(Publicado en la Carta Semanal 765 – ver en catalán)
En 1975, a la muerte del dictador Franco, una profunda movilización de los trabajadores, la juventud y los pueblos conmovía a todo el estado español. Los derechos de huelga, de manifestación, de expresión, de libre organización política y sindical fueron impuestos, en los hechos, a un régimen franquista moribundo que era incapaz de contener la situación. Tras varios intentos de parar por a fuerza lo que era imparable, el rey volvió de una visita a los EE.UU. con una propuesta de cambio de táctica, había que llegar a un acuerdo con los principales dirigentes de la “oposición democrática”. Un acuerdo que se plasmó en los “Pactos de la Moncloa”.