Por la unidad del movimiento obrero contra el acuerdo UE-Turquía

(Publicado en la Carta Semanal 568)

Carta-568Al cabo de largos meses de vergonzoso sufrimiento de millones de refugiados, el 18 de marzo se han reunido de nuevo los jefes de gobierno y demás gerifaltes de la Unión Europea.

Lejos de poner fin a esta catástrofe que ellos han organizado, los jefes de gobierno y burócratas “europeos” han firmado con el gobierno turco un acuerdo por el cual se expulsa de los países de la UE por la vía rápida a los refugiados sirios y de otros países, y a los demás migrantes, que lleguen a sus costas. Una deportación que amenaza millones.

Ante las protestas surgidas de los sindicatos, de otras organizaciones, y el inicio de manifestaciones, los gobernantes europeos se escudan ahora en argucias legales. Ya Margallo anunció que no habría expulsiones “masivas”: ahora le darían un papel a cada refugiado para expulsarlos a todos. No les reconocen como refugiados, les llaman “migrantes ilegales”.

Los gobernantes europeos pisotean así un derecho humano fundamental, implantado por la Revolución Francesa, que inscribió en su Constitución: el pueblo francés “da asilo a los extranjeros expulsados de su patria por causa de la libertad. Lo niega a los tiranos”.

Como no hay un pacto entre las organizaciones obreras y democráticas para formar gobierno, Rajoy ha podido firmar ese acuerdo que legitima su política asesina de alambradas, concertinas, antidisturbios y devolución en caliente. “Teníamos un problema y lo hemos resuelto”, dijo Aznar.

La UE y sus gobiernos están perpetrando un genocidio masivo.

¿Cómo pueden detenerlo el movimiento obrero, los pueblos? Empecemos por ver cómo hemos llegado aquí.

El imperialismo en bancarrota siembra la guerra, el terror, la miseria y el caos

La marcha de millones de niños, ancianos, mujeres y hombres a través de las viejas naciones imperialistas europeas evidencia la dislocación del orden imperialista y su barbarie.

Las potencias y decenas de estados han volcado durante años armas, servicios, propaganda para destruir con las guerras Iraq y luego Siria, convirtiendo todo Oriente Medio en un polvorín. Ahora, con la oleada de refugiados, la UE se deshace y se deslegitima. La huida masiva causada por la guerra está fuera de control, como sin control se extiende la guerra provocada y alimentada para hinchar la industria de armamentos y la especulación, exterminando trabajadores y destruyendo un país tras otro.

Los Estados Unidos intervienen también para canalizar el movimiento de los refugiados en función de los intereses de los grupos financieros internacionales. Empujaron a Merkel a abrir las fronteras como válvula de escape. Merkel y su gobierno de gran coalición eran incapaces de rechazar por la fuerza, militarmente, a las masas de refugiados. Habría sido un golpe mortal para la UE y Schengen, y posiblemente también para Merkel y su gobierno.

Merkel trata de pactar una “solución europea”: blindar las fronteras externas de la UE por medio de Turquía y de otros países limítrofes. También el capital apuesta por una “solución europea” que salve el mercado interior europeo, la “libre circulación” de capital, mercancías y trabajadores.

Erdogan quiere mantener el Estado turco sometido al imperialismo a costa de la superexplotación de la clase obrera y la opresión militar contra los kurdos,

Por su parte, los agotados miembros de la Unión Europea se tiran del moño por la financiación de los costes y por la responsabilidad política de las medidas necesarias para impedir que los refugiados entren en la UE y sobre todo por el reparto de refugiados.

La crisis alemana

El pueblo alemán y toda Europa están experimentando la incapacidad del imperialismo alemán y del gobierno Merkel para hacerse cargo de las masas de refugiados, no digamos para “integrarlos”, desmintiendo las consignas de Merkel: “Alemania es fuerte” y ”¡Lo conseguiremos!”.

Las exigencias de más de un millón de refugiados llegados en 2015 a Alemania ponen en evidencia el desastre causado la política de austeridad en ese país. El recorte de las inversiones públicas durante 10 años ha arruinado las estructuras y plantillas de toda la infraestructura estatal y social: de los municipios y la protección social, los hospitales, la vivienda social, las escuelas y guarderías, las prestaciones familiares, y las plantillas de la policía y la justicia.

El Estado Social, la garantía constitucional de condiciones de vida y trabajo dignas para todos, ha caducado. Porque el gobierno se niega a invertir millones necesarios para reconstruir unos servicios que son indispensables tanto para la población y la juventud del país como para los refugiados e inmigrantes. En lugar de eso, busca sistemáticamente enfrentar a la clase obrera alemana con los trabajadores y jóvenes que se han visto obligados a refugiarse en Alemania. Así, en la función pública niega las reivindicaciones alegando el “coste” de los refugiados.

Utiliza a los refugiados como pretexto para una nueva ofensiva contra todas las conquistas históricas de la clase obrera, para rebajar los costes del trabajo desreglamentando sin límites las condiciones laborales, atacando los derechos sindicales. Quieren crear 100.000 nuevos “empleos” a 1 euro, al margen de los convenios. Pretenden generalizar la subcontratación, la precariedad, las deslocalizaciones. Y lo peor les correspondería a la masa de los refugiados (solo un 10% se integraría en el mercado de trabajo “regular”).

Cuando 2013 Merkel ganó de nuevo las elecciones y formó la gran coalición con el SPD, era la esperanza capitalista para dar un “pivote estable” a los estados europeos y la UE, en crisis. Hoy el fracaso de Merkel y de la gran coalición agrava la descomposición de la UE, de los sistemas políticos de cada país europeo. Una fracción del capital alemán e internacional tiene pánico, teme la implosión.

El gobierno, los partidos, temen las crecientes luchas obreras por las reivindicaciones. Y sobre todo temen que se entrelacen las reivindicaciones de la clase obrera y las de los refugiados contra el gobierno, contra el déficit cero, la austeridad, las “reformas”.

Gabriel, el dirigente del SPD, tiene el encargo de encabezar la ofensiva contra las conquistas obreras, contra la base electoral del SPD, llevándolo a un nuevo proceso de autodestrucción.

Sobre todo, busca atrapar a los sindicatos de la DGB en su política de unión nacional para que hagan tragar las nuevas medidas antiobreras. La mayor parte de los dirigentes sindicales aceptan el déficit cero, la austeridad, la “competitividad”, pero en la cuestión de los refugiados IG Metall exige que no haya más desreglamentación para los alemanes y los sindicatos de servicios reclaman más salario, más inversiones, más plantillas y luchan contra la subcontratación.

En el fondo, la crisis actual cuestiona no solo la contrarreforma laboral de los últimos 12 años sino el “compromiso histórico entre capital y trabajo” de 1952, que mutila la libertad sindical.

Durante el año pasado los trabajadores han obligado al sindicato a dos huelgas históricas: por aumento de personal en el gran hospital de La Charité de Berlín y contra nuevas subcontrataciones en Correos.

Respondiendo a ese impulso, una capa de cuadros sindicales comienza a oponerse a que los aparatos se sometan a los dictados gubernamentales de la austeridad y la desreglamentación.

Los compañeros de la sección alemana de la IV Internacional tratan de ayudarles a actuar para que la clase obrera alemana cumpla en esta encrucijada su misión histórica: rechazar la división y los nuevos ataques, incluir las exigencias de los refugiados en sus reivindicaciones, contra el gobierno del imperialismo alemán, reclamando los mismos derechos políticos y sociales. Defensa y restablecimiento del sistema de protección social y de los municipios, escuelas, etc. Defensa y restablecimiento de los convenios colectivos, para todos los trabajadores y jóvenes (los alemanes y los refugiados).

Unidad contra la guerra y por el derecho de asilo

Todos los grupos del Congreso de los Diputados han aprobado junto con el PP una “declaración institucional” en la que se ampara Rajoy para haber firmado el acuerdo con Turquía, que tiene como principal objetivo dividir a los trabajadores y enfrentar a los pueblos con los refugiados. Hay que constatar que ese acuerdo infame ha sido suscrito por todos los gobiernos de la UE, desde el húngaro Orban a Hollande, desde Rajoy hasta Tsipras y el portugués António Costa.

Para empezar, esa declaración y ese acuerdo ignoran la guerra que es la principal causa de que millones de trabajadores y ciudadanos tengan que huir de sus países. Con lo cual Francia, la Gran Bretaña y los demás, pueden seguir bombardeando y destruyendo los países del Próximo Oriente. Crimen en el que colaboran las fuerzas españolas presentes en Turquía, el Líbano, Afganistán, el Mar Rojo… y para el que se preparan los miles de marines estacionados en Rota y Morón con el objetivo de intervenir en el norte de África.

Del mismo modo, la declaración deja amplio margen para que los gobiernos pisoteen el derecho de asilo (supuestamente respetado) deportando desde este domingo a los que huyen de la guerra organizada por esos mismos gobiernos con los Estados Unidos.

La declaración tampoco garantiza la integración en igualdad de condiciones en el mercado de trabajo de cada país, permitiendo que la sobreexplotación de los refugiados y migrantes sea utilizada para reventar las conquistas laborales y sindicales.

Sin embargo, el reciente Congreso de la UGT aprobó por aclamación una resolución de urgencia que “expresa su más absoluto rechazo de las propuestas de actuación acordadas por la UE y el gobierno turco […] recuerda que el derecho fundamental al asilo, garantizado en Convenios internacionales, ni es interpretable ni puede ser utilizado como moneda de cambio en las relaciones bilaterales o internacionales […]

Esta propuesta de Acuerdo entre la Unión y Turquía es, según cree la UGT, el objetivo que se perseguía desde el inicio […]. Todo este camino, toda esta inacción e ineficacia voluntaria, para tener una excusa con la que poder sostener esta última propuesta: devolver a los migrantes, sean o no posibles solicitantes de asilo, a Turquía, sin importar cuál sea su destino en este país.

[…] Una propuesta que es una expresión más de una Europa basada en intereses económicos que mercadea con los derechos de su población y que toma las medidas más crueles contra quienes no pueden alzar su voz. El derecho de asilo, el derecho a una vida digna, son nuestros derechos y como tales los reclamamos y defendemos, en nuestro país y en el plano internacional, en nombre de quienes no pueden hacerlo.”

El Consejo Confederal de CCOO, por su parte, decía en su resolución aprobada el 15 de marzo que “El acuerdo en ciernes entre la UE y Turquía es una vergüenza por lo que tiene de insensibilidad ante una crisis humanitaria que solo se puede afrontar desde una contribución solidaria en origen y poniendo a disposición de los desplazados la capacidad de acogida de los países europeos”. Ignacio Toxo denunció ante el congreso de UGT este infame preacuerdo UE-Turquía, que el día 18 ha sido maquillado con hipócrita preocupación por los refugiados.

Inmediatamente, los sindicatos con otras organizaciones convocaron manifestaciones, con insuficiente preparación.

Es necesario agrupar compañeros para conseguir que las organizaciones pongan todos los medios para organizar la más amplia movilización a fin de

  • obligar al Gobierno y al Congreso a retirar la firma estampada por Rajoy en el acuerdo infame.
  • exigir que cese toda colaboración con la guerra que destroza los países (so pretexto de combatir un supuesto Estado Islámico que no se sostendría ni cinco minutos sin el apoyo de Turquía, Arabia Saudí, Catar y en general los países de la OTAN). Fuera las fuerzas norteamericanas de Morón y de Rota.
  • conseguir que se respete fehacientemente el derecho de asilo, en los Balcanes y en toda Europa, en Ceuta y en Melilla. Acogida en particular de todos los que provienen de zonas de guerra. Derogación de la ley de extranjería.
  • exigir y conseguir que la inserción de los refugiados y migrantes se haga con todos los derechos laborales y dentro de los convenios colectivos (lo que pasa por la derogación de las reformas laborales), así como con el apoyo de los servicios sociales (anulación de los recortes en esos servicios, tarjeta sanitaria para todos ya).

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