(publicado en la Carta Semanal 462)
Mientras el régimen de la Monarquía “autonómica” establecido en la Constitución de 1978 bajo la presidencia del heredero designado por el dictador Franco se enfanga en la corrupción que lo corroe de arriba abajo, de la que más de 800 casos están siendo investigados o juzgados, empezando por las más altas instituciones del Estado, y mientras la desafección popular hacia los “políticos” (es decir, los políticos asentados en las instituciones de ese régimen) crece de manera exponencial, en las Cortes hemos podido ver el supuesto debate “sobre el estado de la nación”, que demuestra una sola cuestión: todos los que se sientan en el hemiciclo en partidos financiados por el aparato de Estado están dispuestos a mantener ese régimen y a soportar al gobierno Rajoy hasta 2015.
Y sin embargo, los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, la calle en general, no pueden soportar ni un día más a este gobierno y al régimen.
Una cárcel de pueblos
El debate ha dejado absolutamente claro que ni el aparato de Estado ni su representación más directa, el partido de los franquistas, el PP, aceptan ningún cambio en sentido de una solución democrática a la cuestión catalana y vasca. Tras la votación de la semana pasada contra el derecho a decidir, la resolución aprobada con los votos del PP, a pesar de las patéticas peticiones de diálogo de los representantes de CiU (“Voten a favor de nuestra propuesta, se lo pido expresamente para que no se pudra el problema catalán”, decía el diputado de CiU, Josep Sánchez Llibre), es clara. Afirma que el congreso “respalda al Gobierno para que siga tomando, desde los principios de la defensa del interés general, la responsabilidad, la estabilidad y la moderación y en el ejercicio de su disposición al diálogo, cuantas medidas le permita el ordenamiento jurídico, para preservar la unidad de España” y añade que “de acuerdo a esta realidad jurídica, legal y democrática, no puede una parte de la ciudadanía decidir lo que le corresponde al conjunto del pueblo español, ni una autoridad o poder público situarse por encima de la Ley”.
Al contrario, en lugar de buscar una solución democrática o incluso una componenda con el gobierno Mas, el aparato de Estado organiza a las fuerzas de la reacción, como ha demostrado el reciente viaje del Príncipe Felipe a Cataluña, donde se ha rodeado de lo más representativo de la burguesía catalana, confirmando lo que los marxistas revolucionarios venimos afirmando desde 1930: Nunca la burguesía catalana, aterrorizada por la posibilidad de enfrentarse a su propio pueblo sin el paraguas del ejército y el aparato del estado español, va a defender la soberanía de Cataluña. De ahí las contorsiones de Artur Mas.
Pero la cerrazón del régimen lleva a marchas forzadas al choque de trenes, ¿y qué hacen los dirigentes políticos y sindicales de los trabajadores a escala estatal? ¿Por qué no levantan a los trabajadores y pueblos tendiendo la mano al pueblo de Cataluña y neutralizando o derrotando la ofensiva del aparato de Estado franquista? Porque el pueblo catalán está movilizado, abre el camino a la acción de todos los pueblos contra Rajoy y el régimen de la Monarquía. Las principales organizaciones de los trabajadores en Cataluña, UGT y CCOO, han tomado clara posición desde el primer día exigiendo al gobierno Rajoy que facilite el referéndum en Cataluña. ¿Por qué los dirigentes estatales dejan aislados a los trabajadores y el pueblo de Cataluña? ¡Vaya “oposición”! Rubalcaba se enroca contra el “secesionismo” de Cataluña y arrastra al PSC (llevándolo al precipicio), mientras que Cayo Lara, portavoz de IU, no dijo ni una palabra sobre esta cuestión. Responsables sindicales y políticos de las principales organizaciones han lanzado un llamamiento por la fraternidad de los pueblos, llaman a un encuentro estatal para que las organizaciones de los trabajadores defiendan el derecho democrático del pueblo catalán a decidir, facilitando así la unidad de trabajadores y pueblos contra el gobierno Rajoy y su política de recortes y ataque a las libertades.
Con respecto a la cuestión vasca, más de lo mismo. Hemos visto un espectáculo esperpéntico, cómo la Fiscalía, obedeciendo a COVITE (una de las “asociaciones de víctimas del terrorismo”) citaba a declarar a los “mediadores” del desarme de ETA, les pide que delaten a quienes les entregaron las armas, cuando todo el mundo en el País Vasco quiere la paz. PP y PSOE apoyaron una propuesta de UPyD para pedir que la Corte Penal Internacional califique los delitos de terrorismo como de “lesa Humanidad”, es decir, que no prescriban nunca, para perseguirlos aunque ETA se disuelva y se imponga la paz. Y ninguna medida de acercamiento de presos, contra la voluntad abrumadoramente mayoritaria del pueblo vasco.
¡A aguantar hasta 2015!
Cuando el Banco de España acaba de desvelar que los salarios han bajado aún más del 10% que se había anunciado, un 23% en la Función Pública, y en 2013 medio millón de trabajadores perdieron su empleo, el gobierno adopta una posición de triunfalismo y ofrece regalo tras regalo a los patrones. Ahora, la “tarifa plana” de 100 euros de cotización de Seguridad Social para nuevos empleos, que supondría, para un trabajador mileurista, un ahorro del 50% en cotizaciones sociales (de hecho, saldrá mucho más barato contratar a un trabajador “fijo” con esta rebaja y despedirlo a los tres años pagando los 20 días de indemnización). Este recorte en cotizaciones, hecho efectivo al día siguiente del debate, supone, a su vez, un nuevo peligro para la Caja de la Seguridad Social y las pensiones futuras.
Un ataque que se une a los ya aplicados en el último año y a los que están en trámite (código penal, ley mordaza, ley antiaborto, ley antihuelgas…).
¿Qué hacen los dirigentes del PSOE y de la “Izquierda Plural? Aparte de representar una pantomima con una “reprobación” a Rajoy que no podía prosperar, dada la mayoría absoluta del PP, unas cuantas mociones para la galería, como la presentada “contra la pobreza” ¿Cómo combatir la pobreza sin atajar los despidos y la rebaja salarial, es decir, sin derogar la reforma laboral? Se trata de un teatro cuyo objetivo no es otro que el acompañamiento a la política de Rajoy, que para esos dirigentes de la “oposición” debe gobernar hasta finales del 2015.
Sólo han recurrido al tema del aborto, para diferenciarse, sin abordar la sanidad publica, ni las otras cuestiones pendientes. Pero incluso en relación con el aborto, los hechos no están a la altura de lo que dicen: ¿por qué no promueven la más amplia movilización unitaria, que seguirían millones en todo el ámbito estatal? Porque pondría en peligro al gobierno Rajoy y esa no es su política.
¡Basta de teatro! ¡Hay que romper la tregua con el gobierno!
Mientras este teatro se desarrolla, ante la indiferencia de la mayoría de la población, donde crece el rechazo hacia la “política”. La retransmisión por el Canal 24 horas de RTVE tan sólo consiguió 73.000 espectadores (1,2% de cuota de pantalla), durante la comparecencia de Mariano Rajoy por la mañana. Con las réplicas a la oposición de la tarde subió al 1,6% de share, menos de 100.000 personas. Respecto al año pasado, el número de espectadores se ha reducido más de un 50%.
En este ambiente de rechazo generalizado al Gobierno y al Régimen, la situación es explosiva. Bastaría con una decisión de los dirigentes del PSOE, de IU, de los sindicatos, de organizar una verdadera movilización unitaria para obligar al Gobierno a retroceder. Pero si la clase trabajadora prueba su fuerza, no se va a detener en un pequeño paso atrás del Gobierno. Por eso los dirigentes adoptan un “perfil bajo” de oposición. Sin ir más lejos, en una lucha emblemática como la de Coca-Cola, se han negado a movilizar masivamente a los trabajadores, lo que podría sostener un boicot efectivo a Coca-Cola, que pondría en evidencia la fuerza de la clase. Se trata de salvar al régimen, a costa de renunciar a las reivindicaciones.
En este marco, están previstas las asambleas de delegados de UGT y CCOO, el 15 de marzo y el 5 de abril respectivamente. A pesar de hacerse por separado, como acto de “afirmación” vacío de contenido reivindicativo, sectores de los aparatos de ambas confederaciones desconfían de que sea prudente hacerlas, y se resisten a organizarlas. En ellas puede expresarse la voluntad de muchos cuadros sindicales de defender a sus organizaciones, rechazando la aceptación “respetuosa” de las actuaciones de los jueces y policías franquistas, y lanzándolas a la lucha contra el Gobierno y sus ataques.
Hay que redoblar el trabajo para que la voluntad de lucha de la clase trabajadora se imponga, y los dirigentes de las organizaciones obreras rompan la tregua que mantienen con el Gobierno (mientras éste redobla sus ataques).