Tras la victoria de Pedro Sánchez

(Publicado en la Carta Semanal 628)

No tenemos por costumbre inmiscuirnos en el debate interno de otras organizaciones de los trabajadores, pero es evidente que la victoria de Pedro Sánchez en las Primarias socialistas tiene una repercusión que afecta a todo el movimiento obrero, y por eso nos permitimos dar algunas opiniones sobre este hecho.

Los resultados son claros y contundentes: algo más de un 80 por ciento de participación de los más de 187.000 afiliados al PSOE, un récord en este tipo de consultas internas. Quiere esto decir que la inmensa mayoría de los afiliados y círculos mucho más amplios –como prueban los miles de participantes en los mítines (en particular en los de Pedro Sánchez) se han movilizado y se han pronunciado políticamente a través del voto a Pedro Sánchez, que ha tenido más del 50% de los votos. Susana Díaz ha obtenido 1.500 votos menos que en los avales recogidos por ella en Andalucía. De este modo los militantes socialistas han reivindicado la plena autonomía de su partido frente al gobierno. Y con ello la oposición total al gobierno Rajoy, el gobierno de los recortes, de la ley mordaza y la negación de derechos –de los trabajadores, de la juventud y particularmente del pueblo catalán–. Un gobierno que representa a las instituciones del Estado monárquico que provienen de la dictadura y que está al servicio del capital financiero y sus agencias: el FMI, la Unión Europea.

Contra las instituciones del régimen, contra la mayoría del aparato

Tanto los portavoces del capital como los medios de intoxicación del régimen han cerrado filas en una campaña descarada a favor de Susana Díaz, y contra Pedro Sánchez.

La mayoría del aparato del partido, en particular los barones y los cargos institucionales han apoyado abiertamente a Díaz contra Sánchez.

Unos y otros fueron inspiradores, cómplices o palmeros del golpe de palacio que el 1 de octubre pasado echó a Sánchez de la secretaría general… contra la mayoría de los militantes que lo habían elegido. Decían: ahora los militantes no tienen que votar; pensaban: ¿desde cuándo el partido pertenece a los militantes?

El voto de este domingo expresa en primer lugar el deseo de la mayoría de los afiliados de reapropiarse de su partido.

Y este voto tiene un contenido preciso, más allá de las personalidades y liderazgos: el NO es NO a Rajoy.

Una posición que se ha reforzado con los últimos acontecimientos, en los que el Gobierno aparece como lo que realmente es: una asociación de malhechores. La crisis política hace decir a un comentarista de La Vanguardia este domingo 21 que «los fiscales anticorrupción y la UCO de la Guardia Civil son las instancias que marcan el ritmo de España… son los dos fragmentos del aparato de Estado con mayor vocación de autonomía en estos momentos».

Los últimos escándalos de corrupción que recorren el PP no son anécdotas, son la expresión de la corrupción del régimen, que como heredero del franquismo, no puede ser sino corrupto.

La abstención que dio a Rajoy el gobierno que los electores le habían negado buscaba impedir que la caída del PP pusiese en tela de juicio las bases del régimen monárquico, enemigo e incompatible con la existencia de la clase obrera organizada y con los derechos de todos los pueblos, en particular del pueblo catalán.

La derrota de Susana Díaz es la derrota de todo el viejo aparato felipista, que para apoyar a la monarquía renunció en 1979 al marxismo y luego se fue identificando con el aparato de Estado y el capital mismo, con los Borbones herederos de Franco y sus compinches de las multinacionales. Es una derrota de todo ese entramado de poder, con el rey a la cabeza.

Por tanto, pone a la orden del día la apertura de un nuevo tiempo político, en el que los pueblos construyan nuevas instituciones de soberanía popular, basadas en la fraternidad entre pueblos. En definitiva, la crisis del régimen monárquico pone a la orden del día la República.

¿Y ahora?

Los socialistas, los trabajadores han concentrado todas sus aspiraciones en el No es No, en el Rajoy dimisión que Pedro Sánchez viene exigiendo mientras otros hacen discursos, mociones y piruetas que permiten que Rajoy siga al timón. La victoria de Pedro Sánchez puede permitir que se unan todas las fuerzas, en la calle, en los centros de trabajo, en las Cortes y los Ayuntamientos, al grito de Rajoy dimisión.

Sin duda alguna, los poderes económicos y políticos van a intentarlo todo para castrar y revertir la victoria de Pedro Sánchez, que es la victoria de la mayoría del PSOE. Ya el editorial de El País se enfrenta a las esperanzas que para la inmensa mayoría de los socialistas y la mayoría del movimiento obrero ha abierto la victoria de Sánchez, descalificando y deslegitimando a esa mayoría.

El próximo congreso del PSOE se celebra del 16 al 18 de junio. Es posible que la mayoría del aparato intente imponer a Sánchez sus condiciones políticas. La batalla está abierta.

No somos del PSOE, no compartimos su política, pero sabemos que como partido tradicional de la clase obrera, su posición y sus decisiones han sido determinantes en la larga lucha por la emancipación social y democrática.

Es un hecho, como es un hecho la influencia del PSOE en el movimiento obrero, en los sindicatos, como evidenció la campaña de sindicalistas con Pedro Sánchez que culminó en el mitin de la Avenida de América (sede de la UGT en Madrid) del 16 de mayo.

La posibilidad de que Pedro Sánchez y sus seguidores ganen el Congreso y afirmen una línea autónoma e independiente del PP, no puede ser sino una ayuda para la lucha de los trabajadores y sus organizaciones por las reivindicaciones: particularmente la derogación de las reformas laborales, la anulación del 315.3, la defensa del sistema de pensiones de reparto, de la enseñanza y la sanidad públicas. Y colocaría al Partido Socialista en mejor posición para tratar de propiciar una solución política, democrática, del enfrentamiento contra el pueblo catalán.

Todo eso es posible y nosotros no somos neutrales.

El tiempo está medido

Seria iluso hacer abstracción de hechos reales. El declive de la socialdemocracia no es una maldición. Tiene una base objetiva. Cuando los partidos socialistas han gobernado directamente al servicio del capital financiero para desmantelar los derechos obreros y democráticos, esto tiene un  precio, en Grecia, en Francia, en Alemania y en España.

¿Quién puede olvidar que el 19 de mayo de 2010, ZP impuso a las órdenes del capital financiero un primer plan de austeridad y la reforma laboral, que como dijo el entonces secretario de la UGT Cándido Méndez significó una ruptura con el movimiento obrero, y un acercamiento al PP con los “pactos de Estado” de Rubalcaba que apoyaban a Rajoy?. Una línea que solo se cuestionó cuando Pedro Sánchez giró hacia el NO es NO. El declive del PSOE, la pérdida constante de militantes y afiliados tiene causas claras y políticas.

¿Podrán los trabajadores lograr que el PSOE y las demás organizaciones –sindicatos incluidos– resuelvan la contradicción evidente entre las exigencias de los trabajadores y los pueblos y el dictado del gran capital, de la monarquía que los González, ZP y Díaz se empeñan en imponer?

Las próximas semanas y meses nos lo dirán.

Por nuestra parte, respetando la democracia de cada organización de los trabajadores, estamos, como estuvimos y estaremos, al lado de los militantes y/o responsables socialistas –nuestros compañeros de lucha en el tajo y en el sindicato– que quieren que su partido sea fiel a su clase y a los pueblos.

En esa dirección combatimos con otros compañeros del movimiento obrero por la Alianza de los trabajadores y los pueblos con sus organizaciones contra el gobierno y la monarquía, para allanar el camino a la República, la república del pueblo, de los pueblos. Y ante todo, aquí y ahora, por la unidad para echar a Rajoy del Gobierno.

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