Carta Semanal 1047 en catalán
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La Verdad 116, revista de actualidad política y de debate, órgano de la IV Internacional, está en circulación estos días. Publica un conjunto de documentos de análisis, debates y propuestas que, sin duda, son un instrumento para ayudar al combate de emancipación de los trabajadores y los pueblos, poniendo en el centro la larga lucha de resistencia del pueblo palestino.
Uno de los documentos publicados se centra en un análisis riguroso, basado en los instrumentos del marxismo, acerca del significado, las causas y efectos de la política emprendida por la administración Trump de los EEUU.
En efecto, el artículo titulado “¿Adónde va Trump? ¿Adónde va la economía mundial?” traza los puntos centrales de la política de Trump, y demuestra cómo, a partir de un análisis marxista, es posible desentrañar lo que para muchos -y así lo difunde la «opinión pública» oficial, o sea los medios de comunicación del capital- aparece como la «locura de un hombre» que además goza de los poderes más extensos en nuestro mundo. Pero el análisis no se limita a comentar los hechos, sino que señala la vía de combate y resistencia ante esta política, que no es tan “nueva”, sino que es la continuidad de la política del imperialismo. Dentro de la cual supone un paso cualitativo importante en la línea de destrucción que supone el sistema de producción capitalista, que amenaza con llevar a la humanidad a la barbarie.
Más allá de las formas grotescas o insultantes
La ruptura entre Trump y Elon Musk después de que el 28 de mayo éste acabara su contrato con su presidencia es una cuestión de fondo. Los insultos y acusaciones reflejan no solo la bajeza y zafiedad de los personajes (y la crisis de un sistema que tiene que recurrir a personajes de esta calaña para gobernarse) sino un enfrentamiento entre sectores de la propia clase capitalista. El artículo nos recuerda que «los capitalistas como clase comparten intereses frente a los trabajadores», pero la pugna competitiva entre ellos es feroz para sobrevivir en un mercado mundial demasiado estrecho para valorizar el capital. Musk estalla porque Trump pretende eliminar las subvenciones al coche eléctrico, porque los aranceles penalizan a sus propias industrias, y, como guinda del pastel, denuncia que la Ley fiscal (aprobada por un solo voto en el Congreso y aún no en el Senado) supone un aumento del déficit en 2,4 billones en unos pocos años, contrariamente al intento de Musk de reducir el déficit a costa, en primer lugar, de los gastos sociales.
La Ley fiscal
El 21 de mayo Trump hizo aprobar en el Congreso la Ley Fiscal, centro de la política interior, que supone la madre de las batallas para Trump. Esta ley, se resume, según la prensa norteamericana, en tres cosas:
-Reducir los impuestos al 1% por cien a los millonarios.
-Recortar en sanidad, educación, energías limpias, dependencia… brutalmente.
-Aumentar casi el 20 por ciento el presupuesto militar, llegando a un billón de dólares.
El artículo resume el compendio de la destrucción de fuerzas productivas que significa la política de Trump, expresión de la crisis permanente del sistema capitalista. Política que exige aumentar las exportaciones a todo el mundo y, en particular, a Europa, con la exigencia de aumento al 5 % del PIB los gastos militares… No se trata sólo de gastar más en armas, sino de desmantelar todo lo que la clase obrera ha conseguido en su lucha secular contra su explotación, o sea, la lucha de clases en estado puro.
Es, como precisa el artículo, «una auténtica declaración de guerra contra la clase trabajadora»; este es el significado de su carrera de armamentos, en beneficio casi exclusivo de las empresas norteamericanas.
Es decir, el ataque a la clase obrera norteamericana, que ya ha perdido en los últimos 30 años un tercio de su poder de compra, y ha perdido más de 18 millones de empleos industriales bien pagados, recuperando el empleo con contratos en el sector servicios, precarios y con bajos salarios, supone, al mismo tiempo, un ataque a todos los pueblos del mundo. Pues el endeudamiento creciente del Estado norteamericano es trasladado a los pueblos del mundo por medio del dólar que sigue siendo la moneda de cambio central. Contrariamente a lo que dicen algunos, en el último periodo ha aumentado un 12 por ciento la compra de bonos del tesoro norteamericano, y esto a pesar de que China ha vendido una parte de ellos, pero en el mercado mundial, para los «inversionistas» el estado norteamericano, a pesar de su crisis, sigue siendo el único valor seguro.
No hay superimperialismo
La potencia de los EEUU viene garantizada, entre otras cosas, por su fuerza militar, 750 bases repartidas por todo el mundo. No hay equivalente ni competencia, por el lugar de Wall Street, tampoco lo tiene, por su dominio en la industria creciente de armas (más del 40 por ciento del mercado mundial), por su dominio en la tecnología, pero en este terreno está amenazada por China, así como en el nivel de productividad.
Sin embargo, las relaciones EEUU-China no son de rivales en pie de igualdad. El millón doscientos cincuenta mil empresas extranjeras que fabrican en China, con bajos costes, puede ser deslocalizado a otros países. Algunas ya lo han hecho; a Vietnam, Corea, India, Turquía…
Trump pretende dictar, pero no puede: amenaza, amaga, avanza, retrocede… Es la expresión de la crisis de descomposición del sistema, que pretende superar con el lanzamiento de la economía de guerra, que supone, a su vez, un paso más hacia la barbarie.
Lucha de clases o lucha de bloques
El pensamiento vulgar “neoliberal» reduce la situación a un supuesto combate entre bloques. Habría un bloque progresista, el de los BRICS, y el bloque reaccionario acaudillado por los EEUU. Y en medio la «pobre Europa » sin autonomía ni política propia. El pensamiento vulgar intenta obviar lo esencial: la lucha de clases. Y en este sentido la Ley Fiscal concentra lo que es la lucha de clases. El hecho de que en vísperas de la Cumbre de la OTAN (23 y 24 de junio en La Haya) las instituciones europeas quieren someter a los gobiernos a la misma política de guerra que Trump, los brutales recortes sociales que ésta implica, y que implican la destrucción de las conquistas sociales arrancadas en años de combate de la clase trabajadora (pensiones, sanidad pública, educación, seguro de desempleo…), a las que la clase se aferra, dan toda su dimensión al meollo de las cuestiones: la lucha de clases, que decidirá, en última instancia, el resultado de esta política.
Hay una vía y una salida
El artículo concluye con la necesidad de ayudar a dotar al movimiento obrero de una política independiente de cualquier fracción del capital o gobierno, ya sea «librecambista» o «proteccionista», de luchar contra el intento de arrastrar a la guerra a las organizaciones, como ocurrió en 1914 con la socialdemocracia. De ahí la importancia mundial de la resistencia del pueblo palestino. Por eso, el imperialismo necesita aplastarlo en primer lugar como advertencia a todos los trabajadores y pueblos del mundo.
Sirva este comentario al artículo como estímulo para su lectura y debate, así como de toda la revista La Verdad, rica de contenidos, y que pretende ser un arma para el combate de clase.
