(publicado en la Carta Semanal 475)
Una bofetada para todos los que votaron en Las Cortes contra el derecho a decidir, y un serio aviso para los que creen que la sola invocación de este derecho lo justifica
Como se decía en la declaración del POSI del pasado 27 de mayo, la principal conclusión política que debe extraerse del resultado de las elecciones al pseudo parlamento europeo es que ha habido un inmenso rechazo a las políticas de recortes y ajustes patrocinadas por la Troika y a los gobiernos e Instituciones responsables de las mismas. En el caso del Estado español, este rechazo se ha expresado en la pérdida espectacular de votos de los partidos más asociados a las políticas de ajuste y al sostenimiento del entramado antidemocrático de la UE y de la Monarquía. Por un lado, del PP, partido del aparato de Estado franquista (que pierde 6,5 millones de votos en relación con las generales de hace dos años y medio, 2,6 en relación a las europeas del 2009). Por otro lado del partido tradicional de los trabajadores, el PSOE (pierde 3,4 millones y 2,5, respectivamente). Los periódicos del régimen monárquico hablan de derrota del “bipartidismo” para tapar que el régimen está desahuciado y que el problema central que se plantea es resolver la crisis de representación de la mayoría trabajadora. La votación del 25M es una derrota para todos aquellos que defienden que no hay otra salida que aplicar los tratados, que no hay otra salida que la política de ajustes y privatizaciones. Y esa derrota pone contra las cuerdas al régimen.
A primera vista, los resultados electorales en Cataluña, pueden parecer como contradictorios, como una excepción del panorama general. Nada más lejos de la realidad. Veámoslo.
ERC y CiU, dos de los partidos del llamado bloque “soberanista” han resultado los vencedores de las elecciones europeas en Cataluña. Los primeros han obtenido casi 413.000 votos más que en las europeas de 2009 (cuando todavía no se había expresado con fuerza y en la calle la voluntad del pueblo catalán de decidir libremente su destino) y 96.000 votos más que en las últimas elecciones al parlamento de Cataluña celebradas en 2012. Por su parte CiU, ha obtenido 107.000 votos más que en el 2009, pero 618.000 votos menos que en relación a las elecciones catalanas de 2012. Estos son los datos y los resultados obtenidos por las dos principales fuerzas, apoyadas en una participación más alta que en el resto del Estado español, pero hay que mirar más de cerca:
a) después de una intensa campaña que reclamaba el voto para dejar claro a “Europa” la voluntad inequívoca de los catalanes de reafirmar su “vocación europeista” y de constituir parte de la UE como estado independiente, la abstención, también en Cataluña, es la principal fuerza. Algo tienen que ver los recortes del gobierno Mas y que los trabajadores, que abandonan masivamente al PSC, desconfían de CiU y en menor medida de ERC. La lucha por la soberanía exige otro soporte.
b) la victoria de ERC es la derrota del gobierno de los recortes, pero también del Gobierno que repite que no quiere que el pueblo catalán imponga su soberanía. Cierto es que ERC ha apoyado los recortes, pero no forma parte del gobierno y de momento no aparece para muchos como responsables de ello. Al mismo tiempo, de momento parece defender seriamente el referéndum y su valor. El resultado del 25M acelerará el hundimiento del gobierno Mas y de CiU.
En la noche del 25 de mayo Artur Mas se apresuró a decir que todo seguía adelante en referencia a la convocatoria de la consulta. “Ningún paso atrás” declaró. Tres días después, Jordi Turull, secretario de organización del partido, afirmaba por su parte que “el camino hacia la consulta (quedaba) reforzado” y que seguirían guiándose “por los principios de legalidad, legitimidad y diálogo”. ¿Ningún paso atrás?
Es un hecho que sectores importantes han utilizado el voto y las elecciones europeas para reafirmar la exigencia de poder decidir frente a quienes, en el Estado español y en Cataluña, se oponen a ese derecho. En este sentido, los resultados electorales en Cataluña constituyen una bofetada contra todos aquellos que votaron en contra en las Cortes el pasado 8 de abril. Pero esto no tiene nada que ver con apoyar las políticas de ajuste que el gobierno de la Generalitat ha venido aplicando desde el 2012, ni con avalar la alternativa que los supuestos “soberanistas” ofrecen al pueblo catalán en el marco de una Unión Europea, que por otro lado, se ha pronunciado repetidamente en contra del derecho de los catalanes y de cualquier otro pueblo a decidir libremente su futuro. De hecho, no es desdeñable el dato: desde las últimas elecciones celebradas en 2012, el partido del gobierno de la Generalitat ha perdido 618.000 votos, mientras que ERC (la “oposición” que ha apoyado al gobierno en casi todas las medidas adoptadas) solo ha sumado 96.000 votos más, en pleno auge capitalizador. Por otro lado, Ciudadanos, que hasta ahora había capitalizado el voto “españolista” con un discurso contra los recortes del gobierno de la Generalitat, cuando ha trasladado este discurso al ámbito de las instituciones europeas, se ha estrellado: ha perdido 117.000 votos a pesar de hacer campaña en toda España.
La ineludible cuestión de la representación de los trabajadores
Que el pueblo catalán quiere mayoritariamente poder votar en una consulta nadie puede dudarlo. Que este deseo no tiene nada que ver, ni está asociado, a las políticas de la UE, también, por mucho que el bloque “soberanista” representado por Artur Mas y Oriol Junqueras quieran encaminarlo hacia él. La contradicción está en el hecho de que la opinión mayoritaria del pueblo catalán en favor de realizar esta consulta esté vehiculizado por ERC y CiU, en ausencia de un verdadero partido socialista que vertebre y defiende este derecho en Cataluña y en España. En ausencia de un partido que represente a toda la clase obrera, única clase que puede resolver los problemas de la democracia en este país, que defienda los derechos sociales y nacionales.
El hundimiento del Partido Socialista en Cataluña es el otro resultado fundamental del 25M. La deriva del PSC hacia el estallido y la marginalidad (ha perdido 350.000 y 166.000 votos en relación a las europeas del 2009 y las catalanas del 2012, respectivamente), consecuencia de la supeditación al pacto de Estado Rubalcaba-Rajoy, y de dar la espalda al deseo de millones de catalanes que quieren poder votar, es el resultado de una doble traición histórica: el 12 de mayo de 2010 (ataque a los trabajadores en toda la línea) y el 8 de abril de 2014 (negación del derecho de autodeterminación). Aquí es donde reside la verdadera contradicción que los resultados en Cataluña ponen al descubierto una vez más: en el hecho de que la clase obrera no disponga ni en Cataluña ni en España de una representación política que aúne la lucha por los derechos nacionales y sociales, lo que quiere decir ahora y aquí, una representación política que se enfrente y organice la movilización contra los recortes y las contrarreformas, en defensa de la democracia contra la dictadura de la Troika, por la ruptura en definitiva con la UE, por la República.
Desde luego, no serán los disidentes del PSC quienes cubran ese vacío: los encabeza el primer campeón de los recortes, Castells, y se niegan a apoyar el derecho de autodeterminación en los trabajadores del Estado español para entregarse en manos de la UE, enemiga de toda soberanía.
Y es en el vacío de representación política de los trabajadores que reside el peligro: que el levantamiento del pueblo catalán, minado desde dentro por los partidarios de la UE y del capital, encabezado por dirigentes sin independencia respecto de ambas, carente de instrumentos ligados a la clase obrera organizada, no pueda unificar al conjunto del pueblo de Cataluña ni evitar el choque con otros pueblos, que la UE y Rajoy tratan de provocar. Es por ello que es vital para todo el movimiento obrero del Estado español, apoyar la posición de la CONC y de la UGT de Cataluña en favor del derecho democrático del pueblo catalán a ser consultado.
Para avanzar en ese camino, la Conferencia del próximo 14-J en Madrid, dirigido a todos los que se reclaman de la defensa de los derechos sociales, de la democracia, y del derecho de los pueblos, representa un punto de apoyo. Un paso adelante importante en el agrupamiento de fuerzas y militantes.
La IV Internacional apoya incondicionalmente y promoverá todo paso en ese sentido.