(Publicado en la Carta Semanal 561)
Ante el atolladero en que se encuentra el régimen monárquico, el capital financiero y el aparato franquista recurren a sus “hombres de Estado”, y entre ellos, ¡cómo no!, en un papel destacado, el expresidente del gobierno Felipe González, a quien El País dedicaba hace unos días una amplia entrevista que titulaba “Ni el PP ni el PSOE deberían impedir que el otro gobierne”. No hay que perder de vista que el accionista que manda en El País es un fondo de inversión norteamericano.
Para quién trabaja el ex dirigente socialista
El propio FG recalca su papel de “hombre de Estado” terminando su entrevista con una frase terminante. “siempre puse por delante los intereses de España y eso se echa de menos ahora”. Por tanto, nadie debe ver en sus propuestas ocurrencias personales. Tal vez algún día sepamos cómo se gestó esa entrevista, pero podemos hacernos una idea sabiendo el origen de otras declaraciones suyas. En vísperas de las elecciones europeas de mayo de 2014, Felipe se descolgó con unas declaraciones que hundieron a la candidatura socialista. Contra el parecer del propio aparato del PSOE, propuso un gobierno de gran coalición PP-PSOE. Aquellas declaraciones fueron inspiradas por el “Consejo de la Competitividad” que reúne a Telefónica, Santander y demás grandes empresas “españolas”. Al recibir el encargo, Felipe consultó… al rey Juan Carlos, y a partir de ahí, con absoluto desprecio del Partido Socialista, se lanzó a hacer las declaraciones.
Cuando Felipe habla de los “intereses de España”, habla de esos centros de poder económico, y sin duda también del imperialismo norteamericano, que hace poco le envió a Venezuela a defender sus intereses.
Washington y los grandes especuladores están decididos a defender el régimen establecido por la Constitución de 1978, pues temen que cualquier cambio podría dar lugar a una irrupción de los trabajadores y los pueblos del Estado español en detrimento de sus beneficios y su dominación. Para defender esa Constitución FG señala que “el sistema necesita reformas y cambios regeneracionistas [pero…] falta un proyecto reformista para España.”
FG alerta contra un gobierno “de izquierdas”
González no escatima advertencias contra los peligros de llegar a un acuerdo con Podemos. Habla del “rechazo a Pablo Iglesias por la reacción que inspira su política liquidacionista”, que, según él, supone que “quieren liquidar, no reformar, el marco democrático de convivencia, y de paso a los socialistas”. Da igual que los dirigentes de Podemos defiendan un programa de suaves reformas del régimen, lo que el capital teme es que se abran brechas por las que pueda colarse la voluntad de la mayoría social. Y, ya de dislate en dislate, añade que “son puro leninismo 3.0. Para colmo, plantean también con disimulo la autodeterminación”. No hay leninismo por ninguna parte, pero González, que no tiene escrúpulos, saca de un baúl fantasmas rancios de la oligarquía.
Pero, además, en apoyo de su posición, insiste en que no existe una mayoría progresista en el Parlamento surgido de la últimas elecciones. “Ojalá existiera una mayoría progresista y reformista, porque esa sería la opción que preferiría como la mejor para España. Pero analizando la representación parlamentaria no creo que exista”.
Así, cuando le preguntan si es posible un Gobierno progresista liderado por el PSOE, González responde que “si tenemos en cuenta la aritmética parlamentaria, sí es posible ese Gobierno, pero con enormes dificultades para llevar adelante una tarea de Gobierno reformista y progresista”. Y eso porque, para él, “no se trata de sumar votos para una investidura, sino de tener una base coherente de apoyos para gobernar”.
FG añade que PSOE, Podemos e Izquierda Unida sumarían 161 diputados, y necesitarían apoyos, “pero en condiciones menos compatibles, porque han derivado hacia posiciones de ruptura de España, más que de acuerdos para gobernar”.
En particular, cuando entre la clase trabajadora y dentro de sus organizaciones -incluyendo al PSOE- se abre un paso un clamor por la derogación de las contrarreformas y recortes de Rajoy, FG se enfrenta a ese sentimiento y defiende “reformas” de amplio consenso “no estoy hablando de derogar leyes pasadas sino de propuestas reformistas”. Este es un punto central de su posición: no deben ponerse en cuestión las contrarreformas de Rajoy, que no son otra cosa que el programa del capital financiero al que González defiende como miembro de consejos de administración de grandes empresas y como “hombre de estado”, ya sea en España como en Venezuela.
¡Nada de alianzas para echar al PP!
En particular, González se enfrenta a la voluntad de miles de militantes y millones de votantes del PSOE, que han votado a Pedro Sánchez para echar al PP de gobierno (como Sánchez defendía una y otra vez durante la campaña electoral). Él defiende que, para no poner en peligro al régimen, PP y PSOE no deben obstaculizar que el otro forme gobierno, y arremete contra Rajoy por su “irresponsabilidad difícil de calificar” al no postularse como candidato. En este sentido, se pregunta “¿está pensando solo en sí mismo, sin tener en cuenta los intereses de España?
No sin intención, el periodista le pregunta si considera legítimo un Gobierno “cuya única coincidencia sea la de ser anti PP”, y FG responde que “a mí no me gustan los Gobiernos anti lo que sea (…) los Gobiernos deben proponerse para realizar proyectos, no para negar los de los otros”. Viejo truco de la derecha: todos somos iguales, el franquismo es legítimo.
Y es que González reivindica el mantenimiento de los acuerdos con los franquistas, base del régimen de 1978, lo que supone hoy en día que “para las reformas que necesita España hay que contar con el PP en bastantes casos, porque esa es la realidad parlamentaria”. Aunque señala los inconvenientes y peligros que en la situación actual podría suponer para el régimen una “gran coalición” entre PP, PSOE y Ciudadanos, porque según él “dejar el espacio de la oposición a Podemos es una gran estupidez, más aún que un error”.
Pero entonces, ¿qué gobierno defiende Felipe González?
FG parte, no lo olvidemos, de la defensa del aparato de estado en crisis, y no de los intereses de la clase trabajadora y de la inmensa mayoría, golpeada por los recortes y contrarreformas y que ve en peligro conquistas históricas como la sanidad y la enseñanza públicas y la Seguridad Social. Por tanto, pone sobre la mesa dos opciones: “lo podría intentar el PP, con Rajoy o con otro candidato, con Ciudadanos, para arrancar con el encargo del Rey. También podría ser el PSOE, hablando y negociando hacia Ciudadanos y hacia la amalgama de Podemos, pero dejando claros los elementos esenciales para que se pueda hablar de un Gobierno para España”
Pero el periodista pregunta por un posible gobierno PSOE-Ciudadanos y FG desvela su verdadera preferencia: “Intentar llegar a un acuerdo con Ciudadanos dentro de la aritmética parlamentaria significa tener una base para las reformas que necesitamos”. Un gobierno que cuente con el apoyo “en la sombra” del PP, “porque no habrá reformas de calado si el PP practica la vetocracia”. En esa vía, le “parece indiscutible que se debe dialogar con el PP”. Es decir, que todo cambie para que nada cambie: un gobierno sometido estrechamente al PP.
Y en esta vía de acuerdos con el PP, FG tampoco descarta la posibilidad de que el PSOE permita con su abstención un gobierno del PP “Quiero que España tenga un Gobierno capaz de sacar adelante un proyecto. Prefiero que ese Gobierno sea progresista y reformista. Si no es posible, no creo que haya que obstaculizar la posibilidad, muy difícil por cierto, de un Gobierno distinto”.
¡Da igual el proyecto! El caso es formar un gobierno que mantenga los recortes anteriores, como las reformas laborales, el artículo 315.3 del Código Penal, la LOMCE, el decreto 3+2 y otros recortes educativos, la negativa a juzgar a los de la hepatitis, y aplique el nuevo ajuste exigido por la UE y el capital. Un gobierno que mantenga la opresión de los pueblos y las cavernas corruptas del franquismo, cerrando el paso a las reivindicaciones obreras y los derechos de los pueblos. Un gobierno que impida que los pueblos del Estado español ejerzan la soberanía decidiendo cómo quieren organizarse en unas Cortes Constituyentes en las que los pueblos puedan participar libremente. Ese es, en última instancia, el eje de la posición de FG. Para él, como para muchos “barones y baronesas” regionales, que aplican en sus autonomías los recortes sociales en contra de la voluntad de sus militantes y votantes, la política del PSOE no puede definirse ni por las necesidades de la clase trabajadora ni por el mandato de sus electores, que quieren acabar con la pesadilla de Rajoy, sino por las exigencias del capital financiero y del régimen. Es decir, sacrificar al PSOE en un intento desesperado de salvar al régimen caduco e irrecuperable de la Monarquía. No es de extrañar que miles de socialistas se estén removiendo, indignados, contra estas propuestas.