarización: entre el Partido demócrata, el partido republicano y una creciente abstención.
Para una población de 346.054.442 censados han votado 148.461.120 lo cual representa una participación del 62,3 por ciento (en 2020 fue de 66.4%).
Donald Trump consiguió 75.4256.152, 1,6 millones más que en el 2020 o sea poco más que el crecimiento demográfico.
Kamala Harris consiguió 72.291.044, un 11.1 por ciento menos que Biden en 2020. Este es uno de los elementos determinantes, pues una buena parte de la juventud y de sectores avanzados de la clase obrera decidieron no votar por el Partido demócrata. Tampoco se inclinaron por otras opciones.
Además de las presidenciales se realizaron las elecciones a la Cámara de Representantes, a un tercio del Senado (33). En todas esas elecciones el Partido Republicano fue mayoritario.
Paralelamente, en varios estados se realizaron distintos referendos, por ejemplo, sobre el derecho al aborto. En 7 de 10 estados venció el derecho al aborto, incluso donde la mayoría votó por Trump (En Missouri el 57% votó por Trump, pero el 52% por el derecho al aborto, así como por el aumento del salario mínimo). En otros dos también superaron el 50% los votos por el derecho al aborto, pero no se ganó el referéndum por no llegar a un 60% de mayoría.
Podemos concluir que, más que una victoria de Trump, fue una derrota aplastante del Partido Demócrata y, en particular, de su candidata (los candidatos demócratas al Senado ganaron en cuatro de los seis estados considerados “bisagra” en los que se elegían senadores, Harris perdió en los 7 estados “bisagra”). Como declaró Bernie Sanders (ala izquierda del Partido demócrata, que fue reelegido como senador) el Partido Demócrata ha abandonado a los trabajadores.
Hay que entender que la campaña de Trump se dirigía a los trabajadores y a su poder adquisitivo (se calcula que la mayoría obrera ha perdido el 25% del poder adquisitivo), mientras que Harris, afirmando en su propaganda que “la economía va bien” (basándose en datos macroeconómicos) daba la espalda completamente a la situación real de la mayoría social. Concentrándose en lo que se llama la política de «genero». Los resultados dicen que al tiempo que una mayoría está apegada al derecho al aborto y se pronuncia por ello, considera que la política abiertamente antiobrera del Partido Demócrata no corresponde a sus intereses.
Destacamos que durante la campaña electoral se han desarrollado las mayores huelgas conocidas en el último periodo…más de 30.000 trabajadores de BOEING que consiguieron el 40% de aumento salarial, los estibadores, que consiguieron el 60%, los trabajadores de Amazon que consiguieron tener un sindicato…Asistimos, como señalan los DSA, a un profundo movimiento de sindicalización.
Harris ha perdido votos entre los latinos. Como señalan algunos analistas, para ellos —al igual que para el resto del país—, el alto coste de la vida, de la vivienda y de la comida fue el factor que más influyó en su voto. Tras cuatro años de administración demócrata, las comunidades latinas siguen siendo las más pobres.
Además, el Partido Demócrata, ya desde los años noventa, se ha ido alejando de lo que pide la comunidad latina en el país —regular su estatus y el de sus seres queridos y ser protegidos de la deportación— para abrazar una postura de mano dura que da prioridad a la seguridad de la frontera y a la expulsión de quienes la violan.
El Consejo de Relaciones Islámicas Estadounidenses (CAIR) estima que sólo el 20% de los votantes musulmanes apoyaron a Harris (frente a un 65-70% que votó por Biden en 2020). Trump ha subido hasta cerca del 22% entre estos votantes, y casi un 60% ha votado a otros candidatos.
¿Y ahora qué?
Es normal que en los Estados Unidos y a escala internacional se extienda una profunda preocupación sobre los efectos de la política de Trump.
Por un lado la política interna. Trump anuncia una reducción de impuestos, en primer lugar, para las grandes corporaciones, del 21% al 15%. Y, al mismo tiempo, la deportación masiva de millones de emigrantes sin papeles (aunque la cifra es difícil de establecer, se calcula entre 12 y 15 millones). Es preciso recordar que .estos «sin papeles» normalmente trabajan, y por las condiciones del país, pagan impuestos. Sin embargo, no reciben prestaciones sociales.
Para muchos empresarios esta mano de obra ilegal –por tanto, barata- es imprescindible. Su expulsión significa al mismo tiempo privar al estado de millonarias entradas fiscales. Para un país que está fuertemente endeudado –la deuda pública es de 34,7 billones de dólares, un 124% de su PIB- no es difícil adivinar cuál sería la consecuencia -si esto se aplica- de reducir impuestos a las grandes corporaciones y privarse de los impuestos de la masa de «sin papeles»: la única solución sería arramblar con todos los servicios públicos, en particular, MEDICARE que es un seguro médico mínimo para millones de personas. Quizás la designación del multimillonario Elon Musk a un Departamento de “eficiencia gubernamental” pretenda esto: liquidar todas las funciones sociales insertas en instituciones del Estado, lo cual no hace más que anunciar grandes enfrentamientos sociales en una situación donde la clase obrera retoma el camino de la huelga y sindicalización.
A nivel internacional Trump ha anunciado grandes cambios, en particular acabar con la guerra en Ucrania y Palestina. Múltiples rumores y suposiciones se han filtrado, por ejemplo de un acuerdo con Putin para mutar «paz por territorios» o, en Palestina, sobre la Anexión de Cisjordania al Estado de Israel. El tiempo dirá, aunque esto demuestra, una vez más, que la lucha contra la guerra, contra el envío de armas a Ucrania, contra el genocidio del Estado de Israel seguirá más que nunca siendo una tarea fundamental como así se ratificó en la Conferencia contra la guerra y el genocidio que se realizó en Berlín los 1 y 2 de noviembre, el probable giro de la política de Trump no hará más que agravar la crisis política de todos los regímenes europeos.
En efecto, Trump ha anunciado que exige a los países europeos una mayor participación en la carrera armamentística y en la OTAN. Se decía incluso un aumento del 2 al 4% del PIB en defensa. Eso cuando el aumento del gasto militar ya ha agravado en Alemania la crisis del gobierno de coalición.
La discusión en Alemania sobre la voluntad del canciller de continuar con la ayuda militar a Ucrania sin reducir «sustancialmente» los gastos sociales (cuestión que no es cierta, a la vista de los brutales recortes en sanidad, infraestructuras, por no hablar de los decenas de miles de despidos industriales anunciados) ha provocado la ruptura del partido liberal con el gobierno, el anuncio de una moción de confianza el 16 de diciembre y unas probables elecciones anticipadas el 23 de febrero. Alemania no será el único caso. Sin duda alguna la «nueva» política de Trump tendrá repercusiones en toda Europa y, también, en nuestro país.
Hoy, enfrentados al desafío de la reconstrucción de Valencia, los gastos militares exigidos por Trump aparecerán, más que nunca, en contradicción con las necesidades más elementales de la población.
DSA: «Nuestra respuesta a la elección de Donald Trump»
«Entendemos el trabajo que nos espera: construir un nuevo partido para la clase obrera», afirma la organización estadounidense Democratic Socialists of America (DSA), en una declaración (8 de noviembre) que reproducimos.
«No hay que equivocarse: Donald Trump ha sido elegido presidente a causa de la incapacidad del establishment del Partido Demócrata para presentar una alternativa creíble frente a la derecha. Durante decenios, se han inclinado ante los multimillonarios, han librado sus guerras, arrancado millones de inmigrantes a sus familias, y han mostrado una total falta de compromiso en mejorar la calidad de vida de los trabajadores. En su campaña, Kamala Harris ha defendido el papel de su administración en el genocidio en Gaza y se ha aproximado a los republicanos, abandonando a la comunidad árabe y musulmana así como a la base progresista que ayudó a llevar a los demócratas al poder. He aquí el resultado, cuyo precio pagará la clase obrera internacional.
Trump no es una solución a los problemas de la clase obrera. Un segundo mandato de Trump representará enormes desafíos para nuestros derechos democráticos ya debilitados y atizará el fuego del sectarismo, de la división, del autoritarismo y de la sumisión a las grandes empresas, haciendo posible que prosperen las tendencias fascistas.
Pero el combate por un mundo mejor no se ganará ni se perderá simplemente con unas elecciones.
Es comprensible sentir miedo ante el programa de odio de Trump, pero el mejor medio para vencer es demostrar valentía y solidaridad. Nosotros encontramos nuestra inspiración en los socialistas y comunistas de todo el mundo y en las generaciones que se han mantenido inquebrantables, incluso frente a las guerras mundiales, a las dictaduras, a la represión violenta y a las crisis económicas. Muchas de las mayores victorias de la izquierda se han logrado en esas condiciones.
«Entendemos el trabajo que nos espera: construir un nuevo partido para la clase obrera. Integrar nuevas comunidades en la lucha de clases. Unirnos con los movimientos populares en torno a un conjunto de reivindicaciones comunes para todo lo que merecen los trabajadores».
Encontrar puntos de apoyo contra la clase dirigente, en particular organizándonos para la huelga e interrumpiendo el curso normal de los negocios mediante la desobediencia civil. Hacer campaña para que salgan elegidos socialistas a todos los niveles de gobierno. Preparar un candidato de izquierda creíble para las presidenciales de 2028.
Los socialistas ganan ya allí donde los demócratas han fracasado. La diputada Rashida Tlaib, miembro de DSA y ferviente defensora de la liberación de Palestina, ha ganado con holgura en su distrito cuando la misma Harris sufría una gran derrota entre esos mismos electores.
En los estados conservadores, Gabriel Sánchez ha logrado un escaño como primer socialista de la asamblea del estado de Georgia, y JP Lyninger se ha convertido en el primer socialista en el Ayuntamiento de Louisville, en Kentucky. Aunque los republicanos hayan progresado, los candidatos DSA han logrado victorias en todo el país.
Nos alzamos y exigimos: ¡no a la prohibición del aborto, no al genocidio, no a las deportaciones!
Os necesitamos en este combate. DSA es una organización en la que podemos unirnos para organizar campañas encaminadas a mejorar nuestras vidas, apoyarnos unos a otros en los momentos difíciles, estudiar las estrategias y la historia, y tomar decisiones de manera democrática. No atraveséis solos los cuatro próximos años. Uníos a DSA».
