(Publicado en la Carta Semanal 535)
El jueves 23, de visita en Barcelona, el nuevo Borbón reafirmó la autoridad del Estado contra toda posible expresión soberana del pueblo de Cataluña. Recordemos: según la Constitución del 78, el Rey es garante de la unidad del Estado, jefe de las Fuerzas Armadas, representante del país en el exterior y supuesto árbitro de la vida política. Funciones adquiridas por ser heredero del heredero del dictador Franco al margen de la soberanía popular.
Ha ido a Cataluña después de la entrevista con Artur Mas, y de las provocadoras declaraciones de representantes del Estado, amenazando con la aplicación del artículo 155, la suspensión de la autonomía, y tal vez alguna cosa más. Que la legalidad constitucional monárquica impide el ejercicio de la voluntad democrática del pueblo catalán, de la misma manera que sojuzga las aspiraciones democráticas de todos los pueblos de España, es algo que ha quedado suficientemente acreditado en los últimos tiempos. Sin embargo, ahora preparan otro enfrentamiento que puede tener gravísimas consecuencias, a cuenta de la defensa de un supuesto “constitucionalismo democrático” que la mayoría social da por superado, y que ahora se utiliza contra la aspiración común de conseguir la libertad y la democracia para todos. Y no es algo baladí: todos sabemos lo que ha representado históricamente en este país este tipo de amenazas.
Los trabajadores, los campesinos, los jóvenes que han sufrido estos últimos siete años el peso de la crisis, que han visto el empleo perdido, el salario o la pensión reducidos, los servicios públicos atacados mientras la Corona se pavoneaba con los capitalistas, financieros y especuladores que se han beneficiado de la crisis, ven con estupor cómo se prepara otro enfrentamiento sobre la base de negar sus derechos al pueblo catalán.
¿Quién es responsable de esta situación?
Sin duda alguna, el aparato de Estado heredado del franquismo, y en primer lugar la Corona, enemigos consustanciales de la democracia y las libertades nacionales.
Pero muchos se preguntan cómo es posible que las organizaciones y partidos que defienden la democracia, que dicen defender a los trabajadores, puedan en estas condiciones alinearse detrás del Borbón. ¿Quién puede olvidar las declaraciones de Pedro Sánchez, actual secretario socialista, de cierre de filas con Rajoy? Es verdad, y hay que saludarlo, que numerosas voces socialistas se levantan para repudiar esta política, que tiene un significado especial «volver la espalda al pueblo catalán que, cansado de la prepotencia de los gobiernos del PP y de los altos Tribunales cooptados por el partido más corrupto de la historia, reclama democracia y el derecho a decidir su futuro. Ambición que comparten el pueblo vasco y una gran mayoría social que no aceptan una falsa democracia que pisotea sus derechos y libertades». (El socialismo y el derecho a decidir)
Es verdad también que las instancias catalanas de nuestras dos grandes confederaciones sindicales (UGT y CCOO) han tomado una posición clara, acorde con el sentir de la inmensa mayoría de afiliados, de respeto del derecho a decidir del pueblo catalán. Aunque cabría decir que no la han defendido consecuentemente, este posicionamiento constituye, sin lugar a dudas, un punto de apoyo para unir tras de él a todas las fuerzas del cambio. Necesario en todo caso para combatir la campaña realizada en toda España contra el pueblo de Cataluña que ha sembrado el desconcierto, como consecuencia de la actitud irresponsable de los dirigentes del PSOE, de la inconsistencia de los de IU, y del neo lerrouxismo de los dirigentes de Podemos, que remiten el asunto a un hipotético proceso constituyente que más parece un subterfugio de la reforma constitucional que proponen otros.
Lo que es irreconducible es la Monarquía
El Rey, el Gobierno, los presidentes del Supremo y del Constitucional (con quien parece su eco Pedro Sánchez) llaman a una cruzada contra la pretensión de Mas, ERC y la CUP de utilizar las elecciones autonómicas para expresarse por la independencia dado que el Gobierno prohibió el referéndum.
El día 20 el rey ha presidido en la Zarzuela el Consejo de Seguridad Nacional, en el que participan el Jefe del Estado Mayor de la Defensa y el del CNI. Una reunión casi secreta, de la que nada se ha informado. El día 21 el rey afirmaba en Bilbao la unidad de España. El día 22 el rey declaraba que la posición de Mas es “irreconducible”. El mismo día la Comisión Constitucional de las Cortes aprobaba apresuradamente la Ley de Seguridad Nacional, que permitiría al Gobierno tomar medidas de excepción sin pasar por las Cortes. En el último año han trascendido el traslado de efectivos policiales a Cataluña y los entrenamientos militares para una posible intervención.
La candidatura de Mas, “Juntos por el Sí”, tiene todo el derecho a afirmar que el pueblo catalán y sus representantes no deben someterse si el Estado pretende amordazarles y atarles de pies y manos.
Pero no es solo Mas. En las últimas elecciones autonómicas el 80% de los catalanes votó a las fuerzas que reivindicaban el derecho a decidir. La inmensa mayoría del pueblo catalán no aceptó ni acepta que el Tribunal Constitucional recortase en 2010 el Estatuto que el pueblo había votado. La mayoría rechaza la prohibición del referéndum del 9 de noviembre. La mayoría de las candidaturas a las próximas elecciones exigen el derecho a decidir (el Partido Socialista ya no está en ese bloque, pero los electores le están abandonando. Y toda fuerza democrática debe rechazar como digna de la dictadura de Franco la nueva Ley de Seguridad Nacional.
No hay soberanía con recortes
Es evidente que la candidatura “Junts pel Sí” (Juntos por el Sí) se ha presentado con gran estruendo. Y con declaraciones de desafío al aparato de Estado y sus leyes franquistas. Tienen razón cuando denuncian al Tribunal Constitucional que recortó el Estatuto votado por el pueblo catalán, y tienen razón cuando denuncian la cerrazón de Rajoy al negar la consulta del 9 de noviembre de 2014, o cuando caracterizan la Ley Mordaza como un atentado a la democracia. Sin embargo, esta candidatura expresa políticamente los deseos de un sector de la burguesía catalana –que ha conseguido seducir a sectores más amplios aprovechando la inanición de las organizaciones obreras- de asociar su futuro directamente a la Unión Europea sin la intermediación de la Estado español. Es por eso que guardan silencio sobre los temas “sociales”, aunque hayan incorporado a última hora y de manera vergonzante lo de la Renta Mínima de Ciudadanía, después de que CiU con el apoyo de ERC, la hubieran tenido bloqueada desde hace más de un año en el Parlamento catalán. Ni tan siquiera el encabezamiento de la candidatura en Barcelona por un hombre de “izquierdas” como Romeva puede tapar eso.
Naturalmente, nosotros no somos neutrales. Defendemos el derecho de un gobierno elegido a consultar a su pueblo y a actuar en consecuencia. Pero los trabajadores tienen todo el derecho (y toda la razón) a preguntarse si el disfraz soberanista de Mas no pretende otra cosa que ocultar su política de fondo, que no es otra que la de aplicar los recortes exigidos por el capital financiero y sus instituciones, rivalizando incluso con Rajoy en quién lo hace de manera más aplicada. Y en esta carrera por aparecer como el alumno más aventajado ante la UE, resulta patético comprobar el seguidismo de los dirigentes de ERC, lavando la cara a Mas, parapetándolo detrás de una candidatura de la “sociedad civil” para defenderlo de la opinión pública que lo señala como el responsable de los recortes.
Es verdad: nadie puede creerse las promesas “sociales” de esta candidatura. Si realmente quieren un giro social, tienen todas las posibilidades de hacerlo. Tienen todo el poder para anular todos los recortes. Con ello se ganarían el apoyo de los trabajadores y las simpatías de la mayoría en el resto del Estado. Pero hasta que no nos demuestren lo contrario, Mas está ligado a altos intereses como los de la Caixa, que juega a todas las hipótesis. Y si hay independencia pujará por la ruptura de la Caja única de la seguridad social para multiplicar los fondos privados de pensiones.
El liderazgo de Mas es un obstáculo para unir a la gran mayoría del pueblo de Cataluña, hay que saludar que la CUP se haya negado a participar en la candidatura, pero eso no garantiza una salida al día siguiente del 27S. Mas ya está maniobrando para contar como mayoría una mayoría de escaños, pero para derrotar a Rajoy y la reacción monárquica no bastan los trucos contables.
Hace falta aunar y movilizar a la gran mayoría del pueblo catalán.
Hace falta el apoyo de los trabajadores de todo el Estado español.
Y esa carencia tampoco la resuelve la candidatura “Cataluña sí se puede” formada por Iniciativa por Cataluña, Podemos e Izquierda Unida. Formalmente tienen razón: reivindican el derecho a decidir y los derechos sociales como medio para unir a los trabajadores y a la mayoría social. Pero si el apoyo al derecho a decidir fuese real y la defensa de los derechos sociales fuese real, esas fuerzas deberían estar haciendo campaña en todo el Estado español para que se respete la decisión del pueblo de Cataluña. Y mantienen un silencio estruendoso.
¿Podemos obviar que los derechos que existen en este país, sociales y democráticos, desde la lucha contra Franco, son una conquista común de los trabajadores de todo el estado, en alianza de hecho con todos los pueblos?
Hace falta, y es posible, un gran bloque obrero y popular por la soberanía y por los derechos sociales, en Cataluña y también a escala estatal. Un bloque que se levante contra la campaña anticatalana de la Monarquía, que evidencia que la Monarquía es “irreconducible”.
No hay derechos nacionales sin derechos sociales
Esta ha sido nuestra divisa, extraída de la experiencia de millones de trabajadores. Y ello plantea la cuestión de las cuestiones. La minima reivindicación, derecho social o democrático choca con este régimen corrupto. Plantea resolver lo que sigue aplazado desde hace 40 años, desde la muerte de Franco: instaurar la democracia quiere decir la República. República del pueblo y para el pueblo, república sobre la base del derecho a decidir. República que ampare el fin de los recortes, las contrarreformas la persecución antisindical…
En esta perspectiva tiene pleno significado la lucha por la República Catalana que allane el camino a una Unión libre de Repúblicas soberanas de este país liberadas de la explotación y opresión.
En esta campaña electoral repleta de peligros, de falsos enfrentamientos, pero con problemas de fondo no podemos sino suscribir el llamamiento de trabajadores de todas las tendencias políticas que entre otras cosas dice:
“Si crees que es necesario superar definitivamente el constitucionalismo monárquico que impide que los catalanes voten para poder decidir libremente su destino, y que representa la negación de la democracia para todos y la continuidad de un régimen heredero del franquismo.
Si crees que no es una solución de progreso diferir la solución de los problemas actuales a una hipotética reforma constitucional […] que tampoco garantiza la libertad de los pueblos.
Si crees que los que hablan de defender la soberanía de Cataluña pero han aplicado todos los recortes exigidos por Bruselas y Madrid no ofrecen más que falsas salidas que tienen como marco la Unión Europea […].
Si crees que […] no hay derechos nacionales sin derechos sociales y viceversa, y que quien habla solo de uno de esos aspectos en realidad no defiende ni lo uno ni lo otro. […]
Si crees que al gobierno del PP no hay que darle oxígeno, sino echarle cuanto antes mejor […]
Si crees que la democracia es incompatible con instituciones antidemocráticas como la Unión Europea […] que defender la democracia significa oponerse a todas las medidas de ajuste dictadas por la Troica […]
Si crees […] que hay que abrir un verdadero proceso constituyente, republicano, que dé la palabra al pueblo, que proclame la fraternidad entre todos los pueblos del Estado español sobre la base del derecho de autodeterminación.”
Este llamamiento busca organizar la fuerza que combate en Cataluña y en todo el Estado, de forma consciente, por la alianza de los trabajadores y los pueblos.