Los Acuerdos de Oslo, la Autoridad Palestina y sus relaciones con el Estado colonial israelí, una historia de trucos, manipulaciones y mentiras

Carta Semanal 968 en catalán

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En estos momentos, ante la masacre de Gaza y la movilización internacional contra ella, los dirigentes de los EE.UU., de la Unión Europea y el presidente pedro Sánchez sacan del baúl de los recuerdos, donde ha dormido un sueño de añas, el polvoriento plan de “dos Estados” en Palestina. Reproducimos, con algunas notas y aclaraciones, un artículo aparecido en el periódico francés Informations Ouvrières sobre los acuerdos de Oslo, expresión de la “solución de los dos Estados”.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acaba de declarar que una vez que Hamas sea erradicado, “Gaza y Cisjordania deberían reunificarse bajo una sola estructura de gobierno, eventualmente bajo una Autoridad Palestina revitalizada”.

La Autoridad Palestina fue fundada en 1993 tras los Acuerdos de Oslo firmados entre el primer ministro israelí Ythzak Rabin y el presidente de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), Yasser Arafat, bajo la tutela del presidente estadounidense Bill Clinton, que fue el verdadero autor intelectual.

Los Acuerdos de Oslo, con la creación de la Autoridad Palestina (AP), fueron concebidos y preparados en el contexto de la Primera Intifada, que, desde diciembre de 1987, había derrotado al ejército de ocupación israelí, que había sido incapaz de aplastarla a pesar de los enormes medios desplegados. Ese período fue también el período de la revolución iraní que derrocó el poder del Sha en 1979, la caída del Muro de Berlín en 1989, el colapso de la burocracia que gobernaba la Unión Soviética y la primera Guerra del Golfo en 1991.

Desde el principio, la intifada se organizó rápidamente con comités clandestinos locales y nacionales que se unificaron en una dirección que operaba directamente dentro de Cisjordania y daba directivas a la población local. Por primera vez desde 1948, el poder político de la población palestina pasaba de las manos de los dirigentes exiliados a nuevos dirigentes, a menudo muy jóvenes y desconocidos dentro del país. La intifada palestina se hizo aún más insoportable a los ojos del imperialismo, al ser vista como un modelo para quienes, en todo el mundo, luchan contra la opresión. En lo que respecta a Rabin, éste había llegado al poder gracias a una mayoría del electorado israelí que quería poner fin a la intifada.

Derecho al retorno burlado

Desde el comienzo de las negociaciones que condujeron a la conclusión de los acuerdos, muchos dirigentes palestinos consideraron que se trataba de una capitulación. De hecho, la parte palestina estuvo de acuerdo en renunciar a todos los puntos de su programa político que se consideran contradictorios con las exigencias israelíes, y la parte israelí se contentó con tomar nota de los compromisos palestinos. La renuncia al derecho al retorno de los refugiados es parte integrante de los acuerdos de Oslo y de su “espíritu”. La creación de la Autoridad Nacional Palestina, por otra parte, va acompañada del “regreso” de miles de activistas palestinos y sus familias.

Muy rápidamente, la Autoridad Palestina creó nuevos órganos dirigentes, Yasser Arafat se convirtió en su presidente, se crearon ministerios y se celebraron elecciones legislativas, ganadas ampliamente por Fatah, el partido fundador de la OLP, del que Arafat era el principal líder.

Uno de los principales fundamentos de la AP se puede resumir en la siguiente fórmula: dinero para seguridad. Desde el punto de vista israelí, tiene como objetivo principal invisibilizar la ocupación y, al mismo tiempo, continuarla. De hecho, la formación de la Autoridad Palestina va acompañada de la división de Cisjordania en tres zonas, (A, B y C). El área C está bajo el control total de las autoridades de ocupación israelíes, En la segunda, la ANP gestiona algunas competencias, pero Israel mantiene el control militar de seguridad. Las áreas A y B permanecen, en todo caso, a merced de las operaciones militares israelíes.

La OLP, formada clandestinamente como un órgano unificado de la resistencia palestina, una expresión organizada de todo el pueblo palestino, tanto dentro de Palestina como en los campos de refugiados de la diáspora, se va transformando gradualmente en una estructura administrativa. El dinero fluye hacia los servicios de la Autoridad Palestina, donde la corrupción se vuelve sistémica.

La colonización continúa

Hasta 150.000 funcionarios han trabajado para la Autoridad Palestina, y los últimos informes oficiales indican que siguen siendo las fuerzas de seguridad la mayor parte de su presupuesto operativo. Los organismos de seguridad adscritos al Ministerio del Interior, como la Policía, la Policía de Aduanas y Protección Civil, Inteligencia, Seguridad Preventiva y la Guardia Presidencial, suman 83.300 efectivos, lo que representa el 40% del presupuesto total de la entidad. Estos órganos se dedican esencialmente al control de la población palestina, la represión de las organizaciones independientes y de los movimientos de protesta, en nombre del ejército de ocupación israelí.

La historia de la Autoridad Palestina está llena de protestas impotentes, cada vez que la colonización gana terreno. Ha estado marcada por operaciones militares en los campamentos de refugiados y por provocaciones israelíes, incluidas incursiones en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, una costumbre que fue adoptada por Ariel Sharon y que fue el detonante de la segunda intifada (septiembre de 2000-febrero de 2005). A partir de junio de 2002, la colonización fue acompañada de la construcción del muro de separación que, con sus cientos de puestos de control, marca físicamente la realidad del apartheid en Cisjordania.

Su historia es también la de las declaraciones hechas sucesivamente por todos los presidentes estadounidenses, y transmitidas por el llamado Cuarteto (Estados Unidos, Rusia, la ONU y la Unión Europea), anunciando regularmente la inminente constitución del Estado palestino, mientras el número de colonos israelíes sigue aumentando  (esto es lo que se llama el “proceso de paz”,  descrito como “el engaño más espectacular de la historia diplomática moderna” en 2007 por Henry Siegman, Presidente del Congreso Judío Americano).

Finalmente, esta historia es la de una entidad estatal brutal contra sus ciudadanos y considerada por la gran mayoría de los palestinos como un sistema de colaboración con el ejército de ocupación. La renuncia de la Autoridad Palestina a defender los derechos y las condiciones de vida del pueblo palestino, su implacabilidad en el encarcelamiento de sus opositores, tiene y tendrá consecuencias concretas.

Es bien sabido que los líderes israelíes, incluido Netanyahu, favorecieron, desde el final de la década de 1980, el desarrollo de Hamás para debilitar la unidad del movimiento nacional palestino, que se basaba en el derecho al retorno y la lucha por la igualdad de derechos. La inmersión de la Autoridad Palestina en el camino de la colaboración hará el resto.

En 2006, Hamás ganó las elecciones parlamentarias de la Autoridad Palestina con 74 escaños de un total de 132. Estas elecciones fueron supervisadas y validadas por una multitud de observadores externos.

Inmediatamente, el imperialismo norteamericano denunció el acceso al poder de una “organización terrorista” y presionó al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, para que rechazara cualquier acuerdo con Hamás.

Como vemos hoy, frente a la política genocida de Israel en Gaza, diplomáticos, funcionarios y representantes de las agencias de la ONU han hecho sonar regularmente la alarma sobre la situación en los territorios ocupados desde 1967.

Un memorándum confidencial del delegado de la ONU

Un ejemplo de esto que acabamos de señalar es Álvaro de Soto, el enviado especial de la ONU a estos territorios, del que la prensa publicó un memorándum confidencial, en mayo de 2007, en el que acusaba a Washington de haber alentado el caos palestino mientras Israel continuaba con su política de “hechos consumados sobre el terreno”, que hace cada vez más difícil, si no imposible, la creación de un Estado palestino viable. Confirmó que fue bajo la presión de Estados Unidos como Abbas rechazó la propuesta inicial de Hamás de formar un “gobierno de unidad nacional”.

De Soto continúa explicando que los asesores de Abbas se involucraron con Estados Unidos en una “conspiración” para “provocar el fin prematuro del gobierno [de la Autoridad Palestina] liderado por Hamas”. Señaló que “los estadounidenses presionaron para que hubiera una confrontación entre Hamas y Fatah”, lo que llevará a Hamas a expulsar a Fatah de la Franja de Gaza y a justificar la implementación del bloqueo.

Se han pronunciado y escrito discursos en gran número, se han pronunciado y escrito discursos enteros sobre la libertad, se han elaborado planes concretos (nunca con la más mínima validación por parte de la población palestina, huelga decirlo) para definir cómo podría ser esta entidad palestina llamada a modo de burla Estado.

Esos planes han llegado a presentar un “Estado” incrustado en el muro de separación, dividido en enclaves separados, que se asemeja a una piel de leopardo, con túneles para pasar de un enclave a otro.

¿Cuál será el nombre de esa Autoridad Palestina “revitalizada” de la que habla Joe Biden? Con o sin Hamás, a la población palestina se le presenta una vez más la perspectiva de vivir en una prisión al aire libre. Lo que explica por qué, a iniciativa de activistas judíos y palestinos, se está desarrollando la “campaña por un Estado único”.

Démosle una vez más la palabra a Álvaro de Soto quien, al unísono con una fracción significativa de activistas políticos, democráticos, intelectuales y literarios de todo el mundo, evocó una perspectiva completamente diferente en 2007:

“Dado que un Estado palestino requiere tanto territorio como gobierno, y que los cimientos de ambos están siendo sistemáticamente socavados”, un número creciente de palestinos, árabes israelíes y algunos judíos israelíes “creen que la única forma a largo plazo de poner fin al conflicto será abandonar la idea de dividir la tierra e insistir simplemente en el respeto de los derechos civiles, políticos y nacionales de los dos pueblos, judío y árabe, que pueblan el país, en un solo Estado”. De Soto señaló además que “si la Autoridad Palestina se vuelve inútil o inexistente y los asentamientos continúan expandiéndose, la solución de un solo Estado emergerá de las sombras y comenzará a entrar en la corriente dominante”.

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