Carta Semanal 829 en catalán
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La semana pasada concluían las votaciones de los 5.800 empleados del almacén de Amazon en Bessemer, Alabama, sobre la propuesta de formar o no el primer sindicato de la historia de Amazon en EEUU, una campaña emprendida por el sindicato RWDSU, que forma parte de la confederación AFL-CIO. Un combate que tiene importancia y repercusión en todos los Estados Unidos, y más allá de sus fronteras.
En los Estados Unidos, un sindicato sólo puede representar a los asalariados de una empresa o establecimiento si su mayoría vota a favor de estar representada por él. (Derogar esto fue una promesa incumplida por Obama). En tal caso, están obligados a adherirse al sindicato, o, al menos (sobre todo en los Estados que han prohibido la sindicalización obligatoria), a pagar al sindicato una suma a tanto alzado para pagar el “servicio” que les hace el sindicato negociando en su nombre.
Este sistema explica la presencia de sindicatos muy potentes en ciertos sectores (en particular, en la industria, en particular la del automóvil, la enseñanza o los medios de comunicación) y la ausencia total de sindicatos en otros sectores más recientes (la informática o Amazon, por ejemplo). En 1983, 20,1% de los trabajadores americanos estaban sindicados; estas cifras habían caído hasta un 10,3 % en 2019 (según cifras de la Oficina estadística del trabajo del gobierno americano).
Aún no se conocen los resultados de esta votación, una de las más masivas de la historia sindical americana. Sigue leyendo