Carta Semanal 1009 en catalán
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La campaña de la derecha y la ultraderecha contra los inmigrantes –y la reacción de muchos gobiernos europeos asumiendo sus tesis- incide en un viejo problema: la división de la población trabajadora en “nativos” y “extranjeros”.
Ya en 1870 escribía Karl Marx: “la burguesía inglesa, además de explotar la miseria irlandesa para empeorar la situación de la clase obrera de Inglaterra mediante la inmigración forzosa de irlandeses pobres, dividió al proletariado en dos campos enemigos (…) en todos los grandes centros industriales de Inglaterra existe un profundo antagonismo entre el proletario inglés y el irlandés. El obrero medio inglés odia al irlandés, al que considera como un rival que hace que bajen los salarios y el standard of life (…) Lo mira casi como los poor whites de los Estados meridionales de Norteamérica miraban a los esclavos negros. La burguesía fomenta y conserva artificialmente este antagonismo entre los proletarios dentro de Inglaterra misma. Sabe que en esta escisión del proletariado reside el auténtico secreto del mantenimiento de su poderío”.
En el siglo XXI, además, es la destrucción de la sanidad, de la enseñanza pública y de la protección social la que alimenta las campañas contra los inmigrantes.
En estos últimos meses hemos asistido en nuestro país a campañas de la ultraderecha, seguidas por la derecha del PP, contra los inmigrantes. Campañas que se alimentan de bulos y falsas noticias, como en el caso de Mocejón (Toledo), donde la muerte a puñaladas a un niño de 11 años dio lugar a una fuerte campaña, en la que se buscaba provocar incidentes similares a los que ha padecido el Reino Unido, atribuyendo, falsamente, el crimen a un inmigrante. Pero también al inhumano espectáculo de la negativa de las comunidades autónomas a acoger a los 5.000 menores que abarrotan los centros desbordados de Canarias.
Lo cual no elimina la responsabilidad del gobierno, que mantienen la ley de extranjería y es responsable de la situación en los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla, donde se produjo una importante matanza de entre 27 y 40 personas, según las fuentes, que intentaban entrar en la ciudad en junio de 2022.
Pero quienes señalan a la ultraderecha no pueden ocultar cómo tanto la Unión Europea como los gobiernos van asumiendo sus tesis. Como señala la prensa francesa a propósito de lo que acaba de suceder en Alemania: «Inmigración: Olaf Scholz aplica una reforma defendida por… Bardella” (Le Point) “El Gobierno alemán (cuyo canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, lidera una coalición con los Verdes y los Liberales) decidió el 10 de septiembre restablecer el control en sus fronteras ‘como parte del refuerzo de la lucha contra la inmigración ilegal. Los refugiados que ingresaron ilegalmente pueden ser devueltos, dijo’,” informó el periódico Le Monde. «Con controles en todas las fronteras de Alemania, la canciller alemana está asumiendo de facto la ‘doble frontera’ defendida por Bardella durante las elecciones europeas», comenta Le Point. Tras conocer la noticia, el primer ministro húngaro, de extrema derecha, Viktor Orban, está exultante: «Alemania ha decidido imponer estrictos controles fronterizos para detener la inmigración ilegal. Scholz, bienvenido al club».
Y sin embargo…
Frente a todos los bulos y campañas, el hecho es que, hoy, la presencia de población inmigrante es esencial para el funcionamiento de la economía y el futuro del país.
El informe del Defensor del Pueblo (2019) La contribución de la inmigración a la economía española muestra cómo “La migración no solo permite sostener el crecimiento demográfico, sino que, además, evita el envejecimiento poblacional (…) la población recién llegada es más joven que la española (…) Por otro lado, el alivio del envejecimiento se produce por el impacto de la inmigración en la tasa de fertilidad”. También explica que “El crecimiento de la población activa requiere actualmente la aportación de fuerza laboral extranjera y su ocupación es esencial para sostener el nivel de empleo”, y que “La inmigración ha colaborado a sostener el progresivo incremento de la tasa de actividad femenina de las españolas”, al permitir a las mujeres españolas delegar la tarea de cuidados de menores y mayores en personal que “es mayoritariamente femenino y extranjero”
Con respecto a la afirmación de que “los inmigrantes roban el trabajo a los españoles”, el informe explica que “La realidad es que los extranjeros y los españoles no tenemos los mismos puestos de trabajo; los extranjeros nos «quitan» la necesidad de realizar los peores trabajos”, especialmente en algunos sectores “como el del servicio doméstico, ocupado en un 60 % por empleados extranjeros (mujeres, en la práctica totalidad) o la hostelería, que en términos de Seguridad Social contrata al 20 % de todos los asalariados entre los extranjeros”. A lo que hay que añadir las campañas agrícolas.
Por el contrario, como señalamos en la Carta Semanal 690, de agosto de 2018, “no han sido los inmigrantes los responsables de la destrucción de los buenos empleos de la siderurgia, la construcción naval y la banca, o de la sustitución de los buenos empleos en las eléctricas, las telecomunicaciones, etc., por ETT y subcontratas ultraprecarias. Ha sido el capital financiero y los gobiernos a su servicio, con la Unión Europea como principal animadora”.
Además, buena parte de las cosechas, sobre todo en Almería y Huelva, son recogidas por inmigrantes en situación irregular, a bajísimo coste, que viven en poblados de chabolas. Un sistema perverso que permite a empresarios agrícolas sin escrúpulos obtener pingües beneficios al pagar salarios muy por debajo de los convenios colectivos. A estos explotadores les conviene que exista una mano de obra sin derechos, que no pueda denunciar su situación por miedo a ser expulsados del país. Tampoco es que la guardia civil o la inspección de trabajo se esfuercen mucho en perseguir a estos empresarios delincuentes.
Son expulsados de sus países por la política del imperialismo
Miles de hombres y mujeres desesperados se lanzan al mar, en embarcaciones precarias, jugándose la vida, para llegar a a Europa. Durante años ha sido sobre todo en el Mediterráneo, pero ahora ha cambiado en parte por los acuerdos de la UE con Libia y Túnez para que organicen una brutal persecución contra quienes quieren llegar a Europa desde esos países.
De modo que ahora la atención se ha dirigido hacia los cayucos que llegan a Canarias, sin que los acuerdos con varios países de origen paren esta oleada, ya que, como las causas subyacentes que llevan a miles de africanos desesperados a emigrar siguen vigentes, lo que se ha conseguido es un desplazamiento de las salidas.
Buena parte de esos inmigrantes vienen de los países del Sahel, que sufren una situación muy difícil. A la sequía, agravada por el cambio climático, se añade el terrorismo yihadista. Que se nutre de los miles de armas repartidos por la zona después de la intervención militar contra Libia en 2011.
Sequía y terrorismo que se suman al saqueo de los ricos recursos naturales (oro, uranio, petróleo, litio…) de esos países. Valga como ejemplo que Níger, mayor productor mundial de uranio, sólo se queda con un 13% de los beneficios de la extracción del mineral por compañía francesa Areva. Para garantizar la continuidad de ese saqueo, las potencias imperialistas promueven regímenes corruptos, sometidos al imperialismo a cambio de una -mínima- parte del botín, y fomentan guerras, rebeliones territoriales y, ahora, insurgencias terroristas.
El robo de la riqueza nacional y la existencia de guerras e insurgencia terrorista provocan la miseria y la huida de millones.
La posición del movimiento obrero
La combinación de la llegada de millones de migrantes a Europa con la destrucción de la Sanidad Pública, los servicios sociales y los propios servicios de acogida (factores que limitan la capacidad de acogida), con la especulación desenfrenada de las viviendas, así como una política mediática cómplice del racismo, es una verdadera bomba de tiempo contra la convivencia de trabajadores nativos y migrantes. Por ello, no basta con las regularizaciones de los inmigrantes. No basta con proclamar “papeles para todos”, ni se puede hablar de fronteras abiertas que lleven a los inmigrantes que llegan a una situación de marginalidad, de explotación extrema y de segregación en pisos-patera o poblados de chabolas sin agua potable, electricidad ni saneamiento.
Es imprescindible la planificación de la producción y los servicios para todos, las conquistas sociales de todos. En Europa fácilmente habría medios para acoger a millones de refugiados, que en la UE solo representan el 1,5% de la población (del cual la tercera parte corresponde a refugiados de la guerra de Ucrania). Esto exigiría un plan central y en cada país de construcción de infraestructuras, alojamientos, escuelas, hospitales, para superar las carencias que sufre la población local y atender también a los refugiados. En el año 1945, después de la guerra, Alemania acogió a 13 millones de refugiados que participaron en la reconstrucción del país. Un plan así, indispensable, hoy rompe con todas las exigencias del régimen de la propiedad privada de los medios de producción.
La lucha por los derechos de todos ha de incluir la lucha de nativos e inmigrantes por la derogación de las reformas laborales (y las leyes de Extranjería), dando medios a los sindicatos para defender a todos los trabajadores: derecho de huelga sin restricciones, libre negociación colectiva de convenios que tengan carácter de ley, válida para todos. Es decir, en lugar de asumir el discurso racista de la ultraderecha y la derecha, los partidos que se reclaman de los trabajadores deben ocupar su lugar derogando las leyes antisindicales, las reformas laborales, anulando los recortes de pensiones y servicios públicos. No es casualidad que el golpe de Macron contra la voluntad popular se esté dando en rechazo al programa del Nuevo Frente Popular, cuyo programa incluye la retirada de las leyes antiinmigrantes y medidas de urgencia para recuperar los servicios públicos.
En última instancia, como señalábamos en la Carta Semanal antes citada, la solución a la cuestión de la inmigración pasa por “acabar con la anarquía provocada por el capital, acabar con esta anarquía es lo que puede permitir la unión libre de los trabajadores y los pueblos de Europa. Trabajadores y pueblos de Europa que tenderán la mano a los pueblos de África y Oriente Medio, saqueados por las multinacionales y el capital financiero y los gobiernos a su servicio”.