La histeria del aparato de Estado

(publicado en la Carta Semanal 489)

Carta-4891. Lo que en la “corte” (que no tiene nada que ver con el pueblo de Madrid) se llama despectivamente “el problema catalán” está inundando la actualidad política de esta vuelta a la actividad tumultuosa. Se ha hecho y se hace todo para que olvidemos la creciente descomposición de la Unión Europea, las medidas desesperadas de Draghi intentando reactivar la economía a golpe de impresión de billetes, o sea aumentando la espiral especulativa. Para que olvidemos los nuevos recortes, los desastres del principio de curso, la ley antiaborto, el ataque a los sindicatos y la ley mordaza, el falseamiento de la elección de alcaldes… O la multiplicación de conflictos armados a escala internacional, que recuerda viejas épocas que sin embargo no se pueden repetir de la misma manera. El mantenimiento del régimen capitalista en crisis exige barbarie y destrucción, en él no caben ni derechos obreros, ni soberanía de los pueblos. Al mismo tiempo, la resistencia del pueblo palestino ha demostrado al mundo que se puede hacer frente a esta catástrofe.

Todo eso es lo que el rifirrafe “informativo” intenta ocultar.

El gobierno Rajoy, a tumba abierta, también para ocultar sus medidas fracasadas para salir de la crisis, está dispuesto a profundizar el ataque contra el pueblo catalán y su aspiración a la soberanía.

¿Cuál es la mejor manera? Intentando hacer creer que el pueblo catalán se asemeja a la familia Pujol (representantes preclaros de la burguesía estraperlista, cuyos intereses son contrarios en particular a la defensa de la industria y del campo).

2. La ofensiva de derribo y destrucción de Convergencia Democrática de Cataluña, el partido de Pujol, tiene y tendrá consecuencias profundas en la estabilidad del Estado. Recordemos que Convergencia fue un pilar de la Transición, desde la firma de los Pactos de la Moncloa en el 77 y el pacto constitucional del 78. Pujol hacía y deshacía gobiernos gozando de la amistad privilegiada de la Casa Real. La justicia franquista conocía los tejemanejes de la familia particularmente desde el pufo de Banca Catalana en el 84. Pero en el régimen monárquico apoyado por el tinglado autonómico, la corrupción no es una excepción, es una necesidad del funcionamiento de un Estado parasitario que hereda del franquismo lo peor e integra los nuevos poderes caciquiles de las autonomías, cuya base es la negación de la soberanía de los pueblos. Sin embargo, ahora, azorados por la movilización multitudinaria del pueblo de Cataluña desde hace cuatro años, dinamitan CDC.

Una vez más se demuestra que no hay democracia sin soberanía y que el combate por la República, por la Unión Libre de Repúblicas, exige un baldeo radical de todas las instituciones heredadas del franquismo y de las “nuevas” autonómicas.

3. Vayamos a los hechos, desde el 25 de julio, en que Pujol “confesó” su falta, la ofensiva del aparato de Estado y la Brunete mediática ha ido in crescendo.

El punto culminante ha sido la comparecencia del ministro Montoro este 2 de septiembre en la Comisión de Hacienda del Congreso. Su alegato es claro, Pujol comete un delito de fraude porque defiende la soberanía de Cataluña. O sea: todos los que piden que el pueblo catalán o cualquier pueblo pudiera decidir lo hacen para ocultar sus negocios fraudulentos. La calumnia y la intoxicación, la falta del respeto más elemental a la verdad y a la responsabilidad de un gobernante nos remiten directamente a la dictadura de Franco, y más allá, a la vergonzosa historia de opresión de la España negra de terratenientes y caciques, que se prolonga en Gürtel y la familia Borbón.

Todos lo sabían, pero el Estado mide y programa los ataques y los escándalos. Esta semana en torno del consejero Felip Puig. Y como decía el ABC de este 4 de septiembre, Mas es el hijo político de Pujol, y fue consejero de Política Territorial y Obras Públicas, o sea que estaba en el ajo del tres por ciento de las comisiones ilegales.

La negativa de Pujol a comparecer de inmediato ante el Parlament crea sin duda el mayor desasosiego en Convergencia, al tiempo que obliga a ERC, socio parlamentario de Mas, a sumarse a la petición de comisión de investigación. O sea que la crisis política está abierta.

Pero la intención del Estado no es solo hacer retroceder a Mas, es golpear al pueblo de Cataluña. Y la manifestación del 11S puede ser mayor aún que la del año pasado.

¿Qué busca la Monarquía? El enfrentamiento, aislar al pueblo de Cataluña. Evitar que su movilización sea un llamado a todos los pueblos a decidir, y más cuando se ha hurtado a la población su derecho a decidir en la “sucesión” monárquica. Busca, en particular, dividir a los trabajadores y sus organizaciones como único medio para mantener y continuar los recortes que aplican la austeridad europea.

4. El papel de la clase obrera y sus organizaciones es la clave

Pedro Sánchez, flamante líder del PSOE, ha superado a sus mentores González y Rubalcaba en su sumisión a la Monarquía. Su visita a Mas el 3 de septiembre para insistirle en que la consulta es ilegal, no solo es patética sino que desarma a los trabajadores en todo el país.

En Cataluña, los sindicatos, particularmente la UGT, están salvando el honor del proletariado manifestándose con su pueblo y particularmente diciendo

“Queremos hacer visible nuestra presencia afirmando que decidir es democracia y reiterando nuestra firme defensa de los derechos sociales y nuestra oposición a las políticas regresivas que socavan y empobrecen a la población. Ni la democracia se reduce a votar cada cuatro años, ni el derecho a decidir se puede limitar a determinados aspectos de la vida política, sino que tiene que abarcar todas las cuestiones que afectan a la ciudadanía, también en lo relativo a los derechos de protección social, que para nosotros son inseparables de un verdadero proyecto nacional democrático.”

El POSI, que actúa con militantes y sindicalistas de diverso origen constituyendo los CATP a escala estatal participa en las reuniones y actos organizados en múltiples ciudades del Estado en defensa del pueblo de Cataluña recordando que “no hay derechos sociales sin derechos nacionales y viceversa”.

Esta acción se inscribe en el movimiento profundo de la clase contra el régimen, que se expresa en la lucha por la República del pueblo y para el pueblo, con todo su contenido democrático y social, o sea la ruptura y anulación de todos los planes de austeridad dictados por la Troika, aplicados por Rajoy y Mas en Cataluña.

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