A propósito de las vacunas contra el coronavirus

Carta Semanal 817 en catalán

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Enlace a la Carta Semanal 817 en pdfEsta Carta Semanal no es una publicación de ciencia médica. Por tanto, no nos corresponde

valorar la efectividad o los efectos secundarios de las vacunas, pero sí vamos a comentar los aspectos políticos ligados a todo el proceso.

El desastre de la aplicación

La Unión Europea ha comprado vacunas a distintos laboratorios, firmando hasta seis acuerdos, en condiciones secretas (incluyendo el precio), con un coste total de 12.600 millones de euros entre 2020 y 2021, y un coste añadido posible de 7.020 millones.

Las dosis se distribuirán entre los distintos estados en proporción a su población. Sin embargo, la aplicación efectiva de las vacunas está siendo, en toda Europa, muy limitada, poniendo en evidencia el colapso de los sistemas sanitarios tras años de recortes.  Alemania, país que más vacunas ha conseguido distribuir, ha llegado sólo al 20% de las vacunas que recibió hasta diciembre. Francia, en diez días, del 25 de diciembre al 3 de Enero, sólo contaba 500 vacunados, pero, al mismo tiempo, el Estado ha movilizado 100.000 gendarmes para controlar a la población el 31 de diciembre. En los EE.UU. se ha aplicado sólo un 33% de las vacunas recibidas.

En otros países, la vacunación se hace con criterios discriminatorios. Como Israel, líder mundial en vacunación, que ya ha aplicado la primera dosis a un 12% de su población, pero no ha distribuido ni una sola dosis entre los palestinos de los territorios ocupados.

En España se ha administrado un 18,7% de las dosis distribuidas, con variaciones entre el 55% de Asturias o el 51% de Ceuta y el 5% de Madrid y Cantabria. Lo que no quita la bronca entre gobiernos. Madrid, que sólo ha repartido un 5% de las dosis recibidas, no ha cesado de acusar al Gobierno central por las pocas dosis que le han llegado. Todos estos datos a fecha del 6 de enero.

En algunos casos, la vacunación ha supuesto un paso más en la privatización de la Sanidad. En Madrid, se han privatizado equipos de vacunación, mediante un contrato con Cruz Roja, que se ha hecho sin licitación pública y que se firmó antes de que se supiera que se iban a distribuir las vacunas. Un contrato con un valor total de 804.098 € por 6 meses, que prevé un “beneficio industrial” declarado del 10% (80.000 euros), y cubriría 12 equipos móviles de enfermero y auxiliar de enfermería más un coordinador. Pero las cuentas no cuadran. Por ejemplo, en salarios se prevé un gasto mensual de 5.287 € por cada equipo, pero según el convenio de sanidad privada de Madrid, el salario de una enfermera es de 1246 € y el de una auxiliar de 1122, lo que sumaría 2.368. La cantidad presupuestada es un 223% de esa suma.

Otras comunidades, como Andalucía, estudian también la privatización.

Un negocio fabuloso…

Vacunar a miles de millones de personas en todo el mundo supone un negocio que puede superar los 100.000 millones de dólares. No olvidemos que, por los datos que se han filtrado, la vacuna de Pfizer cuesta unos 30 euros, la de Moderna 21 euros, y la de  AstraZeneca 6 euros.

Comparando esas cifras de ventas con las inversiones declaradas, es escandaloso. Pfizer dice haber invertido en su vacuna “2.000 millones de dólares” (1.700 millones de euros), y precisa que ha “autofinanciado todos los costes de la vacuna”, para tener las manos libres a la hora de fijar los precios. Pero su socio en el desarrollo de la vacuna, BioNTech sí ha recibido ayudas públicas del gobierno alemán, nada menos que de 375 millones de euros.

En cuanto a la falta de financiación pública de la vacuna de Pfizer, hay que matizar la afirmación, ya que la Comisión Europea ha llegado a compromisos anticipados de compra con cada productor de vacunas, financiando a cambio parte de los costes iniciales de los laboratorios con cargo al Instrumento de Asistencia Urgente, como un pago a cuenta de las vacunas que los Estados miembros comprarán efectivamente.

Haya o no recibido Pfizer ayudas estatales, las ayudas han llovido sobre los laboratorios. Distintos gobiernos, fundaciones como la de Bill & Melinda Gates y donantes privados han destinado  6.901 millones de euros a financiar la investigación frente al virus SARS-CoV-2. Las partidas destinadas a vacunas alcanzan los 3.948,9 millones de euros, absorbiendo más de la mitad de todos los desembolsos.

Con Moderna los Estados Unidos contrataron una compra inicial por valor de 1500 millones.

La británica AstraZeneca, que ha desarrollado una vacuna junto a la Universidad de Oxford, ha recibido del Gobierno de Donald Trump 1.089 millones de euros a través de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado (Barda). También han recibido recursos de Barda, Janssen, del gigante Johnson & Johnson, con 552,6 millones y Moderna Therapeutics con otros 390,7.

…de una poderosa industria…

Estamos hablando de una potente industria. En el año 2002, la suma de las ganancias de las 10 compañías farmacéuticas más importantes superó las ganancias combinadas de las otras 490 empresas que aparecen en la lista de las 500 industrias más provechosas. Las 10 farmacéuticas tuvieron un beneficio total de 35,9 billones de dólares y las restantes 490 empresas, juntas, un beneficio total de 33,7 billones de dólares.

Esas enormes ganancias surgen de unos márgenes brutos del 70 al 90%, y su tasa de ganancias es la más elevada de todas (según la revista Fortune fue, en el año 2000, del 18,6%, frente al 15,8% de los bancos comerciales, por ejemplo). Y encima pagan muy pocos impuestos: La carga impositiva de la industria farmacéutica es de un 16,2% versus el 27,3% del promedio de la gran industria, mientras que los medicamentos de receta incrementan su precio muy por encima del nivel de la inflación (de un 6 a un 20% todos los años)

En el año 2002, Pfizer, la comercializadora de la primera vacuna contra la COVID,  se convirtió en el primer laboratorio mundial tras fusionarse con Warner Lambert y Pharmacia (que, a su vez, había comprado Upjohn y Monsanto). Pfizer pasó con tal fusión a poseer el 11% del mercado global. Cinco años antes, Merck era el laboratorio más grande, pero sólo tenía el 5% del mercado mundial. La tasa de ganancias de Pfizer fue en el año 2004 del 22% del total de las ventas, que fueron de 53 billones de dólares

…que pone a su servicio a gobiernos e instituciones internacionales

Las farmacéuticas son, en su inmensa mayoría, empresas de los grandes países imperialistas: el 60% de las patentes de medicamentos son de los EEUU, un 20% de la Unión Europea, y los EEUU dominan el mercado de los 50 medicamentos más vendidos. E imponen su dominio por medio de los gobiernos imperialistas a su servicio. Los intereses de las grandes compañías farmacéuticas se defienden a través de la presión del gobierno de EEUU sobre otros países, a los que amenaza con sanciones económicas e impone pactos bilaterales desventajosos para ellos y beneficiosos para la industria farmacéutica estadounidense. Y a través, también, de la OMC, uno de cuyos primeros acuerdos fue el ADPIC (TRIPS), que impuso en 1995 un sistema de patentes para los medicamentos.

Hasta 1995, la mayoría de los países no reconocían que pudieran patentarse los medicamentos, que no se consideraban productos comerciales sino artículos “de primera necesidad” a los que debía reconocerse derecho de acceso a todos los enfermos, independientemente de su capacidad económica. A partir de entonces se impuso un sistema de patentes abusivo a todos los países, incluidos los más pobres, y se alargó el tiempo de explotación de las patentes farmacéuticas de 17 a 20 años. Con este sistema de patentes, todos los medicamentos creados entre 1995 y 2005 más todos los que se creen a partir de 2005, estarán protegidos por la patente y no entrarán en competencia libre, con lo que su precio puede encarecerse más de 10 veces (como mínimo). Incluye, además, cláusulas abusivas como la obligación, por parte del laboratorio que desee producir genéricos de un medicamento patentado, de comprar al propietario no sólo el derecho de patente de aquel medicamento sino también de otros productos que éste quiera imponerle (ventas vinculadas); derecho del propietario de la patente a determinar la forma bajo la que el laboratorio comprador tiene que producir su producto genérico; obligación del comprador a informar al propietario de la patente de todas las mejoras realizadas en el producto; limitación o prohibición de las exportaciones.

Una especulación desenfrenada

La perspectiva de un negocio de 100.000 millones de dólares ha despertado una especulación creciente, en la que compiten los laboratorios, dosificando las informaciones sobre sus vacunas. El 10 de noviembre Pfizer y BioNTech anunciaban en prensa los primeros resultados de su vacuna, con una efectividad del 90%. El 18 de noviembre, el laboratorio Moderna, también americano, anunciaba la suya, que tendría una efectividad del 94%. Al día siguiente Pfizer y BioNTech corregían sus cifras, diciendo que la efectividad de su vacuna es del 95%. El 23 de noviembre, el laboratorio anglo-sueco AstraZeneca y la Universidad de Oxford anunciaban los primeros resultados de su vacuna, con una efectividad entre el 70 y el 90% según la dosis. Todos estos anuncios se hicieron mediante comunicados de prensa, y ninguno se acompañaba de una publicación científica. Cuando la agencia europea retrasa el reconocimiento de la vacuna de Astra-Zeneca (la que tiene más financiación pública), la Comisión Europea inmediatamente duplica la compra de vacunas a Pfizer (300 millones de vacunas más).

Al mismo tiempo, las compañías compiten alegando las diferentes condiciones de conservación de las vacunas a distribuir. La de Pfizer debe conservarse a 70º bajo cero, la de  Moderna a -20ºC, y la de AstraZeneca a dos o tres grados bajo cero.

La especulación en Bolsa con estas compañías se ha disparado. BioNTech ha aumentado, en  un año, su valor en bolsa de 4.600 a 21.000 millones de US$. Su valor de mercado actual es cuatro veces el de la aerolínea alemana Lufthansa. Las acciones de Pfizer subieron un 14,2% en el pre-market de Nueva York, mientras que las acciones de BioNTech subieron casi un 23% en Francfort. Las acciones de otras compañías que desarrollan vacunas que están en la etapa final de prueba también subieron, Johnson & Johnson subió un 4% en pre-market y Moderna subió un 7,4%, en tanto que AstraZeneca, con una vacuna más barata y tal vez menos efectiva, cayó un 0,5%.

¿Puede consentir la Humanidad que unas compañías farmacéuticas ganen cientos de miles de millones de dólares a costa de la pandemia? ¿No es hora de poner por delante la necesaria expropiación de la investigación en medicamentos y de las grandes farmacéuticas, y la anulación de toda patente que limite el acceso de los enfermos a los medicamentos? Nuestra respuesta a esta última pregunta es afirmativa, para lo que hay que poner los medios que lo hagan posible, lo que sólo podrá ser obra de la clase trabajadora organizada luchando por sus intereses.

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